Según los datos oficiales de las elecciones al Parlamento Vasco del pasado domingo, la participación fue del 62,52%, mientras que la abstención fue del 37,48%. Sin embargo, si se tiene en cuenta el censo electoral de los residentes en el extranjero, la balanza se inclina un poco más hacia la abstención: 59,4% de participación y 40,6% de abstención. Esta cifra es la abstención más alta de la historia, con la excepción de 2020 durante la pandemia, donde la participación apenas superó la mayoría formal del 50,78%. Las cifras que saltaron a los titulares, sin embargo, fueron las primeras.
Pero incluso con los «mejores» datos de participación de este año en la mano, esta abstención oficial de alrededor del 37% está por encima de la media histórica en la sucesión de elecciones regionales. De hecho, en estas recientes elecciones se ha revelado que la inusual abstención en las elecciones de 2020 no se explica únicamente por la pandemia. Por el contrario, la tendencia a la baja de la participación se está volviendo natural y permanente.
La cifra de participación de este año ha aumentado en comparación con 2020, y los partidos políticos profesionales y los medios de comunicación se han alegrado de utilizar esto como excusa. Sin embargo, para encontrar datos de participación como los del domingo pasado habría que remitirse a las elecciones de 1980 y 1994, cuando la participación fue del 59,8% y 59,7%, respectivamente. Además, la participación media en todas las elecciones legislativas de la Comunidad Autónoma Vasca es del 65,4%; hasta el momento de los datos oficiales de este año. La participación alcanzó su punto máximo en 2001, con un 79%, y desde entonces ha ido disminuyendo año tras año. Además, desde 2009, la abstención no ha bajado del 35%.
Todas las cifras mencionadas son proporcionadas por el Gobierno Vasco, y las cifras oficiales siempre merecen ser observadas con lupa. En este caso, la metodología para contabilizar la abstención es bastante cuestionable, para empezar, porque miles de adultos que viven en los tres territorios no tienen derecho a votar; Inmigrantes de fuera de España, en su mayoría. Aquí hemos hecho una cuantificación mínima de este grupo social a partir de los datos del censo general, y con ello hemos concluido una cifra de abstención más realista.
En términos absolutos, el censo electoral de los residentes en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa fue de 1.712.301 personas en estas elecciones. De ellos, votaron 1.070.467 y se abstuvieron 641.834. Sin embargo, según las últimas cifras oficiales de 2023 del Instituto Estatal de Estadística (INE), en los tres países vivían al menos 2.216.302 personas. Más de uno podría pensar que la diferencia se debe a los menores, y en cierta medida lo es, pero eso no explica toda la brecha, pues sólo 350.318 de todo el censo oficial eran menores.
Por tanto, entre la población adulta total de 1.865.984 personas, hay al menos 153.683 adultos que están excluidos del censo electoral. De estos datos se puede concluir que la tasa de participación real se situó en torno al 57,3% del censo total de adultos en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, y no el 62,52%, como dice la cifra oficial. Es decir, con esa diferencia de 5,22 puntos porcentuales entre uno y otro, la abstención real se acerca al 42,7%, en lugar del 37,48%.
Quienes ejercen el voto de ninguna manera son la «mayoría de la sociedad»; al contrario, la gente que vota es una minoría.
(Con información de Gedar)
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