Guerra e imperialismo
Los grandes debates siempre están precedidos por grandes acontecimientos. No surgen de ningún tipo de relación de la ideología consigo misma, procesada por una mente brillante, tal y como algunos pretenden; tampoco de un simple despliegue conceptual del conocimiento más alto adquirido hasta la fecha, como si este fuera una fuente inagotable que emana de la naturaleza. Los debates son siempre momentos de la práctica en los que se dirime acerca de la misma. Ese es, también, el caso del debate en torno al imperialismo, surgido al calor de la guerra entre las grandes potencias mundiales. Debate que no tiene como objetivo, claro está, la sola clarificación conceptual, como si de un fetiche por el saber se tratara −y quienes participan en él científicos del saber o sabiondos−, sino que tiene como objetivo la claridad conceptual como medio clarificador de la estrategia política a desarrollar.
Es por eso por lo que solo en determinadas circunstancias el debate político es tal, y no lo es, desde luego, cuando se trata de un compromiso único con el saber. Tampoco es un debate político aquel que se desarrolla en círculos en torno a unas tesis determinadas y que afirma que el punto de partida de la práctica es la ideología, y que hasta entonces no hay lucha de clases que valga. Si hay un balance, ese es el que debemos ejercer en la lucha contra nuestro enemigo de clase, y no contra fantasmas del pasado. O, dicho de otra manera, si recuperamos debates pasados y nos nutrimos de ellos, eso solo puede ser porque el presente nos lo impone como medio de organización. Y oponerse al enemigo solo es posible, también en el plano de la teoría, si esta es el momento de la verdad de la organización comunista.
Si recuperamos debates pasados y nos nutrimos de ellos, eso solo puede ser porque el presente nos lo impone como medio de organización. Y oponerse al enemigo solo es posible, también en el plano de la teoría, si esta es el momento de la verdad de la organización comunista
El debate, dado en tales circunstancias, como debate político, genera posiciones polarizadas y enemistades políticas. Si no, no sería un debate, sino que un simple camino hacia el saber abstracto. Pero esas enemistades no son reductibles a rencillas entre individuos, sino que implican la lucha entre formas de organización opuestas y una guerra efectiva que se realiza como despliegue de la lucha de clases, y no como un simple debate que antecede absolutamente a la práctica.
La guerra imperialista iniciada en 1914 inauguró la enemistad política entre el comunismo y la socialdemocracia, tal y como hoy día la conocemos. La clarificación en torno al imperialismo supuso la clarificación de la estrategia comunista frente a la guerra y, por supuesto, frente a la socialdemocracia nacionalista, que se replegó a la defensa de su estado nacional en oposición a la naturaleza de la IIª Internacional.
Las consecuencias de la guerra fueron nefastas para el movimiento socialista. La bancarrota de la Internacional supuso el aislamiento de los comunistas y el repliegue, frente a una guerra que se extendía, para poder repensar la estrategia y poder rearticular el comunismo como política de vanguardia de la clase obrera. Es por ello que los debates en torno al imperialismo tuvieron un contenido político muy evidente. No se trataba simplemente de la caracterización del fenómeno de manera aislada, sino que de la coyuntura política que se abría con el mismo, esto es, de las posibilidades que se abrían para la revolución socialista.
La ruptura de lo que hasta entonces se englobaba en la socialdemocracia, y que abriría el camino hasta la diferenciación entre socialdemócratas y comunistas, no fue producto de una concepción diferenciada sobre el imperialismo, sino, muy al contrario, de dos posiciones diametralmente opuestas en torno al mismo: por un lado, los que apoyaron a su burguesía en la guerra imperialista, bajo la bandera del «defensismo»; y por el otro, quienes defendieron el internacionalismo proletario frente al repliegue nacionalista y la subordinación del proletariado a la burguesía, bajo la bandera de la ofensiva y de la guerra civil contra la burguesía.
