La izquierda institucional (agrupada en torno al Nuevo Frente Popular, integrado por Francia Insumisa, ecologistas, PCF y «socialistas») ganó las últimas elecciones generales pero sin mayoría absoluta. Salió a festejar a las calles olvidando (¿ingenuidad?) que toda la derecha iba a unirse para evitar que pudiera gobernar, pese a que su programa tenía más de socialdemócrata que de izquierdas. Así ha sido.
Tras dimes y diretes del presidente Macron, para nombrar primer ministro, ha llamado a la extrema derecha para consensuar quién gobernará Francia.
Dice Marine Le Pen: Michel Barnier parece cumplir al menos el primer criterio que habíamos solicitado, es decir, alguien respetuoso con las diferentes fuerzas políticas y capaz de poder dirigirse a la Agrupación Nacional, que es el primer grupo de la Asamblea Nacional.