Desde que el PSOE y Sumar, y en el terreno sindical sus aliados CC.OO y UGT, creen tener el copyright de lo que es y no es izquierda, todo lo que esté fuera de su redil y control, es extrema derecha. O lo es, o lo hace el juego, que pa´progres, ellos.
De este modo, intentan apoderarse de un palabra para no practicarla: y así ni se salen de la OTAN, ni de la UE, ni atacan con firmeza a la monarquía hasta desestabilizarla, ni terminan con la sanidad privada y los colegios concertados, ni nacionalizan servicios básicos, ni rompen relaciones con Israel o EE.UU por genocidio, ni llaman a boicotear empresas usureras, ni facilitan el derecho de autodeterminación de los pueblos, ni se oponen a la privatizaciones de servicios esenciales, ni salen a las calles a protestar contra el capitalismo, ni nada de nada. Las señas de identidad de la izquierda fueron abandonadas por sus señorías pero… se quedaron con la palabra y, por ende, con el argumento de que si a alguien no le parece que ellos son el progreso, es que, quizás no lo sepa pero… eres neo nazi o similar.
Se trata de un juego viejo, chusco pero que repiten una y otra vez para que la chispa no salte y los pueda dejar observando cual vaca mira tren. Por eso, si se toca (o se grita) a Sánchez o a los Borbones, no puede ser desde la izquierda, eso es imposible. El manual de cómo atacar a la izquierda antisistema (es una redundancia) dice en su página 1 que, si es difícil convencer a una persona que los progres son la izquierda, pasa al capítulo siguiente donde se explica la teoría del menos malo que casi siempre funciona. Cuando se acercan elecciones (da igual en España o EE.UU) intensificar la idea y disfrazarla de argumento. Está comprobada su eficacia.