La ruptura de lo que hasta entonces se englobaba en la socialdemocracia, y que abriría el camino hasta la diferenciación entre socialdemócratas y comunistas, no fue producto de una concepción diferenciada sobre el imperialismo, sino, muy al contrario, de dos posiciones diametralmente opuestas en torno al mismo
Lo que estaba en juego con la clarificación conceptual no era, por ello, el futuro despliegue de una posición política, sino que, al contrario, su afirmación como posición que antecede a la clarificación conceptual. Esto es, ese debate tan solo fue posible porque ya desde antes del debate había dos sujetos políticos que se enfrentaban en la arena y subordinaban el momento teórico a sus necesidades organizativas.
La referencia adquirida por Lenin en el debate en torno al imperialismo no se debe solo a su capacidad de sintetizar los debates dados en torno al mismo, sino que a su faceta organizadora en el plano de la política, en lucha directa contra la guerra imperialista y sus secuaces en el movimiento obrero. La teoría de Lenin adquiere valor y vigencia porque era un elemento unificador de la práctica bolchevique. Es por ello por lo que preservar sus elementos centrales se convierte en una tarea indispensable, también a día de hoy, incluso si tan solo fuera para preservar la ética del comunismo y su valor como programa revolucionario.
Esa tarea implica defender el núcleo del pensamiento de Lenin, su gran verdad: la revolución socialista y la política revolucionaria como elemento principal a preservar en el análisis de la realidad concreta. En cambio, muchas de las críticas que ha recibido la concepción de Lenin en torno al imperialismo, resumido este como fusión monopólica de capital industrial y capital financiero, tienen como resultado, precisamente, la abolición de la política en el núcleo de la crítica al imperialismo, mediante la abolición del elemento central del monopolio como poder omnipotente. Y es que, si algo pretende resaltar el monopolio en la teoría de Lenin, eso es que aquello del «dominio impersonal del capital» es una abstracción que adquiere forma concreta no en la relación social entre personas indeterminadas, sino en la subordinación del proletariado por la burguesía −y por lo tanto, que la guerra no es una simple ley de mercado, que tiene responsables y que hay que organizarse contra los mismos; hacerles la guerra civil−.
Si algo pretende resaltar el monopolio en la teoría de Lenin, eso es que aquello del «dominio impersonal del capital» es una abstracción que adquiere forma concreta no en la relación social entre personas indeterminadas, sino en la subordinación del proletariado por la burguesía −y por lo tanto, que la guerra no es una simple ley de mercado, que tiene responsables y que hay que organizarse contra los mismos; hacerles la guerra civil−
Empero, la abolición de la política en el núcleo de la teoría no implica la eliminación del sujeto en general, sino que la indeterminación del sujeto dominante, y con ello la imposibilidad del sujeto comunista. Así, las guerras son explicadas como producto de mentes malas, cuando no innatas al sexo masculino, casi convertidas en objeto de estudio de la biología; incluso como acontecimientos cuasi naturales, que surgen por motivo del capitalismo, pero de un capitalismo abstracto que es imposible de traducir a las disputas concretas entre bloques de capitalistas. Por ello, la evitabilidad de la guerra está unida a la voluntad popular por la elección de buenos representantes, que, por alguna extraña razón no se da, haciéndolas inevitables, como inevitable parece ser la maldad del ser humano; o simplemente son inevitables, por ser producto de una naturaleza imposible de comprender.
Parece ser que esos casos se repiten también en la guerra de Ucrania. Por un lado nos encontramos con que quienes defienden la inevitabilidad de la guerra en el capitalismo, no lo hacen como punto de partida necesario del internacionalismo proletario y la estrategia socialista, sino que como medio de absolver a uno de sus participantes, en este caso Rusia, al que identifican como liberador de pueblos y no como actor imperialista (¿puede haber una guerra imperialista si las potencias en disputa no son ellas mismas bloques monopólicos de capital, esto es, bloques imperialistas en disputa?). Se acepta esa inevitabilidad como fatalidad, y simplemente se elige bando.
