Este domingo pasado asistimos a una elección más, donde el factor común fue que el debate de las ideas, las propuestas de gobierno, las plataformas electorales quedaron en un último plano. Esta elección estuvo más que ninguna signada por otros aspectos que ponemos a discusión en este aporte, ya que entendemos que por el camino que el sistema nos “propone” no es la solución, sino que por el contrario es parte del problema.
Horrible conocido y horrible por conocer
Al menos nos debería llamar la atención que el candidato más votado fue un Ministro de Economía, que actúa como Presidente y que tiene como carta de presentación una inflación anualizada en alimentos del 160%, y que devaluó, por orden del FMI, más del 20% nuestro salario el día posterior a las PASO. Que, además, es parte de una coalición de un gobierno horrible, con un presidente que está pintado y una vicepresidenta que no aparece. Eso es el reflejo de lo malo de todos los demás candidatos que, enfrentándose a alguien que está chocando el país, no lograron superarlo. Eso es lo que nos ofrece esta democracia, elegir al cuco o a Drácula. El verdadero refrán es “mejor malo conocido que malo por conocer” pero no aplica a esta situación ya que para lxs que laburamos todos los días entre los que gobiernan no hay “buenos”. Además, ya los conocemos y muy bien a todos, y lo que se presenta por conocer es más de lo mismo. Ayer volvimos a perder lxs de abajo; y ganaron, una vez más, los que gestionan los intereses de los monopolios y el FMI, y empresarios locales socios menores de sus negociados. Cualquiera de las “alternativas” a presidir este país no deciden nada transcendental en un mundo capitalista, con el poder cada vez más concentrado, y una Argentina cada vez más dependiente en toda su economía. Ni Milei, ni Massa, ni Massa ni Milei, harán lo que dicen, con ambos vamos a seguir perdiendo conquistas, la hoja de ruta ya está trazada para nuestros territorios por los países imperialistas. La pregunta que nos debemos hacer es: si vamos a asistir a mansamente a más miseria o nos vamos a enfrentar a sus planes
En su fiesta democrática mataron al payaso
Estas elecciones “¡fueron un hecho histórico, sin precedentes!”… eso fue lo que nos dijeron, ya que por primera vez en la historia Argentina hubo de manera consecutiva y sin interrupciones, a causa de golpes militares, 10 elecciones seguidas a presidente de la nación. Como ya hemos expresado en otras oportunidades en el naciente gobierno constitucional de 1983, en el discurso de Alfonsín en la apertura de la Asamblea Legislativa expresaba que “con la democracia no sólo se vota, sino que también se come, se cura y se educa”, en 1992 el mismo Alfonsín empezó ya a recular en chancletas diciendo “creo que con la democracia se come, se cura y se educa, pero no se hacen milagros” y para terminar con este derrotero la ex presidenta y vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández expresó no hace mucho “con la democracia no se come, se educa o se cura, vale. Pero para comer, educarse o curarse primero hay que estar vivo”.
En su “fiesta de la democracia”, en sus elecciones, votaron menos personas que en cualquiera de los comicios que se han hecho a presidente en todo el período constitucional. A la vez que la mayoría de quienes concurren a las urnas, lo hacen para votar “en contra de”, por “lo menos malo”… Está claro que su democracia no viene resolviendo las necesidades más básicas del pueblo, y esa es la explicación de la cada vez menor participación y expectativa en las elecciones, del brutal descreimiento en todas las instituciones del sistema y en la falta de perspectiva de futuro que tenemos en el marco de este sistema.
El miedo como bandera
En las elecciones pasadas Milei había ganado en 16 provincias, en esta elección, obtuvo mayoría sólo en 8. Así, desde que se dio la derrota de Massa en las PASO hasta las generales desde este último domingo, la campaña de Unión por la Patria se centró en dos aspectos principales. Uno fue el de mover al unísono todo el aparato del PJ a nivel nacional, usando para esto todo el poder de fuego de gobernadores, intendentes, las Burocracias Sindicales y de los Movimientos Sociales. Pusieron toda la carne al asador, quemando todas las naves, moviendo todo lo que sea necesario, inclusive haciendo jugar a los narcos en los lugares donde estos tienen control territorial. También la Iglesia intervino abiertamente. Para las PASO, el PJ en general no movió con fuerza como ahora y eso se vio en la cantidad de recursos que se volcaron en las últimas semanas a través del manejo de fondos de municipios, gobernaciones y a nivel nacional. Pero con esto no alcanza para explicar lo que pasó.
