Represión en Jujuy: “Morales quiere ser el dueño del agua”
«Los cortes en Volcán, Purmamarca y La Quiaca se mantienen», avisa Patricia que es docente de una escuelita de la Quebrada de Humahuaca y tiene miedo a dar su apellido: «Hay listas negras. Nos amenazan con echarnos si reclamamos». Sus padres viven en Tilcara y ve con miedo la reforma de la ya vigente Constitución provincial. «La ruta 9 está intransitable, pero está tranquilo porque toda la fuerza policial está en San Salvador», explica. Su voz fue la antesala de lo que sucedió el martes en la capital provincial: una de las más violentas represiones que recuerde Jujuy.
En la ciudad hubo de todo: militantes de diversas organizaciones, provocadores policías disfrazados de civil rompiendo locales y hasta miembros de organizaciones de Derechos Humanos presos ilegalmente. Eva Arroyo, Carolina Luna, Néstor Mendoza y Ana Uro, de Hijos Jujuy, fueron detenidos sólo por portar un chaleco que se identifica con el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragala, que días antes había visitado la provincia ante la represión en la Quebrada de Humahuaca.
Esa Quebrada que en 2003 fue declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad y que hoy arde de bronca a lo largo de toda su extensión.
Gerardo Morales llegó a la gobernación con la promesa de «eliminar» los cortes de ruta que antes eran protagonizados por Milagro Sala. Consiguió los votos de la clase media y lo primero que hizo fue meter presa a la dirigenta por acampar en Casa de Gobierno. Con mano dura, la provincia se mantuvo sin cortes hasta ahora.
La interrupción de vías de circulación lo obsesionan al radical. “La prohibición de los cortes de ruta es una convicción”, sostuvo en una conferencia de prensa que no lo fue porque casi no aceptó preguntas.
Día de la Bandera, represión y el «Apagón de Ledesma»
En el Día de la Bandera la ciudad capital amaneció vallada, sitiada, convertida en un campo de batalla. Ahora el Gobernador perdió el apoyo de todos los sectores por la violencia que desplegó.
En la ciudad hubo docentes que fueron a protestar y se vieron envueltos en la violenta represión que desplegó Morales. Su libreto es siempre el mismo: policías de civil quemando autos y destruyendo locales comerciales. Hay más de 60 detenidos y un herido grave, se trata de Nelson Mamani, a quien le partieron el cráneo con una lata de gas lacrimógeno. Demoraron para llevarlo ante la falta de ambulancia. Fue intervenido en el Hospital Pablo Soria y el pronóstico es «reservado».
El nuevo dato es que ahora se sumaron camionetas de una empresa constructora para que policías sin identificación salgan a la cacería de personas. Trajo el recuerdo del denominado «Apagón de Ledesma», ocurrido entre el 20 y 27 de julio de 1976, donde la misma Policía con camionetas del Ingenio Ledesma secuestró a más 400 personas y desapareció a 55.
En la Ruta Nacional 9, que recorre el «Patrimonio de la Humanidad» y llega hasta La Quiaca, límite con Bolivia, todos tienen miedo y están cansados. Llevan más de 20 días sin volver a sus casas. Y eso es preocupante porque se trata de familias campesinas indígenas que tiene parcelas de media o una hectárea donde se cultiva y se crían ganado menor. Las huertas, los animales necesitan un cuidado permanente y cuando hay corte el esfuerzo es el doble porque muchas veces son los niños quienes quedan al cuidado de las casas.
Saben que el esfuerzo es necesario porque son personas atravesadas en sus vidas por la Pachamama. En un carnaval, en los solticios, para agosto, son personas que piden permiso a la Tierra Madre para comenzar con algún ciclo de la vida.
Hoy, 21 de junio, las comunidades indígenas celebran el Inti Raymi, paralelo al Solsticio de Invierno. Festejan el Año Nuevo en honor al Tata Inti, Dios Sol, y que habilita un nuevo ciclo de la naturaleza. Es la noche más larga y en las comunidades se la trasciende bailando, comiendo, tomando yerbeao; todo en comunidad y en comunión con la Pachamama.
«En el corte tienen tecnología para reducir el ancho de banda por lo que se hace difícil comunicarse o recibir información», afirma Marina Ariza, que trabaja en el Hospital del Maimará y que está presente en el corte brindado toda su solidaridad y profesionalidad. Asegura que el problema central es que nunca se hizo la consulta que, por ley, se debe realizar a los pueblos indígenas. «Las comunidades nunca tuvimos acceso a los textos, no sabemos lo que se aprobó ayer y en eso está la gravedad», cuestiona.
