Las bases del PP hace mucho tiempo que ven en Ayuso a su lideresa natural. Un poco ida y muy de derechas son dos argumentos de peso para los votantes del PP. Feijóo asiste a la representación con cara de jugador de póker y avisado de lo que le ocurrió a su predecesor Pablo Casado, cuando vio en Ayuso una enemiga a su liderato. Casado y los suyos se enfrentaron y perdieron. No se aflijan, hoy es un adinerado empresario al que se le facilitó la retirada.
En la Conferencia de presidentes autonómicos (donde es clara mayoría el PP), Ayuso y su embriagado asesor MAR sabedores de que estaban ante una buena plataforma para su opereta, no dudaron en entrar al escenario: primero diciéndole a la ministra Mónica García (la misma que tembló ante la posibilidad de enfrentarse a la sanidad privada y MUFACE), que si pensaba saludar a una «asesina» (en referencia a las 7291 muertes en las residencia en el COVID 19), y luego abandonando la sala cuando el lehendakari habló en euskera, y aunque luego volvió, la mucha prensa reaccionaria brindó inmediatamente aplausos a Ayuso para aleccionar al electorado casposo que la sigue. Es más que sintomático que el resto de los presidentes autonómicos del PP no la secundaran pese a que había aviso de que si alguien no hablaba en español levantarse e irse, pese a que podían seguir las palabras con traductores.
Ayuso y sus acólitos está en campaña. El novio, presunto corrupto, aplaude.