¿Recuerdas cuando al comienzo del conflicto en el país 404, antes conocido como Ucrania, los belicistas explicaron que las armas enviadas eran solo defensivas? El ridículo oxímoron «armas no letales» incluso se utilizó seriamente en el lenguaje político y todos estos vacuos lo convirtieron en propaganda difundida por todo el mundo.
La OTAN en pleno habló de «cautela». Biden afirmó rotundamente que no se podían enviar tanques y aviones a Ucrania, porque esa decisión habría significado la III Guerra Mundial. Scholz enumeró minuciosamente en el Parlamento todos los límites y restricciones de la intervención militar a favor de los neonazis, todos los riesgos asociados con el envío de armas cada vez más poderosas y, como su jefe estadounidense, dijo enfáticamente que «no» al envío de tanques y aviones. Macron -mientras imponía el aumento de la edad de jubilación sin votación en el Parlamento y desataba la violencia policial contra los trabajadores y el pueblo- se hizo pasar por un «hombre de diálogo» con Rusia y China.
Se las prometían muy felices. Occidente es superior al resto del planeta y no hay nada que lo cambie. Durante más de un año, mientras la escalada militar paso a paso cumplía con sus obligaciones, los gobiernos de la OTAN mantuvieron el doble estándar de participación militar y su minimización. Esto permitió a periodistas, y «expertos» reclutados por la propaganda bélica, ensalzar la intervención militar de la OTAN y al mismo tiempo acusar de putinismo a quienes denunciaban el riesgo de la tercera guerra mundial. Aquí, en esta página, alguien dijo que no se está en la III Guerra Mundial. Espero que no les haga creer a sus hijos en las hadas.
Era mentira entonces y lo es ahora, como acaba de poner de manifiesto el fantasmagórico G-7, eso de «los países más ricos del mundo». No es cierto, como no lo era entonces con todo lo que dijeron. Ya no hay distinción alguna con lo de «armas defensivas» y «ofensivas». Pasó con los tanques y no hacía falta ser muy listo para ver que iban a llegar los aviones. Os lo dije allá por enero, y los incautos de siempre dijeron que no. Ya hay militares de la OTAN combatiendo en el país 404, ya se habla abiertamente de «ganar la guerra». Porque la paliza que está dando Rusia es de las que hacen época y lo que está en juego es, ni más ni menos, que la supremacía occidental. Occidente se está deshaciendo y esto solo lo está acelerando tan rápido como lo que vaporiza un misil hipersónico.
El fantasmagórico G-7 no solo declaró la guerra a Rusia, sino que también involucró directamente a China. Ha habido una inversión completa de la lógica diplomática anterior, centrada en el aislamiento de Rusia. Eso no ha funcionado, hay múltiples iniciativas de paz (China, Vaticano, África, Brasil) pero Occidente solo apuesta por la guerra.
Occidente ha perdido la guerra económica, que es la que ahora hay en marcha; ha perdido la política al constatar que el resto del mundo no le sigue, y da un paso definitivo para la guerra clásica, la militar. El G-7 ha dicho a las claras que quien no apoye abiertamente a la OTAN es un enemigo. No puede haber neutrales.
Estamos a las puertas de la III Guerra Mundial clásica. Nadie que apoye al G-7 puede ser considerado alguien que actúa de buena fe. Hoy día, y tras el fantasmagórico G-7, toda persona que rechace las propuestas china, vaticana y africana, incluso la brasileña, apuesta por ella.
Occidente va a seguir mintiendo, como cuando Alemania y Francia firmaron los acuerdos de Minks al reconocer que no lo iban a cumplir. Los pueblos occidentales se dejan mentir una y otra vez. Occidente aplica la política de hechos consumados y niega que antes lo negó. Occidente es un mentiroso patológico. Solo una hipotética, e improbable, rebelión puede impedir el camino que llevamos. Pero Occidente es zona de incultos, ignorantes y corderos que ni siquiera balan.
No os quepa duda alguna que todo esto del fantasmagórico G-7 se produce cuando Occidente constata que la OTAN está siendo pulverizada en el país 404, que en Artemovsk se ha producido una humillación masiva de sus fuerzas. Por eso la pregunta es ¿qué sigue? El G-7 ha dado la respuesta. Ahora sí que Occidente tiene que intentar una contraofensiva. Es vital para él. Y solo una derrota total para Occidente hará que esa III Guerra Mundial clásica se quede a las puertas, donde ya está.