El menosmalismo está haciendo estragos en los análisis (y deseos) políticos. Al recién electo presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, se le menta como un izquierdista antisistema, una circunstancia que ni en sus más olvidados sueños lo es. Como tantos, se nutre de que sus contrincantes son oligarcas, mafiosos y narcopagados, y, al parecer, eso es suficiente para ser llamado «progresista».
El electo no es un advenedizo. Ha sido fiel funcionario de gobiernos impresentables y de extrema derecha que ha tenido Guatemala. Algunas de sus perlas biográficas y de ideas:
Licenciado por la Universidad Hebrea de Jerusalén
Embajador en Israel
Embajador en España
Asesor del Instituto de la Paz de EE.UU
Viceministro de Relaciones Exteriores
No al aborto
No al matrimonio igualitario
Apoyo incondicional al fascismo de Ucrania con admiración declarada a Zelensky
Ponente para sanciones a Rusia
Promovió la cancelación de la compra de la vacuna Sputnik por ser rusa
Nicaragua y Venezuela dice que son «sistemas dictatoriales»
Ni reconocería ni restablecerá relaciones con China porque su aliado es Taiwán
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