Esta semana conocíamos el asesinato de Yahia Sinwar a manos del ejército sionista de Israel. Mataban así al líder de la resistencia palestina en lo que viene siendo una masacre ante los ojos de todos sin que prácticamente nadie se posicione verdaderamente. Sólo Líbano e Irán han sido capaces de contestar por la vía de los hechos a los canallas que lidera Netanyahu, no sin, por supuesto, ser reprochado esto por toda la corte occidental.
La muerte de Yahia es el último asesinato de una lista que se empieza a hacer extensa; la anterior fue la de Nasralá y, ya anteriormente, Al Aruri o Haniya. En cualquier caso, parece que Israel no está calibrando bien las consecuencias de sus actos.
Todos sabemos que, si detrás de Israel no estuviera EE.UU., esa soberbia e impunidad con la que se sabe para hacer lo que le viene en gana no existiría. Y es que Israel es el típico amigo del abusón del colegio, el típico que sabe que puede reírse y tratar mal a otros porque, en caso de que se metan con él, su amigo el matón lo protegerá, ya que para eso es su perro fiel. Lo que no ha sabido medir esta rémora es que a su amigo tampoco le interesa llevarse mal con todo el colegio.
Estados Unidos por el momento cierra filas con Israel y mantendrá todo su apoyo mientras con la boca pequeña lamenta la muerte de los más de 40.000 palestinos. Pero sabe que no le interesa un conflicto armado directo contra potencias nucleares como Irán, de la misma manera que no le interesa contra Rusia y por eso Ucrania es su pelele allí.
Israel se adueña de la conocida cita de Maquiavelo, porque, aunque en este caso el fin no es lícito, el fin justifica los medios. El fin es masacrar Palestina y su gente para el bien de Israel. Ese fin atenta directamente con la coexistencia en tiempo y lugar con otros países que en primer lugar sienten que eso es una tropelía, una injusticia y un genocidio; y en segundo lugar, que no les interesa lo más mínimo que la influencia de EE.UU. se extienda más en Oriente Próximo.
A expensas de siguientes movimientos internacionales de potencias como Irán y de potentes movimientos como Hezbolá, Israel quizás le vio las orejas al lobo cuando negó haber matado a Sinwar en una maniobra desesperada por evitar, al menos en el corto plazo, cualquier ataque contra ellos.
La situación es, a vista de todos, inestable, pero la única posición justa en esta causa es estar del lado palestino y apoyando cualquier acción que vaya contra los intereses israelitas, sea dicha acción del carácter que sea: aquí no caben tibiezas ni medias tintas.
Que la tierra les sea leve a todos ellos que luchan por la victoria del pueblo palestino, PALESTINA VENCERÁ.