Los reformistas latinoamericanos (los de Europa también, claro) se quejan que desde posiciones de izquierdas (no vamos a decir revolucionarias, porque entonces las críticas ya serían tan lógicas como necesarias y contundentes) se les critique, pero es que su comportamiento tan reaccionario en muchas ocasiones no deja lugar a otra cosa.
En el caso de Lula, recordar que en las últimas elecciones el presidente de Brasil pidió el voto para el PSOE y su candidato Pedro Sánchez; un agente del gran capital, por mucho que se autodenomine socialista. ¿Cómo no criticar a quien defiende tanto a quienes tanto nos complican la vida?
Lula da Silva se ha deshecho en elogios para con Alierta, un empresario corrupto, privatizador de empresas estatales y asignador, cuando fue presidente de Telefónica, de directivos provenientes del mundo de la política como Eduardo Zaplana, Rodrigo Rato, Narcís Serra o Iñaki Urdangarín, entre otros siniestros individuos. Y mientras tanto a reducir la plantilla de trabajadores.
Casos como estos no impidió al presidente Brasileño expresar que “César Alierta Izuel fue un gran empresario español, que, además de gran importancia en España, tuvo un papel muy importante en las inversiones extranjeras en Brasil por confiar en el desarrollo de nuestro país e impulsar la economía brasileña”.
Lula expresó, igualmente, que se encontró por última vez con Alierta en noviembre de 2021 en Madrid. Era “un amigo y alguien que aprendí a respetar cada vez más en nuestros contactos a lo largo de los años”, subrayó el presidente socialdemócrata brasileño.
Fallecido ayer, miércoles, el empresario César Alierta fue presidente de Telefónica y Tabacalera, empresas estatales que contribuyó a que se privatizaran. La privatización de la primera la inició el gobierno de Felipe González y la culminó José María Aznar.
Sí, Alierta participó de la provechosa operación privatizadora de José María Aznar, provechosa, por supuesto, para Aznar y para sus amigos.
Tampoco está de más recordar que Alierta fue condenado por un delito de abuso de información privilegiada en 2009, cuando dirigía Tabacalera, que aún era una empresa estatal en ese momento. Sin embargo, dos años más tarde, el Tribunal Supremo lo absolvería por prescripción del delito. Alierta fue juzgado por una transacción de compra y venta de acciones de Tabacalera que realizó en 1997 a través de su sobrino y en la que se benefició del conocimiento privilegiado que tenía como presidente de la compañía sobre la adquisición de Havatampa, una empresa estadounidense. Cuando se hizo pública la operación, el valor de las acciones aumentó y Alierta vendió sus títulos obteniendo una ganancia de 1,8 millones de euros.
Alierta fue “un gran empresario español […] de gran importancia en España”, dijo Lula sin un atisbo de sonrojo. Con izquierdistas así, ¿para qué hacen falta las derechas?