La bandera roja ha sido desenterrada, lo que está causando un pánico terrible entre los autoproclamados portavoces de los movimientos sociales y los partidos parlamentarios que los representan. Las acusaciones de ser demasiado teóricos, incomprensibles para la sociedad, españolistas, obreristas, antifeministas, sectarios, se van disolviendo a medida que el gran ausente, todavía de forma tímida, empieza a realizar acto de presencia.
El gran ausente del momento, el proletariado, en la sección juvenil, ha arrancado la bandera roja de las profundidades de nuestra historia y la planta cada vez en más conciencias de una nueva generación política que no acepta la autoridad decadente de las que la preceden. El verbo se hizo carne y las ideas abstractas se han transformado en militantes disciplinados.
El MS crece y, a medida que crece, se despliega política y organizativamente, aterriza sus planteamientos y cambia de fase. La presentación del Consejo Socialista en Euskal Herria, la de Creba Socialista en Galiza y la de la CJS en el resto del estado son una muestra clara. Eso sí, siempre con un ojo al otro lado de los Pirineos, siendo conscientes de que esto sólo avanzará si el proceso socialista se extiende a nivel europeo.
Aquí en Cataluña, la nueva campaña de la OJS encarna esta transformación. La disputa de los últimos años con las diferentes tendencias de los movimientos sociales para hacer una crítica al ciclo precedente que permitiera realizar una ruptura y la creación de una nueva línea política se ha cumplido de forma satisfactoria.
Ahora, se inicia una nueva fase: el enfrentamiento progresivo contra la burguesía y los partidos políticos que la representan, tanto en el ala derecha como en la izquierda. Esto se sintetiza ahora mismo en una consigna: política proletaria contra política burguesa.
La OJS debe transformar un sentimiento mayoritario latente en la sociedad y especialmente en la juventud, que es la antipolítica, el «todos los políticos son iguales», en política proletaria. Una política de clase, que encauce el rechazo irreflexivo al sistema hacia un rechazo consciente contra unos empresarios y políticos profesionales que personifican la dominación capitalista. De las reivindicaciones socialdemócratas de los movimientos sociales respecto a las injusticias debemos pasar a la afirmación socialista de la nueva juventud proletaria que se enfrenta sin miramientos al parlamentarismo burgués. De la impotencia de un moralismo abstracto que no convence a nadie, a la potencia de un movimiento que sedimenta el odio de clase en una organización juvenil.
La enharinada en Sílvia Orriols en la plaza de su pueblo, el escándalo a raíz de la denuncia de las políticas antiproletarias de Guanyem Girona desahuciando a migrantes, las caras de horror de Collboni y Batlle tras ser silenciados públicamente por gente a la que triplican la edad, la ducha de pintura a los perros de presa de Vox en Mataró, el escarnio a la profesora transfoba de la UAB o los enfrentamientos en el desahucio del Raval contra los Mossos d’Esquerra son unos primeros ejemplos de una nueva táctica que toma forma. Una táctica que aparece como un rayo y que cuando desaparece debe solidificarse en un crecimiento organizativo que combina teoría y práctica, formación y combate, análisis y lucha.
La militancia de la OJS debe situarse en primera línea del conflicto político con los partidos de la burguesía para volver a situar la bandera roja como el referente de una juventud proletaria que odia este mundo, pero que no se pregunta por qué . Tal y como decía Marx: «Donde sea que la lucha de clases alcance cierta consistencia, sean cuales fueren la forma y las condiciones en que el hecho se produzca, es lógico que los miembros de nuestra Asociación aparezcan en vanguardia».
Por tanto, deberemos saber armonizar y orientar los diferentes grados de la conciencia de clase que aparecen en la juventud a consecuencia de nuestra táctica política hacia una conciencia general que capte la esencia de los procesos sociales. Es decir, combatir los intereses individuales o grupos concretos que puedan aparecer y defender un proyecto unitario como clase.
