Buenos días, a todos los compañer@s. La Habana, Cuba. Primer territorio libre en América. 08:19AM, buenas Fidel
Existe un señor, español, hoy me entero que es muy, pero muy español, que lo he visto hacer análisis sobre la guerra en Ucrania bastante interesantes, muy atacado por la comunidad de bruticolas llamados NAFOS. Le he leído una respuesta al discurso de Vladimir Putin y se ha mandado una clase de publicación, que le zumban los cohetes espaciales.
Este es el pedigrí del señor, Pedro Baños Bajo @geoestratego Analista, escritor y conferenciante en geopolítica, estrategia, defensa, seguridad, inteligencia, terrorismo, relaciones internacionales.
«…No. Los territorios españoles en América nunca fueron colonias. Eran parte integral de España, con los mismos derechos y obligaciones que el resto de territorios nacionales. Así lo reconocía la Constitución de Cádiz de 1812, promulgada por las Cortes Generales españolas, integradas también por diputados de América.
En ella, el monarca, Fernando VII, se autodenominaba “rey de las Españas”, en alusión a los territorios americanos. En el artículo 1 se explicitaba: “la Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”.
En el artículo 10 se exponía “el territorio de las Españas”, detallándose los territorios nacionales en América (entre otros lugares). El llamado proceso de independencia de estos territorios españoles fue auspiciado, fomentando y financiado principalmente por Inglaterra, con la ayuda de unos incipientes EEUU, tanto por intereses comerciales como geopolíticos.
En cuanto al papel de los considerados «libertadores», habría mucho que hablar, con sus luces y sus sombras. Lo mismo que sobre los no pocos traidores españoles que sirvieron a intereses foráneos. Se entiende que este discurso del vídeo es oportunista, para halagar a los asistentes -aunque la mayoría no parecían muy emocionados-, en un marco muy concreto.
A lo que se une la inclinación de ciertos políticos hispanoamericanos a revisar la historia, por simples propósitos de política interna. Pero nada justifica falsear los hechos históricos, y menos reabrir viejas heridas que hace mucho deberían estar cicatrizadas, como corresponde entre países hermanos, a los que nos une muchísimo más de lo que nos separa.
En un contexto internacional de máxima incertidumbre, cambiante por momentos, la Hispanidad -el conjunto de naciones hermanas hispanas- debe resurgir como una realidad geopolítica unida, fuerte, independiente e influyente. Como una voz única que se haga respetar en el mundo. Dueña de su propio destino, sin dejarse manipular por ninguna gran potencia.
Así mismo, seguiremos combatiendo a la Leyenda Negra, ese sambenito que hace ya siglos colgaron del cuello de España, para impedirla volver a levantar cabeza.
Viva la Hispanidad!
Gibraltar español!
Malvinas argentinas!
Guantánamo cubano!
Esequibo venezolano!…» (fin del chorizo español y mucho español)
1.- No eran colonias, porque la Constitución de Cádiz lo decía. ¿Cádiz está cerca de Lima, Santiago, Buenos Aires, Caracas o Ciudad de México?
2.- Los Mayas, Incas, Mapuches y todos los pueblos originarios de las «américas», combatieron a los españoles porque, porque eran agentes del MI6 británico y/o de la CIA yanki.
3.- Fernando VII, se autodenominaba «rey de las Españas», en alusión a los territorios americanos. En el artículo 1 se explicitaba: «la Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». Menos mal que no autodenominaba mujer, «de las Españas», además, teníamos el nombre de su país. Éramos una especie de Comunidad Autonómica, pero dentro del reino, y el rey era nuestro Jefe de Estado. ¿Le habrán preguntado a los pueblos originarios si querían la presencia de tan conspicua compañía?
4.- «…Eran parte integral de España, con los mismos derechos y obligaciones que el resto de territorios nacionales…». Los criminales españoles ¿eran castigados, como lo fueron, Túpac Katari (descuartizado), José Gabriel Condorcarqui (Tupac Amaru) descuartizado, Caupolican (sentado en la pica), Galvarino, le cortaron las manos? Los primeros campos de concentración fueron establecidos en Cuba, por el general Valeriano Weyler, en Cuba, que obviamente no éramos «colonia», tenemos los mejores y encantadores recuerdos de los españoles, su monarquía y su ejército.
5.- «…seguiremos combatiendo a la Leyenda Negra, ese sambenito que hace ya siglos colgaron del cuello de España…», si señor, esa leyenda negra que fuerzas oscuras y poco hispanas, impusieron a su sueño de «hispanidad».
Pero, ¿saben qué?, le voy a responder con un escrito, de los propios españoles, de todos los bandos, lo que pensaban, lo que creían, y lo que querían, con respecto a Cuba. 200.000, hombres llegaron a pasar por su ejército…, colonial. ¿Qué no?
«…Los partidarios de la guerra a ultranza, en un principio sobre todo los conservadores, son los que, por conservadurismo cerrado o porque tienen intereses en la Isla (v. gr., Romero Robledo,…) o porque están relacionados de un modo u otro con el partido español cubano, la Unión Constitucional, quedan aferrados a las recetas del colonialismo asimilacionista. Son, poco más o menos, los que hicieron caducar en 1893 la, sin embargo tímida, reforma descentralizadora de Maura, que a la sazón hubiera satisfecho algunos sectores de la burguesía criolla agrupada en el Partido Liberal Autonomista. Son los que, muy lógicamente, apoyan a Weyler cuando reemplaza a Martínez Campos a fines de 1895 y aplauden sus métodos radicales. Pero todo eso es bastante conocido para que sea necesario insistir…
Lo que cabe subrayar es que, cuando se ve claramente que los insurrectos piden la independencia de la Isla, la mayoría de los que combatían el status quo defendido por los colonialistas a la antigua, y que abogaban por la autonomía, consideran que la guerra es necesaria para mantener la «integridad de la patria». A partir de entonces, con respecto a la guerra, hay sólo diferencia de matices entre los ultraconservadores y los demás, incluso los republicanos; sin que se borren los antagonismos entre los varios grupos políticos, el común denominador entre todos es la necesidad de conservar la unidad indestructible entre España y América.
