De Altsasu a Tudela, de Legasa a Ezkirotz, sigue la sangría en el metal navarro. Y ante ello, la obligación de luchar.
Tras el reciente anuncio de cierre definitivo de BSH, sus trabajadores salían hoy una vez más a la puerta, impidiendo la entrada de la dirección.
El tiempo se acaba y las pomposas declaraciones del gobierno y sus fotos en las mesas de trabajo dejan paso a la evidencia de quién manda aquí: el Capital. Así como de quiénes son sus colaboradores necesarios, legislativos, gestores y policiales.
Pero sobre todo, aparte de su corresponsabilidad, se ve cómo cierre tras cierre están buscando y en gran medida logrando desactivar el conflicto, desmovilizar y desmoralizar a unos trabajadores que ciertamente, tienen aisladamente un margen reducido aunque importante para luchar.
De ahí que más allá de cada empresa afectada, sea especialmente necesaria y de momento, ausente, la unidad y solidaridad del conjunto de la clase trabajadora, y especialmente de la industrial.
Frente al miedo y el individualismo dominantes, hacen falta pedagogía solidaria, moral de lucha y la extensión del conflicto, para lo cuál los sindicatos y sus federaciones son clave. La situación pide ya a gritos una respuesta a la altura de carácter general.
Mientras tanto, seguiremos del lado de los trabajadores, socializando sus luchas, impulsando su expansión y autonomía y señalando a los culpables y al sistema que nos lleva a la miseria.
BSH ez itxi kopon! Zuekin gaude
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