El reciente documento del BdE: “The Public-Private Wage Gap in the Euro Area a Decade After the Sovereign Debt Crisis», ha generado revuelo en ciertos círculos, particularmente en el ámbito neoliberal, que se preguntan cómo es posible que persista una brecha salarial entre el sector público y privado, y cómo puede ser que el sector público pague tanto en comparación con el privado. Este tipo de críticas parecen olvidar que el verdadero problema no reside tanto en los salarios del sector público, sino en la precariedad y explotación del sector privado, algo que ha erosionado el poder adquisitivo de los trabajadores españoles en las últimas dos décadas.
La Falsa Controversia sobre la Brecha Salarial
Desde la óptica neoliberal, los salarios públicos «demasiado altos» se ven como un lastre, un gasto público que necesita ser reducido. Pero esta visión ignora deliberadamente la realidad de las malas condiciones laborales en el sector privado. Según los datos aportados por el Banco de España, la brecha salarial entre el sector público y privado se ha estabilizado en torno al 8.4% en 2021, después de las políticas de austeridad post-crisis de deuda soberana. Sin embargo, lo que no destacan los críticos es que esta brecha se debe más al estancamiento salarial y la explotación en el sector privado que a un supuesto despilfarro en el público.
De hecho, los datos del salario medio anual en España desde el año 2000 según Eurostat muestran una caída alarmante del poder adquisitivo de los trabajadores del sector privado. En el año 2000, el salario real medio en España era de 29.228,58 euros, mientras que en 2022 descendió a 29.113,28 euros, una cifra que indica no solo la incapacidad de los salarios privados de seguir el ritmo de la inflación, sino una clara pérdida de poder adquisitivo. En contraste, en Alemania, un país con una crisis severa actualmente, ha aumentado su salario real de 39.570,12 euros en 2000 a 45.484,46 euros en 2022. Esta comparación ilustra que España no solo ha fracasado en proteger el poder adquisitivo de sus trabajadores, sino que está cada vez más rezagada frente a sus vecinos europeos.
La verdadera pregunta que deberíamos hacernos no es por qué los salarios en el sector público son relativamente altos, sino por qué los salarios del sector privado son tan bajos. En lugar de mirar al sector público como el villano de la historia, deberíamos enfocarnos en los problemas estructurales que impiden que el sector privado ofrezca salarios y condiciones competitivas. La explotación laboral, la temporalidad, la falta de incentivos y la inflación son algunas de las razones por las que los trabajadores prefieren el sector público. Según un estudio de OpositaTest y Netques, el 74% de los españoles quiere ser funcionario, y el 81% considera el trabajo público como una mejor opción. No porque desprecien per se el sector privado, sino porque las condiciones laborales y salariales en el privado son desalentadoras.
Un dato revelador es que el 44% de los encuestados prefiere la seguridad de un empleo público a un trabajo mejor pagado en el sector privado. El motivo es evidente: mejores horarios, conciliación, seguridad laboral, y un sueldo que al menos se mantiene relativamente estable frente a la incertidumbre económica. Como muestra el informe de IVIE-BBVA, más de 155.000 millones de euros en capital humano abandonaron España en 2022 porque el sector privado no ofrece las condiciones necesarias para retener a profesionales cualificados.
Una Solución Irónica: Más Competitividad en el Sector Privado
Desde el discurso neoliberal, a menudo se habla de la necesidad de ser más «competitivos», un término que paradójicamente suele traducirse en la precarización de los trabajadores: salarios más bajos, contratos temporales y pocas protecciones. Pero si los empresarios realmente quieren reducir la brecha salarial entre el sector público y privado, ¿por qué no usan su propia fórmula de la «competitividad», pero esta vez para mejorar las condiciones? ¿Qué pasaría si en lugar de presionar por recortes salariales en el sector público, comenzaran por subir los salarios en el privado?
La competencia, esa palabra mágica en los discursos neoliberales, debería aplicarse también al mercado laboral privado. Si las empresas quieren que más personas opten por trabajar en el sector privado en lugar de ser funcionarios, tal vez deberían hacer que esas posiciones sean más atractivas: ofrecer mejores salarios, condiciones más flexibles y estabilidad laboral. De esa manera, quizá más personas consideren el sector privado como una opción real, en lugar de ver el funcionariado como la única vía para tener un mínimo de seguridad y calidad de vida. Pero ¡qué raro! Parece que a los neoliberales les sorprende que los trabajadores prefieran un trabajo estable y bien remunerado en el sector público a uno precario y mal pagado en el sector privado.
El contexto de la economía española es alarmante. 35.000 jóvenes abandonan el país cada mes en busca de mejores oportunidades. Los que se quedan enfrentan un mercado laboral donde el 29% de la población ha oposicionado o está en proceso de opositar, según el mismo estudio de OpositaTest. Esto no es una coincidencia. Los bajos salarios y la explotación del sector privado han creado una migración interna hacia el sector público, donde al menos se ofrecen mejores condiciones y estabilidad.
Básicamente, la crítica sobre la brecha salarial entre el sector público y privado está mal dirigida. En lugar de cuestionar los salarios del sector público, deberíamos enfocar la discusión en cómo el sector privado ha permitido que los salarios se estanquen y deterioren a lo largo de los años, dejando a los trabajadores españoles en una posición de creciente vulnerabilidad. Si realmente queremos reducir la brecha salarial, la solución no es recortar en el público, sino mejorar el privado. Eso es lo que deberían hacer aquellos que abogan por la «competitividad», y quizás, solo entonces, podríamos empezar a ver un mercado laboral más justo y equilibrado.