Los resultados electorales en Catalunya, con ocho partidos que han obtenido representación parlamentaria, dejan un escenario de negociaciones y prebendas para no tener que repetir las elecciones.
El tú me dejas gobernar aquí y yo allí, el intercambio de cromos, comienza en lo que desde el sistema llaman «el juego de la política», y se verá en las próximas horas con especial claridad. Un juego que al 42% de los censados en Catalunya no convence, y que por ello decidieron no votar. Una cifra muy importante que, desde los partidos y sus altavoces mediáticos, olvidan rápidamente para que nadie cuestione la legitimidad de los resultados. Se ocupan los 135 escaños del Parlament pese a que más del 40% de la población electoral no participa. El descontento de decenas de miles de independentistas de izquierdas con la gestión del llamado procés ha hecho mella.
Por lo demás, el independentismo que sí participó decidió concentrar sus votos en Puigdemont (ERC y la CUP bajan significativamente), y el españolismo más derechista (el régimen lo llama «constitucionalismo»), que tuvo en su momento en Ciudadanos a su representante (llegó a obtener 30 diputados, que hoy se reparten PP y Vox), mantiene ahora 26 diputados.
El PSC y el PSOE, con la post-meditación de cuatro días de su líder Sánchez, gana representación con una votación importante en zonas de trabajadores emigrantes. Desde que Felipe González llenaba Plaza de Toros en Barcelona (años ha), muchos vieron en el PSC-PSOE su zona de confort.