…la realidad en Gaza es un contraste doloroso: unos pocos niños o niñas logran escapar de una muerte casi segura gracias a la ayuda externa, mientras que una inmensa mayoría permanece atrapada, viendo cómo sus vidas se apagan lentamente ante la imposibilidad de acceder a tratamientos médicos esenciales.
La situación en la Franja de Gaza ha alcanzado un punto de inflexión escalofriante. Tras más de diez semanas de la suspensión de la ayuda alimentaria por parte de Israel, la imagen de palestinas y palestinos muriendo de hambre se erige como el sombrío epítome de otro capítulo brutal en este prolongado conflicto. La semana pasada, una nueva escalada de violencia sacudió la región con una oleada de bombardeos israelíes que segaron la vida de centenas de personas, sembrando un profundo sentimiento de temor y terror entre una población ya exhausta.
El sufrimiento de la infancia en Gaza quedó crudamente expuesto a través de la historia de la pequeña Siwar Ashour en un artículo publicado por The Guardian: Con tan solo seis meses de vida, Siwar padece un grave problema de esófago que le impide alimentarse de leche materna, dejándola peligrosamente dependiente de fórmulas especiales, un bien cada vez más escaso en la Franja. El desgarrador testimonio recogido por Malak A. Tantesh y Julian Borger revela la desesperación de su madre, quien también sufre las consecuencias de la desnutrición, en un círculo vicioso de carencia y angustia.
Mientras la crisis humanitaria se agudiza, las declaraciones de funcionarios israelíes negando la existencia de hambruna en Gaza chocan frontalmente con la palpable realidad de la escasez de alimentos y las alarmantes cifras de desnutrición que afectan a adultos y niños por igual. Esta contradicción evidencia más que una desconexión preocupante con la gravedad de la situación sobre el terreno, un alto grado de crueldad y cinismo en pos del exterminio.
Ante estas escenas de horror, la respuesta sistemática de Occidente sigue siendo tibia e insuficiente. Y en este punto, se ratifica la complicidad de las potencias occidentales con el genocidio que lleva a cabo el estado de Israel. La más evidente y desafiante es la de Donald Trump, que con su indiferencia hacia las vidas palestinas y sus controvertidas propuestas para Gaza ha envalentonado las acciones del gobierno israelí. Ante las informaciones de la prensa generalista y el conocimiento por parte de la opinión pública de la situación desesperada de los y las habitantes de Gaza, Trump pareciera tener que admitir y reconocer (tardíamente) o que «mucha gente se muere de hambre» y promete una solución, aunque sin ofrecer detalles concretos sobre cómo Washington podría intervenir.
La hambruna en Gaza no es solo una tragedia en sí misma, sino un síntoma de un conflicto que sigue cobrándose vidas y esperanzas, mientras el mundo observa con una inaceptable lentitud.
Niños y niñas que logran salir para tratamientos urgentes
Es desgarrador constatar que, si bien algunos niños y niñas de Gaza logran salir del territorio para recibir tratamientos médicos urgentes, la realidad para muchos otros es sombría y desesperanzadora. Las historias, aunque escasas, existen. Algunos niños y niñas con enfermedades graves, heridas de guerra o condiciones médicas complejas han sido evacuados a países vecinos como Jordania o incluso a Europa (como los casos puntuales de traslados a España).
Estas evacuaciones suelen ser resultado de la intervención de organizaciones humanitarias, gestiones diplomáticas o la visibilización de casos particularmente urgentes a través de los medios de comunicación. Sin embargo, estas salidas son descritas a menudo como una «lotería sombría», lo que subraya su carácter excepcional y la dificultad del proceso. Cada caso de un niño o niña que logra recibir tratamiento fuera de Gaza es un testimonio de la desesperación y la necesidad.
La inmensa mayoría que no logra salir y enfrenta un destino fatal
Las cifras son alarmantes, las Organizaciones como UNICEF han denunciado que cientos de niños con enfermedades tratables y heridas graves están muriendo en Gaza debido a la falta de acceso a atención médica especializada y a la imposibilidad de ser evacuados. El principal obstáculo para la evacuación médica de niños es el complejo y restrictivo sistema de permisos de salida impuesto por las autoridades israelíes, quienes controlan las fronteras de Gaza. Las aprobaciones son lentas, opacas y, en muchos casos, inexplicablemente denegadas.
Se han documentado casos de niños con cáncer, enfermedades renales, heridas complejas y otras condiciones graves a los que se les ha negado repetidamente el permiso para salir, viéndose abocados a un deterioro progresivo y, en última instancia, a la muerte.
La precaria situación sanitaria dentro de Gaza, con hospitales desbordados, falta de suministros médicos básicos y cortes de energía, agrava aún más la situación de estos niños y niñas. No pueden ser tratados localmente, ya que los recursos son inexistentes
UNICEF ha calificado la situación como una «burocracia implacable» que dificulta el acceso a la atención médica vital, señalando que no se trata de una cuestión de capacidad, sino de «indiferencia hacia la emergencia humanitaria en Gaza».
En definitiva, la realidad en Gaza es un contraste doloroso: unos pocos niños o niñas logran escapar de una muerte casi segura gracias a la ayuda externa, mientras que una inmensa mayoría permanece atrapada, viendo cómo sus vidas se apagan lentamente ante la imposibilidad de acceder a tratamientos médicos esenciales.
Gaza: La infancia devorada por el hambre
En el corazón de la Franja de Gaza, una tragedia silenciosa se desarrolla día a día: la desnutrición severa que consume las vidas de niños y niñas. Las alarmantes estadísticas y los testimonios desgarradores pintan un panorama de sufrimiento inimaginable, donde la falta de alimentos esenciales convierte la infancia en una lucha por la mera supervivencia.
Tras meses de conflicto y restricciones en la entrada de ayuda humanitaria, el cuerpo de los pequeños se marchita. Sus extremidades se afinan, sus ojos pierden el brillo de la vitalidad y sus débiles llantos apenas rompen el silencio de la inanición. Enfermedades comunes, que en otro contexto serían tratables, se tornan letales en un organismo debilitado por la falta de nutrientes.
Organizaciones internacionales como UNICEF y Save the Children han lanzado repetidas alertas sobre la catástrofe humanitaria que se cierne sobre la infancia gazatí. Sus informes describen cómo familias enteras se ven obligadas a subsistir con una única comida al día, a menudo compuesta por mezclas precarias e insuficientes. Madres y padres priorizan la escasa comida para sus hijos, privándose ellos mismos en un intento desesperado por mantenerlos con vida.
Cientos, quizás miles, de niños y niñas en Gaza sufren en silencio las consecuencias de la desnutrición aguda y crónica. Sus sistemas inmunológicos, debilitados por la falta de alimento, los hacen presa fácil de infecciones. Sus cuerpos, sin la energía necesaria para crecer y desarrollarse, se consumen lentamente.
Mientras la ayuda humanitaria se ve obstaculizada y el conflicto persiste, la sombra de la hambruna se cierne sobre la infancia de Gaza. Cada día que pasa, la posibilidad de revertir esta crisis disminuye, y con ella, las esperanzas de una generación que está siendo marcada por el hambre y la pérdida.
Esta situación amerita una nueva e ¿inútil? denuncia que exige una acción urgente y coordinada por parte de la comunidad internacional, cómplice del genocidio por su indiferencia y su inacción, para garantizar el derecho a la salud de todos los niños y niñas en Gaza. Ante la inocultable situación de violación flagrante de todos los derechos humanos… ¿habrá algún Estado que lleve a cabo una mínima acción humanitaria?
KASOENLARED