La opción del comunismo (también) en la cuestión de la vivienda
El 10 de junio se presentó el Sindicato Socialista de Vivienda de Euskal Herria con el siguiente programa: 1) Abolición de los alquileres, las hipotecas y la deuda; 2) Fin de la especulación y el rentismo; 3) No a la vivienda social de miseria; 4) Expropiación de la vivienda de fondos buitre y bancos; 5) Contra el urbanismo capitalista y la segregación clasista del espacio; 6) Suspensión de todos los desahucios; 7) Supresión de los filtros racistas, burocráticos y económicos; 8) Vivienda segura; libre de agresores, caseros y policía; 9) No a la pérdida de calidad de la vivienda y la infravivienda; 10) Fin de los cortes de suministros; 11) Por un sistema de vivienda para el libre desarrollo personal; 12) Contra la impunidad de los propietarios; 13) Derecho a ocupar viviendas vacías; 14) No a la represión de la lucha por la vivienda.
En el programa se recogen los principios comunistas y los deberes relativos a la cuestión de la vivienda. Como todo programa, es una práctica de clarificación de principios ideológicos y de objetivos, que recoge las principales problemáticas bajo la forma de traducción política de la teoría comunista. En el programa –y en los programas– no se recoge, pues, en qué consisten los altibajos de la práctica revolucionaria, es decir, cuáles son los medios tácticos y las condiciones políticas necesarias para su ejecución. ¡Caramba! No se conoce ningún programa que lo recoja, ya que su objetivo no es, en absoluto, explicar cómo se lleva a cabo la expansión organizativa del comunismo, sino clarificar los principios políticos y lograr con ellos la unidad ideológica del proletariado, fundamental para conquistar la condición de sujeto y hacer posible una organización de clase centralizada.
En el programa se recogen los principios comunistas y los deberes relativos a la cuestión de la vivienda. Como todo programa, es una práctica de clarificación de principios ideológicos y de objetivos, que recoge las principales problemáticas bajo la forma de traducción política de la teoría comunista
Las reacciones, sin embargo, no fueron pocas, especialmente de parte de quienes desconocen en qué consiste la forma y el contenido de un programa –y la falta de conocimiento, como veremos, no es contingente, sino un mal endémico de una determinada estrategia política–. Especialmente destacable es la valoración que se hizo desde determinados sectores comunistas. Destacable, no porque sea nueva, sino porque, de nuevo, aplicaron la teoría, bajo la forma del dogma, como una receta memorizada, a la materialización social del programa del comunismo, es decir, a su traducción táctico-política, en este caso en la cuestión de la vivienda.
Las citadas valoraciones, sin embargo, no reconocen el menor espacio a la lucha por el comunismo. Y es que la misión de los comunistas no parece ser actuar en la realidad social, sino moverse en círculos en torno a ella o, mejor dicho, en torno a la teoría que la sintetiza. Al fin y al cabo, de facto hacen imposible el comunismo, porque no hay opción para el mismo si no se resuelve teóricamente.
Pero la resolución teórica, si no es el momento de la práctica comunista, ¿qué es sino el medio de hacerla imposible? O, dicho de otra manera: si la resolución teórica se anticipa absolutamente a la práctica, hasta el punto de que la propia resolución de la teoría elimina la posibilidad de la práctica –al menos hasta que la teoría esté completamente completa; lo que es imposible, siempre y cuando la teoría sea el momento de la práctica y no el objeto que se opone a ella–, ¿cuál es, entonces, la relación entre la teoría y la práctica? ¿Cómo puede existir una teoría que renuncia a la práctica, si la principal característica de la teoría es ser síntesis de la práctica?
Si la resolución teórica se anticipa absolutamente a la práctica, hasta el punto de que la propia resolución de la teoría elimina la posibilidad de la práctica, ¿cuál es, entonces, la relación entre la teoría y la práctica? ¿Cómo puede existir una teoría que renuncia a la práctica, si la principal característica de la teoría es ser síntesis de la práctica?
Sin duda, son diferentes resolver una teoría y dar vueltas alrededor de ella. Esto último tiene más relación con el teoricismo burgués que con la teoría revolucionaria; es decir, las controversias en torno a la teoría sustituyen a las discusiones en torno a la realidad y a nuestra práctica social, transformando la necesidad de la teoría en una absurda voluntad de saber, y realizando las discusiones en torno a la misma en la forma de debates pseudocientíficos entre teóricos, en vez de entre militantes políticos.
Así las cosas, el programa presentado por el Sindicato Socialista de Vivienda de Euskal Herria fue objeto de dos tipos de críticas: la primera, una crítica basada en la forma; la segunda, una crítica al contenido. Ambas, sin embargo, se basan en una concepción o contenido idéntico, es decir, ofrecen una visión concreta del comunismo que, sin duda, es contradictoria con la del Movimiento Socialista, como acertadamente señalan los propios críticos.
