Antes de empezar la entrevista no sabía si hablaríamos de las torturas de las que fueron víctimas él y sus compañeros cuando les encerraron a Egunkaria. Cinco días de horror. Alguna vez ya había hablado de ello. Es una de las ignomíneas más graves que ha recibido el periodismo europeo. Como es también una de las respuestas en defensa de la democracia más espléndidas que se han hecho nunca. Desde el equipo que al día siguiente sacó la edición del diario mientras torturaban a sus jefes, hasta los miles de personas que salieron a la calle y dieron dinero para que se hiciera este nuevo diario que se llamaría Berria. Acabamos hablando mucho de todo esto, de qué ocurrió, de cómo respondieron y también de cómo jugó la partida el estado. La historia de Martxelo, de Egunkaria-Berria, de su gente, es una historia de resiliencia que nos hace a todos más resilientes. Gracias, Martxelo,
— ¿Cómo nace su vínculo con la lengua?
—Soy sobre todo hijo de un padre que decía que en casa debía hablarse vasco porque era nuestra lengua. En la escuela era obligatorio el castellano y los hermanos, a veces, llegábamos a casa hablando castellano. Entonces el aitanos decía que si no hablábamos vasco no habría paga. Él no lo hacía por defender unos derechos lingüísticos, ni por nacionalismo. Lo hacía porque para él lo más natural era hablar en euskera. No era una familia ideologizada. No soy una persona que tenga muchos recuerdos de la infancia, pero sí que recuerdo que cuando tenía catorce años o quince dejé el vasco y hablaba mucho castellano. Pero un día me desperté. Me embalé y ya no paré de estudiar y hablar vasco. Hacía un curso por la mañana y uno por la tarde para ir más rápido.
— ¿ Y empieza a dar clases?
—Empecé a estudiar magisterio, pero me aburría mucho y lo dejé. Empecé a dar clases en la Coordinadora de Enseñanza para adultos, que se convirtió en un centro municipal, donde hice todo tipo de tareas. También colaboraba con el diario Egin, en un suplemento en euskera que salía cada día. Hacía entrevistas. Tenía veinticuatro años y con el dinero que ganaba me iba a Londres a ver teatro.
— ¿ Qué le gustaba?
—Soy un poco mitómano. Siempre me ha gustado mucho Vanessa Redgrave. Recuerdo que también fui a ver –desde el gallinero del teatro porque no tenía dinero para más– Jack Lemmon y Faye Dunaway.
— ¿ Después vaya a trabajar a la televisión vasca?
—En 1987 me llamaron de la televisión vasca porque les gustaba lo que escribía a Egin. Coordiné el apartado de continuidad y promoción. Siempre me he divertido muy profesionalmente. Fue algo bonito, combinaba el Euskaltegi con la televisión. Al cabo de un tiempo entré de lleno en la tele con contrato. Dirigía un magacín, de lunes a viernes, con un equipo de doce personas. Hasta que un día me llama Iñaki Uria, de Egunkaria, y me ofreció ser director a mí porque pasaba a ser consejero delegado. Yo nunca pensé que podría hacer esto.
—Pero decidisteis que sí.
—Le pedí diez días para pensarlo y el segundo día ya les dije que sí, que me encantaba la idea, que me quedaría dos años. En aquella época yo era un culo inquieto y no quería atarme mucho tiempo. Para mí dos años era mucho tiempo y, mira, he estado treinta años. El primer año era como director becario. Hablaba muy poco.
—Pues les gusta mucho hablar…
—Parecía un milagro. Ese primer año hablé poco y mandar poco. Tuve la humildad de estar en las reuniones para aprender. Alguien debió pensar: ¿este qué ha venido a hacer aquí? ¿A dirigir o qué? Luego ya ejercí de director y tuve la suerte de tener unos magníficos compañeros que me enseñaron la profesión.
— Como director, ¿cómo se ve?
