El todavía presidente de Estados Unidos ha ofrecido hoy, miércoles, un discurso de despedida. Quien dentro de cinco días abandonará la Casa Blanca ha expresado desde el Despacho Oval que “en estos momentos, se está gestando una oligarquía en Estados Unidos construida sobre una concentración extrema de riqueza, poder e influencia”.
Es como si se le olvidara que en Estados Unidos la oligarquía es la que ha gobernado desde hace muchísimos años y de que, además, él pertenece a la misma. Biden ha expresado mostrarse “profundamente preocupado” por lo que definió como una “peligrosa concentración de poder en manos de unos pocos individuos ultraricos”. El señor Biden ha añadido que “si el abuso de ese poder no se detiene ahora, las consecuencias serán graves”.
Esta oligarquía emergente, ha continuado Biden, “amenaza directamente nuestra democracia, los derechos y libertades fundamentales, y la igualdad de oportunidades para que todos puedan avanzar”.
En el trascurso de 18 minutos que ha durado su discurso, ha dicho también: “El poder del presidente no es ilimitado, no debe serlo, y en una democracia, la concentración de poder y riqueza también representa un gran peligro”. “Socava el sentido de unidad y propósito común, genera desconfianza y división. Participar en nuestra democracia se vuelve agotador, incluso desilusionante, y la gente siente que no tiene oportunidades”.
Ha expresado algunas cosas más, pero no haremos eco de tanta mediocridad humana. Cualquiera que no conozca que durante cuatro años ha sido el jefe del imperialismo mundial, podría pensar que el que deja el cargo es un revolucionario.