La crítica a la forma dice que el programa toma la forma de programa, de un conjunto de recetas, y que por eso es reformista. Esta perspectiva, sin embargo, consiste en la negación de la práctica política. De hecho, una estrategia se desarrolla en base a programas tácticos, algo que hay que recoger necesariamente en puntos. Estos puntos, sin embargo, no son reformas, sino reclamos y medidas políticas que se establecen con el objetivo de clarificar la estrategia, primero; y después, y sólo cuando han sido un recurso para la acumulación de fuerzas, se convierten en medidas factibles, probablemente con otra visión más desarrollada y reordenadas según otra lógica.
En definitiva, el programa táctico comunista debe permitir la recomposición del proletariado revolucionario, y sus puntos deben ser los medios ideológicos de la táctica cultural que debe hacer posible esa conciencia, y ofrecer a la estrategia comunista una materialización social, al tiempo que se clarifican el programa táctico.
En definitiva, el programa táctico comunista debe permitir la recomposición del proletariado revolucionario, y sus puntos deben ser los medios ideológicos de la táctica cultural que debe hacer posible esa conciencia, y ofrecer a la estrategia comunista una materialización social, al tiempo que se clarifican el programa táctico
Las críticas centradas en el contenido, por su parte, ven el programa como imposible. Porque, al parecer, su contenido no puede desarrollarse y carece de sentido, siempre y cuando no exista el Partido Comunista. Esto, sin embargo, revela una contrariedad básica. Y es que, si la falta de Partido Comunista cierra las posibilidades a la táctica comunista, el Partido Comunista no será nunca un grado de desarrollo organizativo del proletariado revolucionario, sino la estructura burocrático-vertical que se impone previo a ese desarrollo, y por encima de él: este partido es el comienzo de la práctica y no la forma histórica de organización de la práctica comunista misma.
Llevando hasta el extremo esta concepción del Partido Comunista, el Partido se convierte en el espacio organizativo de los sabios, es decir, de aquellos que han adquirido el máximo conocimiento de la teoría convertida en dogma –y, por tanto, no de la realidad–, cuyo deber es insertar desde fuera la conciencia en los trabajadores. Y es que, la conciencia no puede ser el fruto de la práctica, sino su punto de partida, e implica el grado superior de conocimiento de la teoría que no guarda relación alguna con la práctica. Es decir, según este enfoque, el Partido Comunista es el resultado del más alto grado de conocimiento de una teoría «completa» –digamos, convertida en dogma–, aunque el más alto grado de conocimiento, como concepto, solo sea posible en relación a un grado de desarrollo de la práctica social, y no absolutamente, como punto de partida de nada.
La visión del Movimiento Socialista, sin embargo, es otra: el Partido Comunista es el resultado del programa y la práctica/organización comunista, una vez que se han aclarado las tareas y adquirido los medios para la ofensiva. En definitiva, el Partido Comunista es la forma histórica del proceso de constitución en sujeto del proletariado revolucionario, es decir, el desarrollo organizativo de las tareas programáticas asociadas a la práctica comunista.
El programa del Sindicato Socialista de Vivienda de Euskal Herria tiene como principal objetivo recomponer como sujeto al proletariado revolucionario. Este programa no se dirige a la burguesía ni a sus instituciones, sino al proletariado. Y si se interpela a la burguesía y a sus instituciones, eso es porque de este modo se forma el proletariado como sujeto revolucionario, en lucha contra su enemigo. El programa ayuda a definir ese enemigo y a hacerlo de carne y hueso.
En definitiva, en la cuestión de la vivienda también es posible, e imprescindible, que el programa comunista construya medios para su expansión. Renunciar a eso, es renunciar al comunismo.
—————————————————–
Komunismoaren aukera etxebizitzaren auzian (ere)
Ekainaren 10ean aurkeztu zuten Euskal Herriko Etxebizitza Sindikatu Sozialista, hurrengo programarekin: 1) Alokairuen, hipoteken eta zorraren abolizioa; 2) Espekulazioaren eta errentismoaren amaiera; 3) Miseriazko etxebizitza sozialari ez; 4) Putre funtsen eta bankuen espropiazioa; 5) Hirigintza kapitalistaren eta espazioaren bereizketa klasistaren aurka; 6) Etxegabetze guztien etetea; 7) Filtro arrazista, burokratiko eta ekonomikoen ezabapena; 8) Etxebizitza segurua; erasotzaile, etxejabe eta poliziarik gabea; 9) Etxebizitzaren kalitate galerari eta infraetxebizitzari ez; 10) Horniduren mozketen amaiera; 11) Garapen pertsonal askerako etxebizitza sistema baten alde; 12) Etxejabeen inpunitatearen aurka; 13) Etxebizitza hutsak okupatzeko eskubidea; 14) Etxebizitzaren aldeko borrokaren kontrako errepresioari ez.