—Tuve desde el principio la intención de romper barreras y me esforcé mucho tiempo en ir a todas partes para que el periódico fuera conocido. El diario venía de una época dura, de boicot de las instituciones que estaban en manos del PNV. En 1994 llegamos a un acuerdo de la empresa con el PNV y todo era más fácil. Yo tenía obsesión de que se conociera el periódico, tanto dentro del país como fuera. Me veo como un gestor que dice a los lectores ya las lectoras, y también a los periodistas: leer en euskera no es un producto B. Berria va a los juegos olímpicos y en todas partes… Que todos tengan el concepto de que somos un diario normal.
— ¿ Por qué abrir puertas?
—Piensa que en ese momento ibas a Bilbao, y no a Biafra, y no sabían que existía un diario en euskera. Que el proyecto fuera conocido y reconocido en todas partes con normalidad, siendo uno más en la oferta del quiosco, era mi trabajo. Que nuestros periodistas nunca tuvieran la sensación de que para trabajar en el diario en euskera eran periodistas B, que lectores y periodistas estuvieran orgullosos del diario. Yo conseguía credenciales para ir a todas partes. En el 95 ya fuimos al referéndum de Quebec, el 96 en los Juegos Olímpicos de Atlanta y las negociaciones de Kossove en el Palacio de Rambouillet, en las afueras de París, donde hay que decir Madeleine Albright, que en sus memorias habla de los vascos. Quería que la gente tuviera la sensación de que con este director nos divertiríamos, que abría la puerta. También es cierto que tenía una dirección financiera que me permitía hacerlo. He sido obsesivo con esto. Yo he gastado mucho en el diario. En un diario están quienes llevan el dinero, quienes lo gastamos y quienes controlan, siempre molestando, que no gastamos mucho.

— ¿Qué debe tener un periodista?
—Siempre he intentado insuflar el espíritu de preguntar, de preguntar mucho, sin pedir permiso. Eso sí, ser educado, simpático y respetuoso y seducir, sobre todo a la hora de explicar la importancia de tu diario. La gente debe tener la ambición de ser el primero, de saber, de llamar, de que los periodistas sean conocidos porque siempre llamamos. De cincuenta veces que llames, cuarenta y cinco te ponen en marcha a la mierda y en cinco consigues lo que quieres. Pero la única forma de que Julia Roberts cena con nosotros es invitarla. Mira que somos guapos, pero ella seguro que no nos invitará a nosotros. Siempre he mantenido esa constancia de batallar para lograr las cosas, para que la redacción tenga esa ambición. He sido obsesivo en motivar a la gente.
— ¿ Por qué cierran Egunkaria en 2003?
—Nosotros habíamos publicado tres entrevistas con ETA: en 1999, 2000 y 2001. Las hago yo. Dos son presenciales y una no.
— ¿Esa es la razón que daban?
—La Guardia Civil apuntaba hacia ahí. El 90% de las torturas eran para saber cómo había gestionado las entrevistas y dónde las habíamos realizado. Piensa que antes del cierre ya había sido citado por las entrevistas por el juez Garzón. Debo ser el único vasco que tiene dos órdenes favorables del juez Garzón. Hay una máxima que es que el entrevistador no comete ningún delito. Hay que reivindicar la profesión. Yo tengo el derecho de hacer preguntas a todo el mundo. Si alguien comete un delito será el que responde. Ante las preguntas de Garzón me acogía en el derecho que tengo de no responder. Le decía, con respeto: “Señoría, no le voy a contar lo que tengo el derecho de no contarle.” Él cerró los casos.
— ¿ Y el tema de fondo?
—En el 2000-2003 empieza ya el plan Ibarretxe, la izquierda aberzaley los partidos políticos incorporan con mayor énfasis la autodeterminación y el derecho de independencia. Creo que la inteligencia del estado decide de dar un susto a la población. Ya había cerrado a Egin, porque ya tenía una condena previa por parte de determinados sectores de ser pro-etarras, terroristas. El PNV fue muy duro con Egin. El primer cuerpo policial que entra en Egin no es la policía española, sino la Ertzaintza, en cachear el diario. La gente se olvida, pero fue así. Piensa que Atutxa llegó a decir: “Comprar a Egin cada día es dar dinero a ETA.” Esto se decía, después vino el PP a rematar. El cierre de Egin, por desgracia, no había tenido una respuesta tan fuerte, tan vehemente y enérgica como la que tuvo el cierre de Egunkaria. Como hemos visto en Cataluña, el estado hace constantemente tests y, según qué respuesta des, ellos siguen o no. En ese momento las radios españolas decían que lasikastolas eran el jardín de infancia de ETA. Creaban un humus, un magma, que incluso decían que tomarían el poder en la Ertzaintza y se le quedaría la policía española. Dijeron: hacemos algo que nadie se espera.
