El presidente de EE.UU. impone gravámenes a importaciones de la UE, China y otras economías, avivando las tensiones globales.
Donald Trump ha vuelto a hacer de los aranceles su arma favorita en política económica. En un discurso cargado de referencias a la “liberación de América”, el presidente de Estados Unidos ha anunciado una nueva oleada de gravámenes sobre productos importados, con especial énfasis en la Unión Europea, China y otras economías clave.
EE.UU. aplicará un arancel global del 10% y un 20% a las importaciones procedentes de Europa, justificando la medida como una respuesta a los supuestos impuestos que los países europeos aplican a las empresas estadounidenses. Trump, fiel a su estilo, ha calificado la situación de “estafa” y ha asegurado que su gobierno no permitirá que “sigan aprovechándose” de EE.UU.
Pero el castigo arancelario no se detiene en la UE. China, el principal adversario comercial de Washington, se verá afectada por un arancel aún mayor, del 34%, intensificando la ya tensa guerra comercial entre ambas potencias. Japón y Corea del Sur también han sido señalados con un 25%, mientras que India, Taiwán y Suiza enfrentan tarifas del 26%, 32% y 31%, respectivamente.
El Reino Unido, en cambio, ha sido tratado con cierta indulgencia, con un arancel del 10%, el mismo porcentaje que se aplicará a países como Australia, Chile, Singapur, Brasil y Colombia.
Las represalias comerciales no han tardado en llegar. Japón, Corea del Sur y China ya han anunciado que impondrán aranceles de vuelta a EE.UU. y lo harán de manera coordinada, lo que podría derivar en una escalada aún mayor de las tensiones comerciales globales.
El movimiento de Trump también ha generado incertidumbre en los mercados y preocupación entre las empresas estadounidenses que dependen de las importaciones. Si bien el presidente ha prometido que estos aranceles impulsarán el crecimiento y la reindustrialización del país, los expertos advierten que las subidas de precios podrían afectar a los consumidores y a sectores clave como la automoción y la tecnología.
Mientras tanto, en Europa, la reacción ha sido de cautela, pero con un claro mensaje de que la UE “responderá de manera proporcionada”. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha señalado que “Europa no se dejará intimidar” y ha advertido que la UE estudia medidas de represalia contra productos estadounidenses.
Con este nuevo paquete de aranceles, Trump aviva el riesgo de una guerra comercial a gran escala en un contexto global ya marcado por la incertidumbre económica. La pregunta ahora es si las amenazas de represalias conseguirán frenar la ofensiva proteccionista de Washington o si, por el contrario, el conflicto comercial entrará en una espiral sin retorno.