UnEn las últimas 48 horas se ha precipitado un intento de golpe de estado por parte de grupos de Hayat Tahrir al-Sham pertenecientes o con relación a Al-Qaeda, fanáticos islamistas que quieren derrocar el Gobierno legítimo de Bashar Al Assad e instaurar un estado islámico.
Parece que la victoria hace unos años sobre los mismos “rebeldes sirios” no hizo quedar conforme a todos los países que ejercen injerencia de manera deliberada sobre Siria. Ahora de nuevo se han propuesto volver a la carga e intentar derrocar al presidente Al Assad. Turquía, Israel, EE.UU. y Arabia Saudí son los principales actores que aparecen detrás de todos estos grupos terroristas. Saben que con un gobierno islamista obtienen un doble premio: de un lado un gobierno que les permita condiciones ventajosas sobre productos y materiales del país, en especial petróleo y trigo, y de otro lado negar un espacio aliado para países como Irán, Rusia o Líbano, enemigos de los anteriormente citados.
Si bien es cierto que el momento coyuntural es bien distinto tanto dentro del país (composición del ejército y situación de desgaste de todo el país) como a nivel internacional (en lo que refiere especialmente a la situación de Rusia con Ucrania y en cuanto a Irán y Líbano con Israel), no es menos cierto que Siria ha demostrado ya su valía y su capacidad de lucha y resistencia, no los demos ya por derrotados.
Los que hablan de “rebeldes” simplemente dulcifican a una serie de terroristas, que exterminan minorías religiosas en la región, seguidores del wahabismo más cruel y que buscan imponer una serie de estado como el actual Afganistán o Libia. De hecho, no están tan lejos las causas, motivos y procedimientos que sufrieron estos dos países por parte de EE.UU. para mantenerlos lejos de la órbita soviética en el caso del primero y para evitar una sublevación del continente africano que estaba liderando Muamar Al Gadafi en aquel entonces.
A los exportadores de democracia, se entienda la ironía, poco les importa la convivencia y estabilidad de un estado soberano si va contra sus intereses. Defendamos así pues la defensa y lucha a ultranza de Siria y defendamos el gobierno legítimo de Al Assad como garante de coexistencia pacífica dentro del país en contra de islamistas fundamentalistas al servicio de los dueños del primer mundo.