— ¿ Egunkaria es el blanco que eligen para hacer el escarmiento?
—Como la respuesta al cierre de Egin no había sido fuerte, el estado dice: ahora vamos a hacer algo que no esperan. Cerraremos a Egunkaria, detendremos a los directivos, les acusaremos de ser miembros de la dirección de ETA (piensa que muchos miembros del consejo editorial eran prohombres de la cultura vasca), les torturaremos para que la gente vea que esto va en serio y lo que más habla de todos lo soltaremos para que explique las torturas y la gente coja miedo. El objetivo era: cuidado con la autodeterminación, la independencia, que nosotros somos capaces de hacer cualquier cosa. El objetivo era que la gente dijera: el estado va de verdad.
—Pero ocurrió la contraria.
—Sí, ocurrió la contraria. La gente dijo: si cierran a Egunkaria y torturan a Joan Mari Torrealdai, que sería como acusar a Miguel Delibes de ser del FRAP, debemos detenerlo. El estado pensaba que la gente se echaría atrás. Pero no, la gente entendió que debía detener esta vez y decir al estado: esto te ha salido mal, déjalo de una vez. La gente que participó en las manifestaciones iba a defender a Egunkaria, pero también a su sindicato, a las entidades financieras, a su escuela. Sería muy presuntuoso de nuestra parte pensar que la gente sólo iba por Egunkaria, por nosotros. La gente salió a la calle para defender las columnas fundamentales del país. El estado se confundió y hubo una gran respuesta. La mayor manifestación de la historia de San Sebastián es la de Egunkaria. Lo colapsó todo. Incluso en la autopista abrió los peajes, de las colas que había. Todo colapsado. Mi conclusión es que no pensaban sólo criminalizar a la prensaeuskaldun . Querían dar un aviso, un susto. Les salió mal. Del 2003 al 2004 estábamos pendientes de que cerraran Berria, pero no, alguien de arriba dice: no, detengámoslo, nos ha salido mal. Dijeron: detengámoslo, que hemos cerrado una mierda de diario en euskera y nos cae el mundo encima. Salió en todas partes, Washington Post, conferencias en todas partes. Todo el mundo venía. Fue fundamental la entrevista en la revista Time; yo era suscriptor de la revista, vinieron y publicaron una entrevista. Ellos tienen credibilidad. Detrás suyo vino todo el mundo. La gente quería que les contara que en el 2003 en España se torturaba un director de un diario.
— ¿ Esperabais algo?
—Si en ese momento alguien dice: déme veinte entidades que pueden ser preocupantes para el estado, nadie habría dicho Egunkaria. No éramos un elemento que el estado tuviera que cascar. Nos atacan por provocar dolor. Pegan a la niña protegida de la cultura euskaldún , que, tras salir la radio y la televisión vasca, era el diario en euskera, que se había creado por suscripción popular, que tenía miles de socios. El estado dice: este objetivo es el bueno y si no reaccionan iremos por mes: la Ertzaintza, las entidades financieras, el modelo educativo…
— ¿ No tenía sospecha alguna que le detendrían?
—Ni la más mínima. Es cierto que el día antes, volviendo a casa de una conferencia que hice en Toulouse, los organizadores me dijeron: hay gente en la plaza que no nos gusta. Cogí el coche normalmente y sí, un coche delante y uno detrás. Todo el rato como un sándwich. Lo noto, pero no creo que me van a detener. No llamo ni aviso a nadie. Durante 25 kilómetros no se despegaron ni el delantero, ni el trasero, ni un milímetro. Yo hacía pruebas de acelerar y frenar y era clarísimo que me seguían. Creía que me decían: Otamendi, ya sabemos quién eres.
— Habiendo cerrado Egin, ¿tenía un plan B?
