En 2023, China ha demostrado resiliencia económica y logró un crecimiento sólido bajo el liderazgo del Partido Comunista. Con un aumento del 5.2% en el PIB[1], la economía experimentó una recuperación constante, respaldada por el impulso en la producción de alimentos y la recuperación de la producción industrial. Asimismo, el rápido crecimiento del sector de servicios y las ventas minoristas han reflejado una sólida demanda interna y recuperación del consumo.
A partir de estos datos, resulta imperativo cuestionar las narrativas que los principales medios occidentales han tejido en torno a la economía china. A lo largo del tiempo, hemos sido testigos de pronósticos apocalípticos que, ante la luz de los datos finales de crecimiento económico de 2023, se revelan como meras especulaciones infundadas. Los medios se aferraban a la crisis inmobiliaria y a la guerra comercial entre Estados Unidos y China como catalizadores inevitables de un colapso económico chino. Se destacaba la tensión de los semiconductores como si fuera la profecía autocumplida de una recesión inminente.
No obstante, los datos presentados rompen con esos pronósticos. China ha demostrado fortaleza y ha superado los desafíos previstos, alcanzando un crecimiento del ampliamente superior al norteamericano y europeo en 2023. El crecimiento del consumo interno y el florecimiento del sector de servicios son testimonios tangibles de la estabilidad económica.
El éxito económico chino de estos últimos años y, en consecuencia, del XIV Plan Quinquenal, resalta la eficacia de una planificación económica sólida frente a agresiones exteriores no tan solo propagandísticas, sino incluso comerciales. La estratégica decisión de reducir la dependencia del comercio internacional y fomentar una «circulación dual»[1], equilibrando la demanda interna y externa, ha demostrado ser acertada.
No obstante, ante el ascenso de China, es evidente que Estados Unidos no permitirá que la potencia oriental los supere, por lo que harán todo lo posible por poner piedras en el camino. No solo lo hemos podido comprobar este año con la guerra comercial, mediante la cual extorsionaba a sus “aliados” para que impusieran restricciones a las exportaciones con China, sino también cuando quisieron tensar la situación con Taiwán.
Aunque si bien China sigue siendo la fábrica del mundo, el hecho de depender exclusivamente de ello podía hacer que situaciones geopolíticas externas como las mencionadas le perjudicaran sobremanera. Es por ello que la potencia oriental ha querido reducir al máximo esos riesgos y apoyarse así en su propia demanda interna, la cual ha sido históricamente difícil impulsar. De esta manera, el moderado crecimiento de la balanza comercial del 0,2% (que aun así presenta un superávit alto), el aumento del 7,2% en las ventas minoristas y el incremento del 4,6% en la producción industrial refuerzan la idea del esfuerzo que se está realizando por promover un equilibrio entre la demanda interna y externa.
[1] https://www.stats.gov.cn/english/PressRelease/202401/t20240117_1946605.html
[1] https://www.fujian.gov.cn/english/news/202108/t20210809_5665713.htm#C3