En el pleno del congreso de los diputados del pasado día 9 de octubre, Pedro Sánchez hacía las siguientes declaraciones: «Vamos a agilizar la homologación de títulos académicos de aquellas personas que quieran trabajar en España, y a poner en marcha un programa de migración para facilitar las contrataciones de países como Mauritania, Senegal…»
La caterva reaccionaria poco tardó en acusarlo de vender a los jóvenes españoles, pero la realidad es bien distinta. Y es que son los grandes empresarios los que necesitan mano de obra extranjera que, además, haga aumentar el ejército de reserva, no sólo entre la población con niveles de estudios más básicos sino también con aquellos que tienen estudios superiores; lo que contribuye a generar enfrentamientos entre los trabajadores y, en definitiva, a dificultar la necesaria unidad de la clase obrera.
Se entiende esto mejor con la siguiente declaración del mismo Sánchez, que pretendía darle su toque rosa y progre para que todo luciera más psoeizado: “en los próximos 25 años, la pirámide de población perderá cuatro millones de personas en edad de trabajar, lo que dejaría la fuerza laboral en niveles de 1996, y eso podría impactar en el crecimiento potencial, pasando de un 2% a un 0,1%”.
Así las cosas, aunque pudiera hacer aparecer al PSOE con un mínimo semblante de izquierdas por pensar en la inmigración, verdaderamente lo que piensa Pedro Sánchez es en el crecimiento de España a través del enriquecimiento de los grandes capitalistas.
Por tanto, dicha homologación de títulos de distintos países africanos no es más, efectivamente, que una manera de enfrentar más a la clase trabajadora entre ella. Además, arrancar a la juventud más preparada y dispuesta de sus países de origen no deja de ser una manera de cortar todo atisbo de revolución o insurrección en estos países.
Lejos, pues, de ser una medida progresista, es un win-win para los grandes empresarios que ganan enfrentamiento entre la clase trabajadora nativa y extranjera y un engrosamiento del ejercito de reserva en puestos de trabajo con estudios superiores, conllevando, además, un crecimiento del odio que los voceros racistas de PP y VOX harán suyo.
Que no toda medida que parezca una ayuda a la inmigración, o a cualquier sector vulnerable, nos nuble la vista; y menos, viniendo del partido más traidor a la clase trabajadora.