Esta sentencia está recurrida en el Tribunal Constitucional por considerarla una condena injusta y un ataque a la libertad de expresión. De todos los encausados en este caso por denunciar el racismo institucional en España sólo se me condenó a mí. A modo de escarmiento, por mi «repercusión» y «para el mantenimiento del orden democrático» debido a las protestas que hubo entonces en Lavapiés. Aunque realmente no es una condena contra mí. Se trata de una condena contra todos los que defendemos los derechos humanos. Buscan meter miedo y amedrentar, mientras los fascistas campan a sus anchas con total impunidad. No voy a cambiar mi forma de ser y de actuar. Iré hasta las últimas consecuencias y recurriré en el Tribunal de Derechos Humanos para que al final el que acabe siendo condenado sea el Estado español. En España se están reconvirtiendo derechos fundamentales en delitos. Es un camino largo y costoso y para ello necesitaré más recursos. Podéis ayudarme en la Caja de Resistencia: ES49 0182 5640 9802 0190 5701. Seguiré luchando por la dignidad y memoria de Mame Mbaye y la de los manteros. Ahora más que nunca ante el avance del discurso de extrema derecha contra los inmigrantes, que intenta deshumanizar a los ‘nadies’, como los llamaba Eduardo Galeano: «Los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos. Los hijos de nadie, los dueños de nada». Tras la muerte del mantero Mame Mbaye, el barrio de Lavapiés, del que él era vecino, ha seguido padeciendo racismo institucional y violencia policial. El alcalde derechista de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, del PP, retiró una placa en el barrio en memoria de Mame Mbaye con una de las frases por las que se me condenó. Gracias a todas y todos por el apoyo