Otros, en cambio, presentan la guerra como producto de la maldad de Putin y los rusos y, ante ello, nada puede hacerse, pues es una maldad innata.
En cualquiera de sus versiones, por la incapacidad de comprender el imperialismo y lo central de las tesis de Lenin en torno a la guerra imperialista, la guerra se convierte en un fenómeno inabarcable. Retroceder a Lenin y a su lucha se convierte en un medio para poder enfrentarse a las posiciones legitimadoras de la guerra, una vez más replegadas a la bandera del «defensismo»: defendernos contra la maldad rusa, o defender a Rusia frente a la maldad de Occidente. En definitiva, nacionalismo y reacción, y abolición del internacionalismo proletario, cuya consigna es clara: guerra al capital y a los capitalistas.
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Gerra eta inperialismoa
Eztabaida handien aurretik gertakari handiak izaten dira beti. Ez dira buru bikain batek prozesaturiko ideologiak bere buruarekin duen harremanaren emaitza, batzuek uste duten bezala; ezta orain arte lortutako ezagutza mailarik altuenaren hedapen kontzeptual soilaren emaitza ere, ezagutza naturatik datorren iturri agortezin bat balitz bezala. Eztabaidak praktikaren uneak dira beti, non praktikaren inguruan erabakitzen den. Hori da, halaber, inperialismoaren inguruko eztabaidaren kasua, munduko potentzia handien arteko gerraren berotasunean sortua. Noski, eztabaida horren helburua ez da, soilik, kontzeptua argitzea, jakintzari lotutako fetitxe zientifiko batez ariko bagina bezala −eta horretan parte hartzen dutenak jakintzaren zientzialariak edo orojakileak−; aitzitik, garatu beharreko estrategia politikoaren bitarteko argigarri gisa, kontzeptu-argitasuna du helburu.
Horregatik, eztabaida, egoera jakin batzuetan bakarrik da eztabaida politikoa, eta ez da hala, jakina, jakintzarekiko konpromiso soila denean. Ez da eztabaida politikoa, ezta ere, tesi jakin batzuen inguruan zirkuluetan garatzen dena eta praktikaren abiapuntua ideologia dela eta, ordura arte, balio duen klase borrokarik ez dagoela baieztatzen duena. Balantze bat badago, gure klase etsaiaren aurka borrokatuz egin behar duguna da hori, eta ez iraganeko mamuen aurka. Edo, beste era batera esanda, iraganeko eztabaidak berreskuratzen baditugu eta horietaz elikatzen bagara, orainak antolakuntza-bitarteko gisa inposatzen digulako bakarrik izan daiteke hori. Eta etsaiari aurka egitea, baita teoriaren mailan ere, antolakuntza komunistaren egiaren unea bada soilik da posible teoria.
Iraganeko eztabaidak berreskuratzen baditugu eta horietaz elikatzen bagara, orainak antolakuntza-bitarteko gisa inposatzen digulako bakarrik izan daiteke hori. Eta etsaiari aurka egitea, baita teoriaren mailan ere, antolakuntza komunistaren egiaren unea bada soilik da posible teoria
Eztabaidak, halako egoeretan, eztabaida politiko gisa, jarrera polarizatuak eta etsaitasun politikoak sortzen ditu. Bestela ez litzateke eztabaida izango, jakintza abstrakturako bide soil bat baizik. Baina etsaitasun horiek ezin dira gizabanakoen arteko liskarretara mugatu. Kontrara, eztabaida horiek eurekin dakarte aurkakoak diren antolakuntza-moduen arteko borroka eta klase borrokaren hedapen gisa (eta ez, modu absolutuan, praktikaren aurretik datorren eztabaida soil gisa) gauzatzen den egiazko gerra.