—No teníamos ningún plan B y, en cambio, el equipo, con todos los directivos detenidos, es capaz de hacer el diario en tres horas en otro sitio. El mensaje que envían los trabajadores haciendo el diario es: nosotros hacemos el diario; vosotros ¿qué piensa hacer? Y la gente lo entendió. Hubo respuesta en todas partes: huelgas, manifestaciones… Algo extraordinario. La respuesta que hubo en Cataluña fue extraordinaria, no sé si nosotros habríamos respondido así si hubieran cerrado un diario catalán.
— Os torturaron mucho a todos
—Estuvimos detenidos del jueves al martes. Cuando entras te dicen: “Esto es un viaje de cinco días y aquí canta todo el mundo. Cuanto antes cantes mejor para ti y para nosotros.” En mi caso, al no ser fundador del diario, no podían preguntarme sobre la participación financiera de ETA. El 90% de las torturas y preguntas eran para decir: “Tú, hijo de puta nos contarás lo que no dijiste a Garzón, esto es la Guardia Civil, y es un terreno en el que no entra nada, ni la constitución, ni la ley, ni las garantías.” Es un mensaje que estás en su terreno de la Guardia Civil y que tienen sus códigos de conducta. Yo reivindicaba mi derecho a no revelar las fuentes del trabajo. Esto les ponía muy nerviosos. Las torturas más fuertes creo que las hicieron el día de la manifestación. Eran la venganza. En ese momento no lo sabes, luego lo vas relacionando. La gradación de las torturas va subiendo. Empiezan insultándote, te desnudan…
— ¿ Ellos sabían que era gay?
—Ellos se dieron cuenta de que era gay cuando hicieron el cacheo en casa. Encontraron unos folletos de un bar y la cabeza del operativo me dice: «Te gustan los culos.» Cuando estás desnudo empiezan a tocarte con una especie de plástico doblado la zona de los glúteos. Con esto quieren decir que pueden empeorarlo. Te hacen ejercicios físicos hasta la extenuación y te hacen estar de pie, sin dormir. Quieren que te conviertas en un desperdicio. Buscan tu sumisión psicológica para obtener la confesión deseada. Te hacen vejaciones homofóbicas. Mientras estás desnudo te dicen que han hablado con tus amigos y que te gusta una posición y entonces, mientras estás desnudo, te ponen en esa posición. Después recordé que sabían que era homosexual porque habían encontrado aquello en mi casa, pero hay un momento en que piensas que pueden ser tan animales de haber ido a casa de mis amigos. Quieren hacerte creer que no eres nada, que pueden hacerlo todo, que lo saben todo y que tú no eres nadie. Saben que eres gay y quiénes son tus amigos. Cuando estás solo en la celda te das cuenta de que se lo inventan. Entonces dices: haré lo que me digan, pero no creeré que implican a mis amigos y les complican la vida.
—Pero no podía confesar nada.
—Intentar convencer al torturador de que no sabes lo que él está convencido de que sabes es muy difícil. Ellos están convencidos de que tú sí lo sabes y que no quieres decirlo. Si les dices que ETA ha hecho manos y mangas para que no sepas dónde están, no se lo creen. A mí siempre me interrogaban por detrás y me ponían una gorra de montaña para que no viera nada. Nunca apreciarás tanto qué es poder dormir, algo normal que haces todos los días. Dormir aunque fuera dos horas era evadirte. Te chantajea constante con el dormir. «Podrás dormir si colaboras.» Hay un momento en que veo los zapatos del torturador y pienso que podría retener esa información. Y digo: “Veo el zapato.”
-Uf .
—Sí, porque llegas a un momento en que sólo quieres salir de allí de algún modo. Los marinas o los yihadistas están preparados para que los torturen o incluso los periodistas de guerra asumirán que algo puede sucederles. Yo no, nunca había intuido que podía pasarme aquello. Y ya no sabía qué hacer, y le digo: “Te veo”, como quien dice “Para, ja, sé un poco simpático”, pero nada. El tercer día creo que ya se dan cuenta de que no voy a decir nada porque no sé nada. Entonces ya me habían puesto dos veces la bolsa en la cabeza ahogándome y me pusieron en la sien un hierro metálico haciendo clic, como si fuera una pistola, que enseguida me la pusieron en la mano. Ellos tienen todo muy estudiado. Primero te cansan muchísimo y van haciendo un crescendo. Tú nunca los ves. Te dicen que no mires ni hables con el compañero de la celda… Yo siempre llegaba de los interrogatorios llorando y no le miraba. Te ponen el bolso y te ahogas, pero no puedes hacer nada, no sabes nada.