Innumerables declaraciones sobre dicha unidad se podrían sacar de la prensa republicana; por ejemplo, en La Publicidad del 28 de marzo de 1896 leemos la siguiente nota de la Unión Republicana, firmada por Salmerón, Azcárate, Pedregal, Blasco Ibáñez, Labra, Esquerdo: «Es de interés supremo el mantener a toda costa y sin reserva la integridad de la patria»8. Este criterio, que en nada difiere del de Cánovas, que declaraba el mismo año que el conflicto «es una guerra de conservación de nuestro territorio, es una guerra de integridad de la Patria», es también el de Castelar, más opuesto aun que los demás republicanos a la concesión de libertades a las «provincias de Ultramar». El 23 de marzo de 1897, en el banquete el redactor de El Liberal, Luis Morote, declaraba:
Brindo por la integridad, la totalidad e integridad del suelo patrio, no ya menguado y escindido cual lo quieren cuatro locos, sino dilatado cuanto lo quieran todos los hijos de nuestra península…, por la Unidad del Estado, del habla nacional, de la legislación civil y económica; por la unidad política, por la paz de Cristo…
Bien puede preguntar Fernández Almagro, después de citar este fragmento de oratoria: «¿qué hombre de derechas hablaría de otro modo…?»9. Sin embargo, el mismo año Castelar define su posición de una manera menos épica y más al nivel de las circunstancias: «Entreguemos a los hijos de ambas Antillas toda la parte del gobierno que pueda corresponderles en la democracia más amplia, sin detrimento de la integridad nacional». Si la primera cláusula no fuera tan ambigua, muy digna del gran tribuno, la frase podría resumir la posición de la mayoría de los republicanos: conceder todas las libertades que se pueda, pero sin perjudicar la «integridad de la patria».
En cuanto al Partido Republicano Progresista de Ruiz Zorrilla, no se queda en zaga, ni mucho menos, como revela la muestra que sacamos entre muchas, de El País cuando era todavía el órgano del partido: Sagasta es «un reformador liberal, capaz de curar la terrible llaga del separatismo cubano con unos proyectos inoportunos y en esta sazón antipatrióticos»… En cuanto a Weyler, es un militar que profesa la religión del honor, y que amando sobre todas las cosas el de la patria y de las armas españolas, no quiere imponer a sus soldados la terrible humillación de ceder ante las imposiciones de una nación extranjera…
… Demócratas somos, con delirio amamos la libertad, pero si para dársela a Cuba hemos de ver regresar a nuestro ejército humillado, entristecido por una derrota sin lucha y sin gloria… ¡Ah!, entonces renegaríamos de la libertad y de la democracia, que nos dejan convertidos en un pueblo sin honra…
Y este «Editorial» no es de abril o mayo de 1898, sino de… abril 1896.
«No hay diferencia ninguna entre las gentes de El País y las de El Correo Español», periódico carlista, exclama Unamuno, que añade: «Con esto de las guerras de las colonias, ha salido a lo exterior el espíritu reaccionario que llevan escondido los republicanos más turbulentos».
El caso más significativo de esta «salida del espíritu reaccionario», bien escondido hasta aquí bajo el manto de la retórica obrerista, revolucionaria y hasta socialista, lo ofrece El Progreso cuyo director es Alejandro Lerroux a partir del 31 de octubre de 1897, y que cuenta entre sus redactores al joven anarquista intelectual Martínez Ruiz.
De una actitud antimilitarista y antibélica pasa brutalmente, después de la declaración de guerra con los EE.UU., a una postura ultranacionalista, increpando al pueblo americano que «presta sus fuerzas y su aliento a las hordas separatistas». Weyler es considerado como el posible salvador de España; y se eleva con violencia contra tal medida.
En resumidas cuentas, se ve que entre los que no quieren conceder nada en la Isla y mantener el status quo, y los que abogan por reformas y hasta por la autonomía, hay un punto común: mantener la integridad de la Patria y salvaguardar el honor de España; así para un amplio sector político, que parece abarcar todas las capas de la burguesía, la guerra contra el separatismo es una necesidad que no se puede poner en tela de juicio, aunque haya diferencias sobre la manera de conducirla y de terminarla. (fin)
Sr. Pedro Baños Bajo, ¿por qué esos españoles hablaban a fines de Siglo de colonialismo?, su posicionamiento es una verdadera afrenta a nuestra historia, y su manipulación histórica también, existe un libro que se llama «Las venas abiertas de América Latina». Libro de Eduardo Galeano, acérquese a él, no le hará daño.
Por cierto, la soberanía de Cuba sobre Guantánamo es reconocida hasta los EEUU ¿o no lo sabía usted?, hace valer un contrato existente por un gobierno entreguista, contrato que hemos denunciado, pero Guantánamo (que es una provincia), es cubana, al igual que el territorio que ocupa la base naval yanki.