La serie de asesinatos perpetrados por el Estado sionista contra jefes de la Resistencia (de Hezbollah, de Hamás, del FPLP, de la Yihad Islámica ), y muy especialmente el de Hasan Nasrallah, ha conmocionado a sus organizaciones y pueblos, y también a todos quienes sabemos que su sangre, como la de Qasem Suleimani, y como la de centenares de jefes militares y científicos árabes y musulmanes, ha corrido por la liberación de los pueblos del mundo del imperialismo sionista en su fase más feroz.
La sofisticación de los medios utilizados y la brutalidad de los explosivos utilizados contra la población civil y líderes desarmados es, paradójicamente también, una gran muestra de debilidad.
A lo largo de este año, la Resistencia Palestina que sigue acosando a un ejército incomparablemente mejor armado, ha puesto de manifiesto lo que es exactamente Israel: un monstruo prefabricado, un engendro agónico que solo sobrevive a base de ingentes transfusiones de dinero, de armas, de respaldo mediático, comercial y académico del imperialismo de EE.UU y de la UE.
El quinto ejército más poderoso del mundo, no sólo no ha sido capaz de derrotar a los comandos de la Resistencia, sino que sus combatientes derrochando un valor sin límites, han colocado al Estado sionista al borde del colapso. Su incapacidad para conseguir la victoria en el campo de batalla se intenta camuflar en uno de los genocidios más salvajes y cobardes que ha conocido la historia de la humanidad.
El sionismo ve reforzada cada día su impunidad por el silencio cómplice de los gobiernos occidentales que continúan, como los de la UE, tratando a Israel como su fuera un miembro más y engrasando el negocio de la compra-venta de armas destinadas a asesinar a las mujeres y a los niños de Gaza. Algunos, como el del Reino de España (PSOE, IU, Sumar) escala las más altas cotas del cinismo reconociendo al Estado palestino, mientras incrementa cada día la producción y venta de equipamiento militar para asesinar a su pueblo.
Ahora, el imperialismo sionista, borracho con el olor de la sangre de los mártires y en una pírrica huida hacia adelante, amplía el frente al Líbano. Es incapaz de comprender que lo que tiene delante son unos pueblos que decidieron colectiva y voluntariamente que pagarán gustosos el precio de la muerte, que cuentan con una importante capacidad militar – que ya les derrotó en 2000 y 2006 – y que no tienen más opción que la victoria. Además, como ha declarado la dirección de Hezbollah: “Israel” no ha podido alcanzar nuestra capacidad militar y lo que dicen sus medios es un sueño que no han logrado y que nunca alcanzarán”.
Las organizaciones de la Resistencia, también en Líbano, están íntegras y en estos momentos se aprestan a recomponer su dirección, a limpiar su interior de traidores – que ahora se han puesto en evidencia – y a diseccionar los errores, ese tesoro de conocimiento que sólo proporciona la lucha.
Hoy es útil recordar, hasta qué punto, en la noche más oscura se construye la esperanza.
La noche del 22 de julio de 1941, cuando la Alemania nazi iniciaba la invasión de la URSS y todo parecía perdido, los comunistas españoles presos en el campo de Mauthausen iniciaron su organización clandestina a la que pronto se incorporan otros grupos republicanos y del resto de países. Poco a paso, en una insobornable apuesta por la vida, que iba creciendo tan rodeada de muerte, se fue fortaleciendo el Comité Militar Internacional que dirigió la liberación del campo, desde dentro, por los propios presos1.
La Resistencia antisionista nació en tierra palestina en 1936 y no cejará hasta acabar con esa forma particularmente feroz y brutal con la que el imperialismo anglosajón se manifiesta en Oriente Próximo. La clase obrera y los pueblos del mundo, sobre todo los de Europa, penetrados hasta los tuétanos de ideología dominante, hemos recibido y recordado de las manos de la Resistencia palestina, libanesa, yemení, iraqui, etc, esa lección que reverdece en cada revolución y en cada lucha de liberación nacional: o ellos, o nosotros; o la vida, o la muerte; o la barbarie o el socialismo. Y en esa lucha colectiva por la vida, la muerte individual es un precio que vale la pena pagar, porque, como expresan de una forma tan hermosa y tan real: “Las lágrimas que caen sobre la tumba de los mártires fortalecen la Resistencia”.
La Resistencia va a continuar; es necesario. Allí y aquí.
- Declaración de CNC ante los asesinatos de líderes del Eje de la Resistencia por Israel