– . ..
—Cada día nos visitaba el forense. En los primeros días piensas que es el único hilo de comunicación que tienes con la democracia, con las garantías. El único trato humano. Lo único que ves cara a cara. Y le digo: “Di al magistrado –que era del Olmo–, que me saque de aquí en un plazo de veinticuatro horas, que yo iré a declarar y que me pregunte lo que quiera.” Él iba apuntando, como si hablaras en una botella, y le digo: «Si no me saca de aquí mañana, me rompo la cabeza contra esa columna metálica que hay aquí delante.» Ya no podía. Me vuelven a poner la gorra de montaña y un abrigo por encima para que no vea a los guardias civiles que me acompañan, que hacen el camino hacia la celda dando vueltas para despistar. Dos minutos después entran en la celda con fuerza y me cogen y me echan al suelo: “Si vuelves a decirle al hijo de puta del forense eso que te hacemos,
— ¿ Os había delatado?
—Es en ese momento que piensas que el forense te lo ha jugado. Vuelven los interrogatorios y torturas más duras y al día siguiente, cuando vuelve el forense y me pregunta cómo estoy, le digo que perfectamente. Queriendo decir, no me la jugaré. Al cabo del tiempo, a través de los abogados, supe que sí se lo había dicho al magistrado, de palabra y por escrito. Y que lo más probable era que la Guardia Civil tuviera micros en esa sala del forense.
— Aparte de ese momento tan crítico, ¿cuáles han sido los momentos más duros que ha vivido como director?
-Los más duros personalmente siempre han sido los atentados, o las torturas o las interacciones del estado.
— ¿ Y lo más importante?
—El fin de ETA, que algo ya sabíamos. Si un día de octubre en el Palacio de Aiete se reúnen con Kofi Annan todos los que se reunieron, tú ya entiendes que eso no es cualquier cosa. Él era una garantía clara. Yo fui como periodista. Era el lunes. Pregunto y me dicen que irá deprisa. El jueves por la mañana Iñaki Gabilondo en la Cadena SER realiza un programa especial desde el paraninfo de la Escuela de Deusto. Me invitan y digo que la respuesta de ETA será rápida y contundente. Hacen noticia de mi afirmación. Ese mismo jueves venid a Berria vosotros y Mònica Terribas envía una unidad móvil.
— ¿Sabías que el comunicado llegaría esa tarde?
—Las cosas llegan cuando llegan. A las cinco de la tarde llegó el USB, llamo a parte del equipo a mi despacho y salen deprisa, cada uno a hacer su trabajo, como en las películas. Nosotros teníamos páginas y páginas preparadas. Y nada podía decirse hasta las siete.
— ¿ Cómo sabía que era cierto?
—Unas horas antes había llegado un comunicado falso que descartamos, porque con los años también me había convertido un poco en experto, de tanto leerlos. Y dije a mis compañeros: “Mejor no publicar un comunicado verdadero que publicar uno falso.” De 5 a 7 de la tarde lo preparamos todo. Hicimos un estudio de televisión. Hice las llamadas institucionales al gobierno vasco ya otra gente que consideraba que debía saberlo.
— ¿ Se lo habían pedido?
—Eso lo hacía por propia iniciativa. Pensaba que tenía que hacerlo. A las siete empezamos a emitir una mesa redonda por televisión, todo con gente de la casa, porque sino la información se escapaba. Fue un programa muy bonito porque pudimos dar la información muy bien. Ese día la televisión catalana estuvo muy bien, entendió que debía estar ahí. La televisión vasca no pensó en ello. El periodismo es esto. Coger moscas en una mesa no tiene mérito, cogerlas al vuelo es más difícil. Una parte del éxito periodístico es tomar moscas al vuelo. Fue una satisfacción porque estas cosas me encantan. Dirigir un diario sin aportar nada nuevo me habría aburrido mucho. A mí me gusta la acción, no conformarme con la monotonía. Ese día la portada no nos funcionó, era el USB, eso no se entendió. Al cabo de los años cuando ETA se disuelve definitivamente, allí sí que hicimos una buena portada. Buscamos una pintada de ETA y la difuminamos como si el tiempo la hubiese borrado. Supimos representar el momento y tuvo éxito.
