El presidente del gobierno imperialista yanqui, Donald Trump aseguró que su país “tomará el control de Gaza” y “liderará su reconstrucción”. Lo expresó durante su encuentro con el genocida israelí, Benjamín Netanyahu, en la Casa Blanca.
Trump añadió que su plan contempla “la retirada de escombros y bombas sin detonar”, además de la reubicación de la población palestina en terceros países, sin importarle que esta última propuesta fuera rechazada por Egipto y Jordania, dos de los países donde quiere ubicar a la población de Gaza.
Por su parte, al lado de su aliado, Netanyahu insistió en que el Estado de Israel debe “terminar el trabajo en Gaza”. Esto lo expresó en referencia a “la destrucción de Hamas y al establecimiento de un nuevo orden en el enclave”, lo que hace mucho tiempo aseguró que iba a a hacer, pero no lo consigue, ya que Hamás y toda la Resistencia palestina ha demostrado que, lejos de estar anulada, está más viva que nunca. Y eso es una realidad incluso después de más de un año de intensa agresión por parte del ejército israelí en la Franja de Gaza.
La población Gazatí que se fue, vuelve. Y el apoyo y la admiración hacia la Resistencia armada palestina sigue intacta o quizás hasta en aumento, como se ha podido comprobar durante estos días de los intercambios entre rehenes y presos.
Pero ahí sigue Trump con su proyecto imperialista. El magnate declaró que convertirá Gaza en la “Riviera de Oriente Medio” y que su administración no descarta “una posición de propiedad a largo plazo” sobre la zona.
Los organismos internacionales y defensores de derechos humanos han advertido que este plan no solo impediría la creación de un Estado palestino, sino que podría constituir una violación del derecho internacional, al forzar el enésimo desplazamiento de la población civil.
Una advertencia que no necesariamente frenará el impulso expansionista del inquilino de la Casa Blanca. ¿Acaso han hecho alguna vez caso a las advertencias y exigencias de los organismos internacionales?