Programan, etxebizitzaren auziari dagozkion printzipio komunistak eta eginbeharrak jasotzen dira. Programa oro bezala, printzipio ideologikoak eta helburuak argitzeko praktika bat da, problematika nagusienak jasotzen dituena teoria komunistaren itzulpen politikoaren forman. Programan –eta programetan– ez da jasotzen, bada, praktika iraultzailearen gorabehera zertan datzan, hau da, zeintzuk diren programa hori egikaritzeko beharrezkoak diren bitarteko taktikoak eta baldintza politikoak. Alajaina! Halakorik jasotzen duen programarik ez da inon ezagutzen, bere helburua ez baita, inondik inora ere, komunismoaren antolakuntza-hedapena nola gauzatzen den azaltzea, printzipio politikoak argitzea eta horien bidez proletalgoaren batasun ideologikoa erdiestea baizik, zeina funtsezkoa baita batasun politikoa, hots, subjektu izaera konkistatzeko, eta klase-antolakuntza zentralizatua posible egiteko.
Programan, etxebizitzaren auziari dagozkion printzipio komunistak eta eginbeharrak jasotzen dira. Programa oro bezala, printzipio ideologikoak eta helburuak argitzeko praktika bat da, problematika nagusienak jasotzen dituena teoria komunistaren itzulpen politikoaren forman
Erreakzioak, ordea, ez ziren gutxi izan, bereziki programa baten forma eta edukia zertan datzan ezagutzen ez duten horien partetik –eta ezagutza falta, ikusiko dugun bezala, ez da kontingentea, estrategia politiko jakin baten gaitz endemikoa baizik–. Bereziki aipagarria da sektore komunista jakin batzuetatik egin zen balorazioa. Aipagarria, ez berria delako, baizik eta teoria, dogmaren forman, buruz ikasitako errezeta bat bailitzan aplikatu ziotelako, berriz ere, komunismoaren programaren hezurmamitze sozialari, alegia, bere itzulpen taktiko-politikoari, kasu honetan etxebizitzaren auzian.
Aipatutako balorazioek, baina, komunismoaren aldeko borrokari ez diote espaziorik txikiena ere aitortzen. Komuniston eginkizuna ez baita, antza, errealitate sozialean aritzea, bere inguruan, edo hobeki esanda, berau ustez sintetizatzen duen teoriaren inguruan, zirkuluetan mugitzea baizik. Azken finean, komunismoa ezinezko bilakatzen dute de facto, ez baita berarentzat aukerarik, teorikoki ebatzi ezean.
Baina ebazpen teorikoa, praktika komunistaren unea ez bada, zer da, praktika komunista ezinezko egiteko bitartekoa baino? Edo bestela esanda: ebazpen teorikoak praktikari aurre hartzen baldin badio modu absolutuan, noraino eta teoriaren ebazpenak berak praktikaren aukera ezabatzeraino –teoria guztiz osatua egon artean, behintzat; ezinezkoa dena, betiere teoria praktikaren momentua baldin bada, eta ez hari kontrajartzen zaion objektua–, zein da, orduan, teoria eta praktikaren arteko harremana? Nolatan existitu daiteke praktikari uko egiten dion teoria bat, teoriaren ezaugarri nagusia baldin bada praktikaren sintesia izatea?
Ebazpen teorikoak praktikari aurre hartzen baldin badio modu absolutuan, noraino eta teoriaren ebazpenak berak praktikaren aukera ezabatzeraino, zein da, orduan, teoria eta praktikaren arteko harremana? Nolatan existitu daiteke praktikari uko egiten dion teoria bat, teoriaren ezaugarri nagusia baldin bada praktikaren sintesia izatea?
Ezbairik gabe, gauza desberdina da teoria bat ebaztea edo teoria baten inguruan bueltaka ibiltzea. Azkeneko horrek, teoria iraultzailearekin baino, lotura handiagoa du teorizismo burgesarekin; hau da, teoriaren inguruko eztabaidek errealitatearen eta gure praktika sozialaren inguruko eztabaidak ordezkatzen dituzte, teoriaren beharra jakintza-gogo hutsal bilakatuz, eta bere inguruko eztabaidak teorikoen arteko eztabaida sasi-zientifikoen forman gauzatuz, militante politikoen arteko eztabaidak izan beharrean.