No podemos conformarnos con generar aprobación y expectación entre la juventud, sino que debemos aspirar a ser la tendencia política mayoritaria entre el proletariado juvenil de forma que dé el paso consciente a trabajar activamente para la consecución de la revolución socialista. Cuando esto sucede, la conciencia de clase se traduce en organización comunista gracias a la capacidad de relacionar los objetivos inmediatos y objetivos finales. En ese momento, la conciencia, la organización y la táctica coinciden y se solidifican en un poder de clase con capacidad para conseguirlos.
En los próximos meses se abre la posibilidad de empezar a construir ese poder, ya que la batalla se acentuará en el Área Metropolitana de Barcelona. Los incumplimientos respecto a la concesión de la Antigua Massana, la amenaza continua de desahucio que sobrevuela la Cerrada migrante, la ampliación del MACBA y la realización de la Copa América de Vela con la gran desaprobación que causan en el distrito de Ciutat Vella. Las políticas despóticas de un Albiol que deja morir a gente entre escombros en Badalona mientras se vanagloria de hacer protocolos policiales antiokupación y ejecutar desahucios. El autoritarismo de un PSC que se siente intocable en Santa Coloma, en Hospitalet, en Sabadell y donde será necesario relanzar la lucha de clases después de décadas de abusos contra nuestra clase.
Toda esta actividad fruto de los combates que desarrollará la militancia socialista debe cristalizar en los recientemente anunciados Encuentros de Jóvenes Socialistas el próximo 21, 22 y 23 de junio, que se presentan como un acto de masas de la juventud proletaria con el objetivo de dar un contenido teórico y un método organizativo a todo el trabajo político realizado por cientos de militantes durante este año.
Allí la bandera roja volverá a ondear, los destacamentos juveniles se agruparán, el Movimiento Socialista tomará cuerpo, y empuñará una verdad silenciada para nuestra generación: no habrá medias tintas, llegaremos hasta el final.
————————————————————–
El Moviment Socialista avança
La bandera roja ha estat desenterrada, i això està causant un pànic terrible entre els autoproclamats portaveus dels moviments socials i els partits parlamentaris que els representen. Les acusacions de ser massa teòrics, incomprensibles per a la societat, espanyolistes, obreristes, antifeministes, sectaris, es van dissolent a mesura que el gran absent, encara de forma tímida, comença a fer acte de presència.
El gran absent del moment, el proletariat, en la secció juvenil, ha arrencat la bandera roja de les profunditats de la nostra història i la planta cada vegada en més consciències d’una nova generació política que no accepta l’autoritat decadent de les que la precedeixen. El verb es va fer carn, i les idees abstractes s’han transformat en militants disciplinats.
El MS creix i, a mesura que creix, es desplega políticament i organitzativament, aterra els seus plantejaments i canvia de fase. La presentació del Consell Socialista a Euskal Herria, la de Creba Socialista a Galiza i la de la CJS a la resta de l’estat en són una mostra clara. Això sí, sempre amb un ull a l’altra banda dels Pirineus, sent conscients que això només avançarà si el procés socialista s’estén a escala europea.
Aquí a Catalunya, la nova campanya de la OJS encarna aquesta transformació. La disputa dels últims anys amb les diferents tendències dels moviments socials per tal de fer una crítica al cicle precedent que permetés fer una ruptura i la creació d’una nova línia política s’ha complert de forma satisfactòria.
Ara, s’inicia una nova fase: l’enfrontament progressiu contra la burgesia i els partits polítics que la representen, tant en l’ala dreta com l’esquerra. Això se sintetitza ara mateix en una consigna: política proletària contra política burgesa.