El factor determinante fue usar el miedo en las decisiones de lxs electorxs. Y les salió muy bien. Por un lado, generaron un clima de especulaciones al interior de toda su burocracia con la retórica de “si gana Milei se nos acaba el negocio” además de las complicaciones judiciales que pueden llegar a tener -aunque nadie que choree de los que gobiernan va en cana, salvo que necesiten dejar caer alguna figurita o se pasen alguna factura-. Pero lo más efectivo fue el miedo que lograron generar en la población a través de toda la campaña publicitaria y con sus operadores de que si perdían la elección “vamos a perder derechos”. Esto va desde los planes sociales hasta la ley del aborto legal seguro y gratuito. Para sintetizar, lo que más se escuchaba era: este gobierno es un desastre, pero si viene Milei… Así Massa logró tener gran parte de los votos, que no significan un respaldo ni crédito a su gestión, sino un voto en contra del “cuco”.
Además, no podemos dejar de decir que Milei ayudó bastante para que gane Massa, con todas las declaraciones que hizo después de las PASO, con su soberbia y frentes de conflictos que abrió. Por supuesto que la Pato hizo lo suyo, sin dudas.
¿Y ahora qué?…
En la medida que se conocieron los resultados, la rosca de la burguesía y de sus representantes empezó a ajustarse rápidamente. Massa volvió con la idea “novedosa” de un gobierno de coalición nacional emulando a la “transversalidad” de Néstor Kirchner en 2003. Milei, por su parte, hizo lo mismo, borrando de un plumazo todo lo que dijo de la “casta comunista y montonera” de Juntos por el Cambio. Así lo expresó con toda claridad en el discurso: hacer tabula rasa para echar al Kirchnerismo. Da la idea que su único principio a sostener es el del pragmatismo, sólo le falta decir “si yo decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie” para parecerse a Menem.
Ahora lo que falta ver, de cara al ballotage, es como Massa y Milei se van a parecer cada vez más para acercar los votos que fueron a Juntos por el Cambio y que necesitan para sentarse en el sillón de Rivadavia. En esta fiesta nadie queda afuera, algunos se acomodarán con uno y otros se irán con otro. Volverá la campaña del miedo por si gobierna la derecha, como no fuese la derecha la que está gobernando. O acaso Massa no era “el representante de la embajada norteamericana en Argentina”, al menos eso es lo que decía Máximo Kirchner, Juan Grabois y Axel Kichilof.
Lo que diferencia a Massa y a Milei, en el mejor de los casos, es la forma en la que van a aplicar un plan que ya está escrito. Que tiene la firma del FMI y demás acreedores externos, de los empresarios y los “gordos de la CGT”.
No le demos legitimidad
En esta coyuntura tenemos que profundizar la campaña 100 Fuegos Contra la Farsa Electoral que venimos llevando a nivel nacional con otras organizaciones donde llamamos a no legitimar estas elecciones, a golpear su institucionalidad que sostiene la opresión de unos pocos sobre las mayorías, a sacarle la careta a esta falsa democracia y construir una salida desde el pueblo trabajador. Nuestra tarea central es devolver al pueblo la idea y la convicción de que es posible cambiar esta situación a partir de nuestra propia fuerza. La resignación a la que nos han llevado todos estos gobiernos, de que lo que planteamos es una “utopía” y lo único que nos queda es votar al “mal menor”, es lo que nos condena. Utopía es pensar que en este sistema podemos estar mejor, que nos quede claro, acá nadie se salva solo.
Nuestro plan debe seguir poniendo sobre el escenario político la necesidad de organizarnos como única posibilidad de conquistar nuestra felicidad, de profundizar la lucha y el enfrentamiento a los responsables de todo lo que nos pasa. En cualquier escenario que se dé, ahora y después del 10 de diciembre, debemos seguir ganando las calles y confrontar con sus políticas, defendiendo nuestro salario, contra la entrega de la salud y educación pública, por vivienda y trabajo, contra el extractivismo, sabiendo que todos los derechos conquistados se ganaron y se defienden con la lucha. Y fundamentalmente, luchar por construir desde abajo, que prepare las condiciones para que gobierna la clase trabajadora para vivir dignamente en un sistema distinto, que termine con la riqueza en unas pocas manos y ponga todo lo que producimos en función de nuestras necesidades, y que las injusticias, de una vez y para siempre, sean cosas del pasado.
TENEMOS QUE HACER LA REVOLUCIÓN
(Fogoneros, Región Centro)