Gauzak horrela, Euskal Herriko Etxebizitza Sindikatu Sozialistak aurkeztutako programari bi motatako kritikak egin zizkioten: lehena, forman oinarritutako kritika; bigarrena, berriz, edukiari kritika. Biak ala biak, baina, kontzepzio edo eduki berdina dute oinarri, hau da, komunismoaren ikuspegi zehatza eskaintzen dute, zeina, ezbairik gabe, Mugimendu Sozialistaren ikuspegiarekiko kontrajarria den, kritikoek berauek aipatzen duten moduan.
Formari lotutako kritikak programak programaren forma hartzen duela dio, hots, errezeta-multzo batena, eta horregatik dela erreformista. Ikuspegi hori, ordea, praktika politikoaren ukazioan datza. Izan ere, estrategia bat taktika-programen arabera garatzen da, eta hori zenbait puntutan jaso behar da ezinbestean. Puntu horiek, baina, ez dira erreformak, estrategia argitzera bidean ezartzen diren aldarri eta neurri politikoak baizik, lehenik; eta ondoren, eta soilik indar metaketarako baliabide izan direnean, bilakatzen dira neurri egingarri, ziur asko beste ikuspegi garatuago batekin eta beste logika baten arabera berrantolatuta.
Azken batean, taktika-programa komunistak proletalgo iraultzailearen berrosatzea ahalbidetu behar du, eta bere puntuek kontzientzia hori posible egin behar duen taktika kulturalaren bitarteko ideologikoak izan behar dute, estrategia komunistari hezurmamitze soziala eskaintzen diotenak, eta taktika-programa argitzen.
Azken batean, taktika-programa komunistak proletalgo iraultzailearen berrosatzea ahalbidetu behar du, eta bere puntuek kontzientzia hori posible egin behar duen taktika kulturalaren bitarteko ideologikoak izan behar dute, estrategia komunistari hezurmamitze soziala eskaintzen diotenak, eta taktika-programa argitzen
Edukian zentratutako kritikek, bestalde, programa ezinezkotzat jotzen dute. Izan ere, antza, bere edukia ezin da garatu eta zentzugabea da, Alderdi Komunistarik ez badago. Horrek, baina, oinarrizko kontrakotasun bat uzten du agerian. Izan ere, Alderdi Komunistaren gabeziak taktika komunistarako aukerak ixten baldin baditu, Alderdi Komunista ez da inoiz izango proletalgo iraultzailearen antolakuntza maila garatu bat, bere aurretik, eta gainetik, ezartzen den egitura burokratiko-bertikala baizik: alderdi hori da praktikaren hasiera, eta ez praktika komunistaren beraren antolakuntza forma historikoa.
Alderdi Komunistaren ulerkera hori muturreraino eramanez gero, Alderdia jakintsuen, hau da, dogma bilakatutako teoriaren –eta hargatik, aipatu bezala, ez errealitatearen– ezagutza gorena eskuratu dutenen antolakuntza espazio bilakatzen da, zeinaren eginbeharra langileengan kontzientzia kanpotik txertatzea baita. Izan ere, kontzientzia ezin da praktikaren fruitua izan, bere abiapuntua baizik, eta praktikarekin inongo erlaziorik ez duen teoriaren ezagutza maila gorena dakar. Alegia, ikuspegi horren arabera, Alderdi Komunista teoria “osatu” –esan dezagun, dogma bilakatutako teoria– baten ezagutza maila gorenaren emaitza da, ezagutza maila gorena, kontzeptu gisa, posible bada ere soilik praktika sozialaren garapen maila batekin erlazioan, eta ez modu absolutuan, ezeren abiapuntu gisa.
Mugimendu Sozialistaren ikuspegia, ordea, bestelakoa da: Alderdi Komunista programa eta praktika/antolakuntza komunistaren emaitza da, behin eginbeharrak argitu direnean eta ofentsibarako bitartekoak eskuratu. Hau da, Alderdi Komunista proletalgo iraultzailearen subjektu-bilakatze prozesuaren forma historikoa da, praktika komunistari lotutako eginbehar programatikoen garapen organizatiboa, alegia.
Euskal Herriko Etxebizitza Sindikatu Sozialistaren programaren helburu nagusia proletalgo iraultzailea subjektu gisa berrosatzea da. Programa hori ez dago burgesiari eta bere instituzioei bideratuta, proletalgoari baizik. Eta burgesia eta haren instituzioak interpelatzen ditu horrela osatzen delako proletalgoa subjektu iraultzaile gisa bere etsaiaren aurkako borrokan. Programak etsai hori definitzen eta hezur-haragizko egiten laguntzen du.
Azken batean, etxebizitzaren auzian ere posible da, eta ezinbestekoa, programa komunistak bere hedapenerako bitartekoak eraikitzea. Horri uko egitea, komunismoari uko egitea da