Miles de israelíes se unieron este viernes a una marcha entre Tel Aviv y Jerusalén en la última protesta contra el compromiso del primer ministro, Benjamin Netanyahu, de sacar adelante una polémica reforma del sistema judicial.
La movilización aumentó de tamaño a medida que los israelíes se unieron a la marcha de 70 kilómetros a lo largo del día para mostrar su oposición a uno de los gobiernos más a la derecha en la historia de Israel.
Los manifestantes tenían previsto acampar durante la noche en Shoresh, a unos 18 kilómetros de Jerusalén, antes de dirigirse al parlamento israelí el sábado, el día sagrado judío del Shabbat.
La marcha se celebra un día después de que Netanyahu prometió seguir adelante con la iniciativa, desafiando a los manifestantes, a las crecientes deserciones de reservistas militares y a los llamados del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a suspender el plan.
Ronen Rosenblatt, un trabajador de alta tecnología de 58 años que se unió a la marcha tras meses de frustración con el gobierno de Netanyahu, describió el acto como jovial, con la gente unida bajo el objetivo común de “frenar esta estupidez, esta dictadura”.
Los inconformes portaban banderas israelíes y carteles con lemas políticos en una fila de cuatro kilómetros de largo que discurría a través de olivares y campos de cultivo. Salieron de Tel Aviv el jueves y pasaron la noche a medio camino de Jerusalén, acampados cerca del monasterio de Latrun.
Se espera que los legisladores voten el lunes un proyecto de ley que recortará los poderes de supervisión del Tribunal Supremo limitando su capacidad para anular decisiones que considere “no razonables”. Este criterio pretende ser una salvaguarda contra la corrupción y los nombramientos indebidos de personas no cualificadas.
Esta es una de las piezas clave de la reforma judicial planteada por el gobierno. Netanyahu y sus aliados — una serie de partidos ultranacionalistas y ultraortodoxos — sostienen que el plan es necesario para frenar lo que consideran un poder excesivo de los jueces no elegidos en las urnas.
Los críticos afirman que la reforma concentrará el poder en manos del mandatario y sus colaboradores y socavará el sistema de controles y equilibrios del país. Además dicen que Netanyahu, que está siendo juzgado por corrupción, tiene un conflicto de intereses.
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