James Carter tenía 100 años. Vivió lo que no dejo vivir a millones de personas en todo el mundo con las intervenciones y decisiones imperialistas que se llevaron a cabo durante su único mandato.
James Carter no fue el peor inquilino de la Casa Blanca, pero vivió en ella entre 1977 a 1981, y tomó decisiones desde ella como jefe del imperialismo yanqui (mundial, podríamos decir) que convulsionó, saqueó y destrozó a no pocos pueblos del mundo.
En 2002 le otorgaron el Premio Nobel de la Paz en 2002. Pero este mismo premio también lo recibieron individuos tan sanguinarios como Henry Kissinger o Barack Obama, lo que constituye ejemplo de tremenda hipocresía y cinismo.
James Carter fue presentado como “un líder diplomático” en política exterior y “defensor de los derechos humanos”. Pero lo cierto es que nunca dudó en utilizar el aparato militar y la CIA para frenar o quebrar gobiernos revolucionarios y proteger los intereses de los grandes capitalistas yanquis en todo el mundo durante la Guerra Fría.
Son muchos los ejemplos que certifican la verdadera cara de James Carter. En Afganistán, por ejemplo, respaldó la Operación Ciclón, financiando a los muyahidines para derrocar al gobierno socialista afgano, aliado de la Unión Soviética. No está de más subrayar que, con ello, sentó las bases del auge de los talibanes y Al Qaeda. En toda América Latina, mientras públicamente promovía el “diálogo”, su gobierno nunca dejó apoyar regímenes represivos.
En Oriente Medio, James Carter contribuyó a los acuerdos de Camp David, donde Egipto firmó la paz con el Estado de Israel, hecho que consolidó el aislamiento internacional del pueblo palestino. En Irán, apoyó al régimen del Sha de Persia e intervino durante la crisis de los rehenes en 1980, en la fallida Operación Eagle Claw. Aunque limitado en su estrategia, debido a los acontecimientos desfavorables para Estados Unidos, Carter no frenó el intervencionismo estadounidense en Oriente Medio.
Por más que se trate de suavizar su verdadera condición, James Carter fue presidente de los Estados Unidos, es decir, jefe del imperialismo mundial. Y ese cargo está absolutamente reñido con la defensa de los derechos humanos, una cualidad (la de defensor de dichos derechos) que de manera absurda en no pocas ocasiones se le ha querido atribuir.
James Carter ha fallecido con 100 años. En insurgente.org no lo celebraremos (tenemos mejores cosas que hacer), pero que nadie nos tienda su pañuelo; no vamos a derramar ni una sola lágrima.