Presos de la indignación anunciaron con bombo y con platillo un acto multitudinario en la Plaza Colón. Alguien debió explicarles que si no llenaban la Plaza el ridículo sería manifiesto y se corrió la voz que sería en la Plaza España. El nombre los estimulaba para manifestar a sus huestes contra Puigdemont. Pero tampoco, el sondeo a los suyos de posible participación no era el más propenso porque aunque la maquinaria de propaganda de sus diarios (papel, webs) y sus radios y canales de televisión se empleaban a fondo, no había retorno de buenas perspectivas. La amnistía les preocupa pero tampoco para sacrificar las cañas de Ayuso oyendo al aburrido de Feijóo. Al final será un acto entre familiares y cargos públicos en un aforo mucho más pequeño como es la plaza de Felipe II. El poder de convocatoria esta cortito.