En París, varios miles de manifestantes denunciaron el “golpe de fuerza” de Emmanuel Macron, que nombró al republicano Michel Barnier, con el consentimiento del ultraderechista Agrupación Nacional, a pesar de la victoria del Nuevo Frente Popular en las elecciones legislativas.
La secuencia de los hechos es que en las ultimas elecciones ganó el NFP (Malenchon), pero al no obtener mayoría absoluta, hizo un acuerdo con la «derecha democrática» (¿?) para que en los distritos que nadie había obtenido el acta de diputado, se hiciera un boicot a la extrema derecha. Con esta idea fueron cientos de miles de franceses de izquierda a votar por el menos malo. Pero…., luego Macron ha hecho cuentas (en realidad ya las había hecho antes de las votaciones) y se dijo, «uy qué sorpresa, no había caído que las derechas juntas somos mayoría», y se arrimó a Le Pen. Los intereses de clase son los intereses de clase. Al ver lo ocurrido la izquierda ingenua salió a las calle a gritar: «traición». En fin.