1914an hasitako gerra inperialistak komunismoaren eta sozialdemokraziaren arteko etsaitasun politikoa piztu zuen, gaur egun ezagutzen dugun bezala. Inperialismoaren inguruko argipenak estrategia komunistaren argipena ekarri zuen gerraren aurrean eta, jakina, sozialdemokrazia nazionalistaren aurrean, zeinak, II. Internazionalaren izaeraren aurka eginez, bere estatu nazionala defendatzeko erabakia hartu zuen
Gerraren ondorioak negargarriak izan ziren mugimendu sozialistarentzat. Internazionalaren porrotak, hedatzen ari zen gerra baten aurrean, komunisten isolatzea eta atzera-egitea ekarri zituen, estrategia birpentsatu ahal izateko eta komunismoa langile klasearen abangoardiako politika gisa berrantolatu ahal izateko. Horregatik, inperialismoaren inguruko eztabaidek eduki politiko nabarmena izan zuten. Kontua ez zen fenomenoa modu isolatuan ezaugarritzea, fenomenoarekin batera zabaltzen zen koiuntura politikoa ezaugarritzea baizik, hau da, iraultza sozialistarako irekitzen ziren aukerak aztertzea.
Ordura arte sozialdemokrazia gisa ezagutzen zenaren haustura, sozialdemokraten eta komunisten arteko bereizketarainoko bidea irekiko zuena, ez zen inperialismoari buruzko ikuskera desberdin baten ondorioa izan, baizik eta, oso alderantziz, haren inguruan erabat kontrajarriak ziren bi jarreraren ondorioa: batetik, «defentsismoaren» banderapean beren burgesia gerra inperialistan babestu zutenak; eta, bestetik, atzera-egite nazionalistaren eta proletalgoaren menderatze burgesaren aurrean, internazionalismo proletarioa defendatu zutenak, burgesiaren aurkako ofentsibaren eta gerra zibilaren banderapean.
Ordura arte sozialdemokrazia gisa ezagutzen zenaren haustura, sozialdemokraten eta komunisten arteko bereizketarainoko bidea irekiko zuena, ez zen inperialismoari buruzko ikuskera desberdin baten ondorioa izan, baizik eta, oso alderantziz, haren inguruan erabat kontrajarriak ziren bi jarreraren ondorioa
Argitze kontzeptualarekin jokoan zegoena ez zen, beraz, etorkizunean posizio politiko bat hedatzea, posizio politiko hori argitze kontzeptualaren aurretik datorren posizio gisa baieztatzea baizik. Hau da, eztabaidaren aurretik jada bi subjektu politiko zeudelako soilik izan zen posible eztabaida hori, harean elkarren aurka egiten zutenak eta une teorikoa antolakuntza-beharren mendeko egiten zutenak.
Leninek inperialismoari buruzko eztabaidan lortutako erreferentzia ez zen soilik inperialismoaren inguruan izandako eztabaidak sintetizatzeko izan zuen gaitasunagatik izan. Erreferentzia lortu zuen, hain zuzen ere, politikaren arloan, hau da, gerra inperialistaren eta horrek langile mugimenduan zituen jarraitzaileen aurkako borrokan, bete zuen antolakuntza-funtzioagatik. Leninen teoriak balioa eta indarra hartzen ditu praktika boltxebikearen elementu bateratzailea zelako. Horregatik, bere elementu nagusiak zaintzea ezinbesteko zeregin bihurtzen da, baita gaur egun ere, komunismoaren etika eta programa iraultzaile gisa duen balioa babesteko bakar-bakarrik izanda ere.