L’OJS ha de transformar un sentiment majoritari latent en la societat i especialment en la joventut, que és l’antipolítica, el «tots els polítics són iguals», en política proletària. Una política de classe, que canalitzi el rebuig irreflexiu al sistema cap a un rebuig conscient contra uns empresaris i polítics professionals que personifiquen la dominació capitalista. De les reivindicacions socialdemòcrates dels moviments socials respecte a les injustícies hem de passar a l’afirmació socialista del nou jovent proletari que s’enfronta sense miraments al parlamentarisme burgès. De la impotència d’un moralisme abstracte que no convenç a ningú, a la potència d’un moviment que sedimenta l’odi de classe en una organització juvenil.
L’enfarinada a Sílvia Orriols a la plaça del seu poble, l’escàndol arran de la denúncia de les polítiques antiproletàries de Guanyem Girona desnonant a migrants, les cares d’horror de Collboni i Batlle després de ser silenciats públicament per gent a qui tripliquen l’edat, la dutxa de pintura als gossos de presa de Vox a Mataró, l’escarni a la professora trànsfoba de la UAB o els enfrontaments al desnonament del Raval contra els Mossos d’Esquerra són uns primers exemples d’una nova tàctica que pren forma. Una tàctica que apareix com un llamp i que quan desapareix s’ha de solidificar en un creixement organitzatiu que combina teoria i pràctica, formació i combat, anàlisi i lluita.
La militància de l’OJS s’ha de situar a primera línia del conflicte polític amb els partits de la burgesia per tornar a situar la bandera roja com el referent d’un jovent proletari que odia aquest món, però que no es pregunta per què. Tal com deia Marx: «On sigui que la lluita de classes assoleixi certa consistència, siguin quines fossin la forma i les condicions en què el fet es produeixi, és lògic que els membres de la nostra Associació apareguin a l’avantguarda».
Per tant, haurem de saber harmonitzar i orientar els diferents graus de la consciència de classe que apareixen en la joventut a conseqüència de la nostra tàctica política cap a una consciència general que capti l’essència dels processos socials. És a dir, combatre els interessos individuals o de grups concrets que puguin aparèixer i defensar un projecte unitari com a classe.
No ens podem conformar a generar aprovació i expectació entre la joventut, sinó que hem d’aspirar a ser la tendència política majoritària entre el proletariat juvenil de manera que faci el pas conscient a treballar activament per a la consecució de la revolució socialista. Quan això succeeix, la consciència de classe es tradueix en organització comunista gràcies a la capacitat de relacionar els objectius immediats i els objectius finals. En aquest moment, la consciència, l’organització i la tàctica coincideixen i se solidifiquen en un poder de classe amb capacitat per aconseguir-los.
En els pròxims mesos s’obre la possibilitat de començar a construir aquest poder, ja que la batalla s’accentuarà a l’Àrea Metropolitana de Barcelona. Els incompliments respecte a la concessió de l’Antiga Massana, l’amenaça contínua de desnonament que sobrevola la Tancada migrant, l’ampliació del MACBA i la realització de la Copa Amèrica de Vela amb la gran desaprovació que causen al districte de Ciutat Vella. Les polítiques despòtiques d’un Albiol que deixa morir a gent entre runes a Badalona mentre es vanagloria de fer protocols policials antiokupació i executar desnonaments. L’autoritarisme d’un PSC que se sent intocable a Santa Coloma, a l’Hospitalet, a Sabadell i on serà necessari rellançar la lluita de classes després de dècades d’abusos contra la nostra classe.
Tota aquesta activitat fruit dels combats que desenvoluparà la militància socialista ha de cristal·litzar en les recentment anunciades Trobades de Joves Socialistes el pròxim 21, 22 i 23 de juny, que es presenten com un acte de masses del jovent proletari amb l’objectiu de donar un contingut teòric i un mètode organitzatiu a tot el treball polític fet per centenars de militants durant aquest any.
Allí la bandera roja tornarà a onejar, els destacaments juvenils s’agruparan, el Moviment Socialista prendrà cos, i empunyarà una veritat silenciada per a la nostra generació: no hi haurà mitges tintes, arribarem fins al final.