Christine Lagarde ha ratificado este jueves que, donde nos vendieron una supuesta “Europa social”, no había otra cosa que austeridad para los trabajadores (y, merced a ella, lujuria para los banqueros). El Banco Central Europeo ha decidido (sin consultar al populacho ignorante, faltaría más) que subirá, por décima vez consecutiva, los tipos de interés. Hasta el 4,5%: máximo desde 2001. Y lo peor de todo: avisa de que seguirán a esa altura durante varios años.
Así que, ciudadano europeo, el que ha llegado a su localidad no ha sido el tapicero, sino el Tercer Mundo. Automáticamente subirán todas las hipotecas, así como los desahucios, el cierre de empresas y el paro. Sencillamente han decretado de manera criminal una crisis que conllevará demasiado sufrimiento social… si no lo evitan unos nuevos bolcheviques tan malvados como los de los documentales de La 2.
Para colmo, toman esta decisión con Alemania y la Eurozona en recesión técnica. Pero nada de esto es un daño colateral: es lo que buscan. Si baja el consumo, bajarán los precios (pero no el valor real de las obscenas fortunas nominales que amasan). Nada más conocerse la nueva subida de tipos, la bolsa y su estúpida campanita lo han celebrado con repentinas subidas. ¿Cuándo escribirá Savater una “Ética para capitalistas”? Pero, según el telediario, los parados en riesgo de desahucio deben dormir mejor tras comprobar que los chupópteros del Íbex 35 están acumulando millones.
Es curioso que ningún periódico o tertulia sugiera, aunque sea en una nota al pie, que, para evitar que suban los precios, existe una inaudita, preclara y genial medida que ninguno de sus “prestigiosos analistas” ha aventurado: prohibir que suban los precios. Incluso si algún que otro multimillonario tiene que ganar un poquito menos este año. ¿No será que la UE y los medios de comunicación no son más que falderos cuyas correas están dirigidas por la misma mano?