Cada litro de agua embotellada contiene una concentración media de 359 nanogramos de microplásticos y nanoplásticos.
Así lo indica un equipo de investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea) -del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)- en colaboración con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) – centro impulsado por Fundación “la Caixa”-, que ha desarrollado una metodología de alta resolución que permite cuantificar la cantidad de micro y nanoplásticos en agua embotellada en plástico.
Actualmente, existe una preocupación creciente por el impacto que tienen los micro y nanoplásticos en la salud humana. La complejidad de los materiales, su pequeño tamaño y los límites en la metodología hacen que su análisis y, por tanto, su regulación, estén limitadas.
Para el nuevo estudio, los investigadores cuantificaron partículas plásticas extremadamente pequeñas, entre los 0,7 y los 20 micrómetros, así como los aditivos químicos liberados al agua.
Los resultados muestran una concentración promedio de 359 nanogramos de microplásticos y nanoplásticos por litro de agua embotellada, una cantidad comparable a la obtenida en el agua del grifo que se encontró en un estudio previo realizado por el mismo grupo de científicos.
“La mayor parte de los estudios cuantifican los micro y nanoplásticos como número de partículas en un volumen determinado”, india Marinella Farré, investigadora del Idaea-CSIC y autora del trabajo.
La metodología del estudio, basada en cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masas de alta resolución, permite cuantificarlas por unidades de masa. “Este método es un gran avance, ya que podemos cuantificar partículas de diferentes formas y de tamaños extremadamente pequeños, cosa que no sucede con otras técnicas”, aclara Farré.
280 MUESTRAS
El equipo analizó 280 muestras de agua en botellas de 0,5 y 1,5 litros procedentes de de 20 marcas comerciales. Considerando que un adulto bebe dos litros de agua al día, las autoras estiman una ingesta de 262 microgramos de partículas plásticas al año.
“La Agencia de Seguridad Alimentaria Europea no establece ningún límite sobre la cantidad máxima segura de ingesta de micro y nanoplásticos. Sin embargo, nuestra metodología es clave para que las futuras directivas establezcan este límite teniendo en cuenta la masa del polímero, y no el número de partículas”, según Marta Llorca, investigadora del Idaea-CSIC y autora del estudio.
Comparando los resultados de este estudio con otro previo del mismo grupo que analizaba el agua del grifo de Barcelona, la concentración de micro y nanoplásticos es parecida. “La principal diferencia que encontramos es el tipo de polímero: en el agua del grifo encontramos más polietileno (PE) y polipropileno (PP), mientras que en el agua embotellada hemos detectado mayoritariamente polipropileno tereftalato (PET), aunque también polietileno”, indica Cristina Villanueva, investigadora del ISGlobal y autora del estudio.
No obstante, Llorca añade: “No podemos pasar por alto el enorme impacto medio ambiental que causa el agua embotellada, sobre todo por la inmensa producción de residuos plásticos”.
28 ADITIVOS
Los investigadores también detectaron 28 aditivos plásticos en las muestras de agua embotellada. Estos compuestos químicos son mayoritariamente estabilizantes y plastificantes que se añaden al polímero plástico principal para darle mayor resistencia, dureza o flexibilidad.
Sin embargo, estos pueden migrar del propio plástico al agua y, además, tienen una elevada toxicidad para las células. “Nuestro estudio de toxicidad mostró que tres tipos de plastificantes presentaban un mayor riesgo para la salud humana y, por tanto, deberían ser considerados en los análisis de riesgos para los consumidores”, concluye Farré.
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