— ¿ Para un periodista la fiabilidad de los contactos es esencial?
—Tú te juegas tu prestigio profesional con tus contactos. Un periodista no puede excusarse diciendo “me han engañado”. Los contactos son fundamentales. Hay una frase que dice: “Los amigos, al igual que las plantas, debes regarlos; si no se secan.” Pues los contactos también.
— A veces en Cataluña no se entiende que Bildu dé tanto apoyo a Sánchez.
—Eso tiene una explicación, que son ciento cincuenta presos. En cierto modo, se acepta una especie de chantaje. El acercamiento ha sido el resultado de una decisión política, pero apoyada por una lógica. Los siguientes pasos serán políticos, como los indultos de Catalunya.
— ¿ Amnistía?
—No, la amnistía en la constitución no existe. Sí puede haber una ley de amnistía, que exige un tanto por ciento de apoyo que nunca estará allí. Por tanto, el único camino posible son los indultos personales, no el general. Se deberían ir dando pasos para dar el tercer grado… También hay gente a la que acaba la condena. Se puede compartir o no, pero hay que entender la posición de EH-Bildu en Madrid que en esta fase quieran sacar a los presos. De mi punto de vista, no puedes compaginar una política para que los presos salgan de prisión antes de que acaben la condena con una revuelta popular por la independencia. No sería posible activar una estrategia dura frontista contra el estado cuando estás por los presos. Esto significa que todo el proceso que se había iniciado al abrigo del proceso catalán… Vosotros habéis pinchado y nosotros también, porque eres el referente.
— Hay una frase vuestra, que siempre me ha impresionado: “Ellos siempre están ahí y tienen todo el tiempo del mundo.” No sé si en Catalunya se tenía tan claro esto.
—¡Piensa que es un estado! Siempre están ahí, nunca descansan. Tú eres psicóloga, por ejemplo, y te pones a hacer pancartas, a partir de las ocho de la tarde; o eres dependienta y también lo haces cuando tienes tiempo libre. La gente dedica unas horas a las manifestaciones, actividades, lo que sea… El estado tiene miles de personas liberadas, que trabajan ocho horas al día para escuchar tu teléfono, para seguirte, para interceptar lo que sea. La «igualdad de armas» no existe. Él siempre realizan tests y analizan la respuesta que se da. Lo que te contaba antes. Ellos van probando hasta dónde aguantas. El estado nunca ha estado tan preocupado sobre una ruptura como con la de Catalunya. Y lo digo con todo el respeto y que no se malentienda. ETA mataba a un coronel y le ponían otro. Y cuando digo esto no frivolizo. Ocurría así. En Cataluña, no. Tenían una parte muy grande de la población que decía: bastante, me voy, no aguanto más. Hubo una configuración astral, que sólo si vuelve a estar allí volverá a suceder. Pensar que estos ciclos son automáticos y de ciclo corto, no creo. El estado lo hizo muy bien, controlando que no hubiera soporte internacional.
— Siempre ha venido mucho a Cataluña. ¿Cómo ve la situación actual?
—Como dice un amigo mío, a mí no me cansa el proceso catalán, me cansan los gestores del proceso. Es una pena que se haya llegado a su punto actual. Dicho con todo el respeto, tenía toda la atención de Europa mirándose, incluso España había colaborado pegando como pegó el Primero de Octubre. El diario The Times publicó con unas letras perras así: “SHAME” (‘vergüenza’). Miles de personas habían dedicado diez años de su vida a ese proceso. Cuando tienes todos los elementos para hacerlo, que no haya podido mantenerse una unidad de acción es frustrante, incluso para los vascos. ¡Que lo tengas y no lo sepas utilizar! No tengo la solución, pero hay una generación entera que debe irse a casa. Debe venir gente que no tenga en la mochila estos odios cainitas.
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