Para encontrar señal hay que alejarse de los cortes y caminar kilómetros hasta que se normaliza el ancho de banda. Varios kilómetros caminó José Sajama, de la comunidad Angosto El Perchel, para dejar un comunicado por medio de un audio de voz en los grupos de WhatsApp. «Quiero reiterar que las 400 comunidades indígenas de la provincia, en los términos de la Ley 24.061 que convoca a la reforma de la constitución, no han sido consultadas por la Provincia, no hubo consulta del Convenio 169 de la OIT. En el desarrollo nos hemos presentado por escrito y de forma personal a leer la incosntitucionalidad. Y tenemos un gran silencio por parte del Congreso de la Nación», José Sajama.
«Extraen toda la riqueza de nuestra Pachamama y la venden al exterior»
«El gobernador Morales quiere ser el dueño del agua», dice la docente Patricia. Y asegura que, aún con las modificaciones de último momento (derogación de artículos 36 y 50), igual se afecta a los pueblos originarios. Los docentes saben de lo que hablan, ellos trabajan la Pachamama como un contenido transversal
«Lo mismo nos sustrae las riquezas naturales y el derecho veinteañal (del Código Civil) ya no sirve más. Mi papitos que viven desde hace más de 60 años en su casita de Tilcara ya no tendrían seguridad alguna. Él (Morales) y sus amigos extraen toda la riqueza de nuestra Pachamama, las vende al exterior y nosotros nos quedamos sin nada», concluye Patricia.
En los cortes hay integrantes de las comunidades originarias, docentes, personal de salud y vecinos. Atraviesa y rompe las estructuras sindicales y de las organizaciones sociales. Entonces flamean las Whipalas en las principales líneas.
No puede decir Morales que Milagro Sala es la que instiga porque salieron todos, por supuesto que hay gente de la Tupak, pero también están los de SEOM del «Perro» Santillán, las mujeres de la intergremial docente, los fortines gauchos de la Quebrada, trabajadores mineros y, por supuesto, los del Sindicato del Azúcar en el Ramal, en la zona tropical del Jujuy.
Porque se habla mucho de la Quebrada, pero en San Pedro, Ledesma y Calilegua los cortes son permanentes. Hasta el personal retirado de la Policía mantienen los bloqueos. Son más de 20 cortes hay en toda la provincia. Esto es parte de un gran estallido por la degradación paulatina de los salarios, por la Pachamama y por la soberbia del gobernador Morales.
(Antonio Gaspar, desde Jujuy / Cobertura conjunta de Tierra Viva y Cítrica)
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Jujuy y las luchas que vienen
Cuando se cierran todas las vías de diálogo y se apela a imponer posiciones autoritarias con represión, cuando se persigue, encarcela, y se niega todo tipo de defensa legal, cuando desde sectores políticos de extrema derecha, que se escudan en democracias fallidas, se escuchan voces de aprobación a la aplicación de un “orden” brutal que no duda en arrancarle a balazos los ojos a jóvenes de este pueblo -como en Chile y en Perú-, cuando todo eso sucede a la luz del día y con la anuencia del Poder Judicial y el silencio cómplice y cobarde del Poder Ejecutivo (y el mirar a un costado de un presidente eunuco), no tengamos ninguna duda que se está abriendo la puerta a una dictadura. Y claro, después que todo eso ocurre no hay que sorprenderse ni mirar al cielo preguntándose: “por qué nos está sucediendo esto”.
Lo que viene dándose en el norte argentino en estos últimos años y que ahora ha estallado en toda su magnitud es precisamente que el huevo de la serpiente rompió su cáscara. Que el fascismo no pide permiso para entrar y asentarse, y esto no solo en Jujuy, donde el caso de Gerardo Morales es arquetípico de lo que puede definirse como gobierno dictatorial sino también en Salta donde el gobernador Sáenz, también viene poniendo sobre la superficie políticas feudales, de abierto maltrato hacia quienes ganan salarios de hambre y por protestar son reprimidos. Y así se podría hacer un listado inacabable de gobernadores, intendentes y polítiquejos varios que orientados abiertamente a la derecha (sean opositores u oficialistas) llevan adelante políticas de entrega y sumisión a las corporaciones capitalistas.
