De la pandemia íbamos a salir todos mejores. Eso lo superaríamos unidos. Si teníamos una actitud resiliente, el mundo conspiraría para ayudarnos. Y así todo. El problema es que, mientras nos mandaban leer a Paulo Coelho, nuestros gobernantes leían a Marx. Y muy atentamente.
Así, crearon unos “fondos de reconstrucción” y el heroico Sánchez fue a pelear para que España se llevara una parte aún mayor del suculento pastel. Para la UE era fácil teclear un numerito en la computadora del BCE, sanear todas las grandes empresas y hacernos cargar a los pueblos con la inflación.
Pero la jugada era aún más maestra: las ayudas estarían… “condicionadas”. ¿A no ilegalizar o perseguir a los comunistas, como los países del Este? ¿A no masacrar a los inmigrantes en Melilla? ¿A no enchironar a los disidentes catalanes? No. A cumplir con los objetivos de déficit: el maravilloso eufemismo que se han inventado para no decir que pretenden arrebatarnos todas nuestras conquistas históricas.
Y sí, su democracia (formal) les viene genial para ello: siempre hay un partido aún más despreciable, con lo que debes ser pragmático y apoyar el mal menor. Por ejemplo, apoyar a Sánchez para que no entre Vox. En fin, que, en mitad de este panorama, esta semana nos enteramos de que la UE nos chantajea nuevamente: si queréis acceder al cuarto pago de los fondos europeos (10.000 millones), tenéis que recortar los subsidios de desempleo.
¿Y cómo? Pues condicionando su cobro a la aceptación de puestos de trabajo, la búsqueda activa de empleo y la participación en cursos de formación. ¡Qué bonito! Eso sí, para darle más teatralidad, han montado un numerito en el interior del propio gobierno. Así, la propuesta de Economía (de la UE y la CEOE, vamos) es q ese subsidio de 480 euros vaya menguando. Pero Trabajo (cuyos votos dependen de “cambiar algo para que todo sigan igual”) patalea y niega que se vaya a recortar; de hecho afirma que se va a ampliar a más colectivos (menores de 45 años sin cargas familiares) y más meses.
Dos ministerios del mismo gobierno diciendo lo contrario. ¿A quién creeremos, a nuestros ojos o a los prometedores profesionales? ¿A los que dicen lo mismo que la UE, o a los que no? El caso es que, finalmente, desde Sumar nos espetan que Tatcher tenía razón y no hay alternativa: o nos recortan unos, o nos recortan (más todavía, dicen) los otros. ¿Y no se puede proponer un gobierno que no recorte a los de abajo, sino a los millonarios?, les contestamos nosotros. ¿Y quién haría eso?, nos espetan con sonrisas irónicas.
En fin, que una cosa está clara para nosotros: desde luego, no serán partidos-secta “supercomunistas” de frase quienes le den la vuelta a esto, sino un frente amplio, un partido-movimiento a lo chavista. Sin embargo, ese referente político, en su amplitud, deberá tener una línea roja: la ruptura con la dictadura de Bruselas, la defensa del movimiento obrero y del Estado intervencionista en la economía. Nunca olvidemos que ‘crisis’, en chino, se escribe con los idiogramas de ‘peligro’ y ‘oportunidad’.
No hay alternativa dentro de la UE: en eso llevan razón quienes ponen excusas. Pero precisamente por eso hay que proponer la ruptura. Y, por cierto, incluso en términos estrictamente electorales, no es cierto que la gente no pueda votar a algo así. En toda Europa están ganando partidos que hacen de la oposición a la UE su bandera… pero fascistas. ¿Seguiremos dejándoles el terreno libre?
Si no ponemos esa línea roja, somos cortoplacistas: evitamos a Vox en el corto plazo pero alimentamos las causas de que Vox, o cosas peores que aún no hemos visto, sigan creciendo más, y más, y más. Tal es la máxima del yolandismo: (poco) pan para hoy y hambre (fascista) para mañana.