Zeregin horrek Leninen pentsamenduaren muina defendatzea eskatzen du, bere egia handia: iraultza sozialista eta politika iraultzailea, errealitate zehatzaren azterketan babestu beharreko elementu nagusi gisa. Aitzitik, Leninek inperialismoaren inguruan zuen ikusmoldeak −kapital industrialaren eta kapital finantzarioaren fusio monopoliko gisa laburtzen dena− jaso dituen kritika askok inperialismoaren kritikaren muinetik politika erauztea eragin dute, eta hori lortu dute elementu nagusia den monopolioa botere ahalguztidun bezala erauziz. Izan ere, Leninen teorian monopolioak honako hau nabarmendu nahi du: «kapitalaren menderatze inpertsonala» abstrakzio bat dela, forma zehatza hartzen duena burgesiak proletalgoaren gainean gauzatzen duen menderatzean eta ez pertsona zehaztugabeen arteko harreman sozialean −eta, beraz, gerra ez dela merkatu-lege soil bat, erantzuleak dituela eta horien aurka antolatu behar dela; gerra zibila egin behar zaiela−.
Leninen teorian monopolioak honako hau nabarmendu nahi du: «kapitalaren menderatze inpertsonala» abstrakzio bat dela, forma zehatza hartzen duena burgesiak proletalgoaren gainean gauzatzen duen menderatzean eta ez pertsona zehaztugabeen arteko harreman sozialean −eta, beraz, gerra ez dela merkatu-lege soil bat, erantzuleak dituela eta horien aurka antolatu behar dela; gerra zibila egin behar zaiela−
Baina politikaren abolizioak, teoriaren muinean, ez dakar subjektua oro har ezabatzea, subjektu menderatzailearen zehaztugabetasuna baizik, eta, horrekin batera, subjektu komunistaren ezintasuna. Horrela, gerrak buru maltzurren emaitza bezala azaltzen dira, gizonezkoei berezko zaizkiela babesten ez denean, ia biologiaren aztergai bihurtuak; ia naturalak diren gertakizun bezala ere azaltzen dira gerrak, kapitalismoaren ondorioz sortuak, bai, baina kapitalisten blokeen arteko borroka zehatz gisa ulertu ezin den kapitalismo abstraktu baten ondorioz. Horregatik, gerraren halabeharrezkotasuna ordezkari onak hautatzearen aldeko herri borondateari lotuta dago, zeina, arrazoi bitxiren batengatik, ez baita gertatzen, gerrak saihetsezin bihurtuz, gizakiaren gaiztakeria saihetsezin dela dirudien bezala; edo saihetsezinak dira, besterik gabe, ulertu ezin den izate baten emaitza direlako.
Badirudi kasu horiek Ukrainako gerran ere errepikatzen direla. Alde batetik, kapitalismoan gerra saihetsezina dela defendatzen dutenek ez dute internazionalismo proletarioaren eta estrategia sozialistaren ezinbesteko abiapuntu gisa egiten; kontrara, parte-hartzaileetako bat, kasu honetan Errusia, absolbitzeko bide gisa egiten dute, herrien askatzaile gisa identifikatzen baitute, eta ez aktore inperialista gisa (gerra inperialista egon al daiteke, baldin eta lehian dauden potentziak ez badira beraiek kapital-bloke monopolikoak, hau da, borrokan dauden bloke inperialistak?). Halabeharrezkotasun hori zoritxartzat jotzen da, eta bandoa aukeratzen da, besterik ez.
Beste batzuek, aldiz, gerra Putinen eta errusiarren gaiztakeriaren ondorio gisa aurkezten dute, eta horren aurrean ezin da ezer egin, sortzetiko gaiztakeria baita.
Bere edozein bertsiotan, inperialismoa eta Leninek gerra inperialistaren inguruan egindako tesien muina ulertzeko ezgaitasunagatik, gerra fenomeno ulertezin bihurtzen da. Lenin eta bere borroka berreskuratzea bitarteko bihurtzen da, aurre egin ahal izateko gerraren posizio legitimatzaileei, berriz ere «defentsismoaren» banderara atzera egin dutenak: errusiar gaiztakeriaren aurka defendatu, edo Errusia defendatu Mendebaldearen gaiztakeriaren aurrean. Azken batean, nazionalismoa eta erreakzioa, eta internazionalismo proletarioaren abolizioa, zeinaren kontsigna argia baita: kapitalari eta kapitalistei gerra.