El viento que sacude Europa, la extrema derecha como evidente cara B del capitalismo, obtuvo ayer en Francia un nuevo triunfo.
En efecto, más de 12 millones de electores (que se dice pronto) acudieron a respaldar al candidato títere de Le Pen. El asentamiento de las ideas de extrema derecha es una realidad en todo el tejido social francés (y no solo), y se manifiesta también en las urnas. Si a eso añadimos los 7 millones de votos de Macron y sus derechas varias, el panorama no hace falta describirlo. Ante ello, un «Nuevo Frente Popular» cuya misión parece ser «salvar al soldado PS», por si en un futuro cercano hiciera falta acudir (nuevamente) a él para seguir alimentando el sistema.