Puig no era ni inocente ni culpable, porque inocentes son quienes no tienen responsabilidades. Puig Antich era un combatiente, uno de los jóvenes militantes que escogieron conscientemente combatir la dictadura con las armas. Los mismos que ahora quieren buscar responsables y que quieren probar su inocencia son los que en ese momento no hicieron nada por salvarle del garrote vil.
La verdad de su compromiso es, sin embargo, una verdad mucho más profunda, política.
En primer lugar, la ejecución de Puig Antich resume lo que fue la Transición, un proceso de imposición violenta de un nuevo régimen democrático liberal homologable en el marco europeo y funcional a los intereses de la burguesía y el imperialismo. Un proceso que se impuso por la vía de la domesticación de la lucha obrera y la represión salvaje (271 muertes a manos de la policía 1 , torturados, encarcelados y heridos) de las minorías que se negaban a integrarse en el régimen. Existe, por tanto, un hilo conductor, sin rupturas, entre la arquitectura política actual, el régimen del 78 y el régimen del 39 resultado del genocidio franquista durante la guerra civil.
En segundo lugar, el asesinato de Puig Antich revela la existencia de una realidad de lucha militante vinculada a las fábricas, barrios, institutos y universidades, que combatía contra Franco en la medida en que la dictadura era la forma de dominación política que adoptaba el régimen de explotación burgués. Su objetivo no era luchar por una democracia parlamentaria burguesa sino luchar por la abolición de la sociedad de clases . Los que presentan a Puig Antich como una «víctima inocente» de la irracionalidad franquista o como un luchador de las «libertades democráticas» falsean su identidad política, traicionan su memoria y blanquean el régimen. El MIL era un grupo de la oposición antifranquista, pero no eran antifranquistas, tenían una propuesta nítidamente diferenciada del resto de agentes contrarios al régimen, eran revolucionarios que escogieron combatir la dictadura con las armas y que creían en la organización de la clase como único medio por su liberación. De matriz marxista antiautoritaria, consejista, antivanguardista, no se consideraban un grupo más de extrema izquierda, sino un grupo de apoyo al movimiento obrero del momento 2 .
Por último, el caso Puig Antich es la experiencia social y política en la que inscribió su militancia , que pagó con la vida: el ensayo de un planteamiento político revolucionario que buscaba delimitarse tanto de la integración del movimiento obrero asambleario en el Estado -a través de los sindicatos y los partidos parlamentarios- como del grupuscularismo y las vanguardias autodecretadas. Su vocación era apoyar los conflictos existentes. Pese a minoritario, y más allá de las críticas y valoraciones que podamos hacer hoy, este planteamiento acertó al identificar el principal problema político quee debe resolver la estrategia socialista: cómo puede fundamentar la autoorganización del proletariado en lucha la construcción de una fuerza política revolucionaria.
Corresponde a las nuevas generaciones de militantes honrar la memoria de Puig Antich y de todos los caídos en combate no de forma patrimonialista, folclórica y fúnebre, sino de la única forma posible cuando hablamos de los revolucionarios: manteniendo viva su memoria y su ejemplo , evaluando críticamente el significado y el aprendizaje de su experiencia en el contexto de las condiciones históricas particulares, tomando el relevo de la lucha con el mismo coraje y determinación. No se puede construir un movimiento revolucionario fuerte si éste no es capaz de conectarse con su tradición histórica. Todo joven que se inscribe en la lucha militante debe estudiar sistemáticamente la historia de los luchadores y luchadoras que le han precedido.
A Salvador no le hubiera gustado que le recordaran como un mártir ni como un héroe. Recordemos a aquel joven y aquella época con la esperanza y la voluntad de perseguir la libertad que, paso a paso, labio en labio, poco a poco, desciende el paso de nuestros enemigos 3.
Referencias
(2) Para conocer la propuesta política del MIL, puede ver “El MIL. Una historia política”, de Sergi Rosés Cordovilla, publicado por Virus Editorial.