En 2002 fichó con contrato millonario por el banco norteamericano Goldman Sachs para ocuparse de sus negocios en Europa. Durante ese periodo la entidad financiera, una de las mayores del planeta, asesoró al gobierno del derechista Kóstas Karamanlís a ocultar su elevada deuda, sorteando así las estrictas normas europeas sobre déficit. Esta trampa estaría en la base de la futura crisis económica griega.
Lejos de ser castigado por su papel en Goldman Sachs, Draghi sería poco tiempo después premiado con la presidencia del Banco Central Europeo. El economista italiano tomó las riendas del BCE en noviembre de 2011, en lo peor de la crisis económica, y se mantuvo en el puesto hasta finales de 2019.
Fueron los años del llamado austericidicio, cuando la llamada Troika, el Banco Central Europeo, el Fondo Monterario Internacional, y la Comisión Europea, impusieron a los países europeos, y en especial a los llamados PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España), fuertes sacrificios sociales en forma de recortes a los servicios públicos y los derechos laborales mientras los bancos recibían millonarias inyecciones de capital para sanear sus cuentas, hasta 60.000 millones de euros al mes entre 2015 y 2018.
El economista italiano Giuseppe Quaresima, lo define como una “figura determinante en la carnicería social de los países mediterráneos”, si bien matiza, “hay varios Draghis”, y en los últimos años, sin renunciar al neoliberalismo, “se ha presentado más como paloma que como halcón”.
En su opinión su apuesta más decidida fue realinear otra vez a Italia con EEUU y la OTAN tras los flirteos de su predecesor, Giuseppe Conte, con China.
El Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional, cuyo jurado preside el ex ministro socialista Gustavo Pertierra, llega en pleno debate sobre el rearme europeo, del que Draghi se ha mostrado un entusiasta defensor.
Presentado por los medios de comunicación como el “salvador del euro”, Draghi es un hombre que no ha tenido problema en decir una cosa y la contraria sin mediar entre ambas afirmaciones atisbo alguno de autocrítica. Su reciente informe sobre el futuro de la UE habla de emitir deuda pública común y expandir el gasto público para reindustrializar Europa, todo lo contrario a lo que hizo en su etapa al frente del BCE, años en los que fue uno de los enemigos declarados del Gobierno progresista de SYRIZA en Grecia, cuyo ministro de Finanzas, Yannis Varoufakis, planteaba entonces algunas de las ideas que el banquero italiano ha hecho posteriormente suyas.
“Cuando pudo hacer y no hizo, y si Europa está ahora como está tiene mucho que ver con las decisiones que él y otros tomaron durante la crisis económica”, explica Quaresima, afincado desde hace años en España.
Primer ministro entre 2021 y 2022, Salvatore Prinzi, investigador del equivalente italiano al CSIC, explica que de su breve paso por la política a cara descubierta, Draghi deja el recuerdo de un “burócrata gris” marcado por un estilo comunicativo “frío y distante”.
Prinzi, activista en los movimientos sociales napolitanos, define al ex primer ministro como un “liberal” en lo económico y un “autoritario” en lo político, y señala que bajo su discurso “modernizador y europeísta”, Draghi escondió a un político vacilante que rechazó homologar las relaciones laborales de los trabajadores italianos con las de los países más avanzados de Europa, y que “no se atrevió a atajar el problema de la evasión fiscal”.
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