Sin embargo, en medio de esta algarada derechista que reúne nuevamente, sin distingos de banderías, a macristas y peronistas del PJ, lo que está pasando por estas horas en Jujuy abre canales de esperanza, ya que el pueblo ha despertado de tal manera, que superando las diferencias en las que siempre caen ciertas dirigencias, se ha unido en la acción. Es impresionante y digno de toda admiración comprobar cómo las distintas comunidades indígenas de la Puna se han convertido en un factor de presión y dignidad, generando un singular Fuenteovejuna a lo largo y ancho de los 22 cortes de ruta en toda la provincia. Familias enteras pasando día y noche a la intemperie y con temperaturas extremas invernales, poniendo el cuerpo y desafiando pacíficamente al dictador que no puede salir a la calle si no es con custodia policial y de sus propios matones.
Otra vez, como ocurriera en Bolivia y Perú recientemente, son los pueblos originarios los que dan el ejemplo del camino a seguir, poniendo en la superficie una historia de más de cinco siglos de resistencia, utilizando los métodos y las formas tradicionales de enfrentamiento con los poderosos, apelando a la firmeza de sus convicciones ancestrales. Con las wiphalas flameando en las rutas, e incluso con la música y la alegría fraterna de los encuentros entre hermanos y hermanas que cargan tantas heridas en el alma pero no se arredran, y pelean por lo que les pertenece.
Esa algarada de rebeldía es la que fue contagiando al resto de la población y la que generó el Jujeñazo que enfrenta a la aprobación cobarde de una reforma constitucional que busca simplemente institucionalizar el armado dictatorial. Levanta el ánimo y transmite frescura generacional ver como miles de jóvenes plantaron resistencia frente a la Legislatura y luego extendieron la misma a casi toda la ciudad de San Salvador, expresando de esa manera que los verdaderos problemas de los de abajo se resuelven en las calles y peleando como se pueda, pero peleando.
De nada vale que desde el poder les digan “infiltrados”, “zurdos” o “bolivianos enviados por Evo Morales”, todos sabemos que cuando el hambre aprieta y la violencia institucional trata de aplastar cualquier tipo de reclamo, el derecho a la rebelión es más que necesario y no necesita el permiso de nadie. Fue así a lo largo de la historia de las luchas de este pueblo.
En estos escenarios extremos, de nada valen los cantos de sirena de los políticos tradicionales del progresismo, que viven amortiguando las luchas, ya que ha quedado demostrado que a ellos lo único que les interesa es discutir cargos y asegurarse una vida llena de prebendas. Los pocos de esa casta que se animaron a llegar hasta Jujuy lo hicieron para posar en fotos “junto a los que luchan”, buscando que les puedan servir en la campaña electoral y poco más. Solo la izquierda, en el sentido más amplio de la definición, fue, como siempre, la que tuvo el coraje de estar en el sitio que correspondía, y por supuesto es la que puso los cuerpos magullados, lxs detenidxs, los dolores que suelen causar los enfrentamientos desiguales.
Con esas demostraciones de firmeza ante una dictadura que ahora se apresta a poner la jauría de gendarmes en las rutas para despejar con violencia los cortes, no cabe otra instancia -si realmente se quiere ayudar al pueblo jujeño a derrocar al tirano- que extender la lucha en todo el país, nacionalizar la protesta, porque el “laboratorio jujeño” será de aplicación nacional si no se lo frena de raíz. Y en este sentido, no se trata de “depositar la bronca en las urnas” como supo decir Cristina Kirchner cuando perdió la elección con Macri, sino de ir generando lo más unitariamente que se pueda miles de respuestas en las calles. Decirles un gigantesco “basta ya” a quienes por acción u omisión buscan conducirnos hacia el fascismo. No dejemos que se apague el ejemplo del pueblo jujeño.
(Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano)
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Jujuy: los pueblos originarios han retomado las luchas anticoloniales
Mientras en los Estados coloniales se habla de la “nueva ola del progresismo”, los pueblos se encuentran en las calles, en las carreteras luchando, Puno, Cusco, Ayacucho, Wancavelica, Apurímac, Moquegua, Madre de Dios y Arequipa, en Perú y en la Argentina toda la provincia de Jujuy, con repercusiones en Buenos Aires y apoyos en todo el país.
¿Qué es lo común en estos movimientos? La identidad, identidad de pueblos originarios, entonces más allá del llamado “progresismo” nombre piadoso para la socialdemocracia, los pueblos originarios han retomado las luchas anticoloniales, iniciadas allá por 1536.
La historia ha ignorado el protagonismo de los pueblos originarios, el sometimiento que ejercieron los gobiernos coloniales no pudo terminar de “civilizar” a los rebeldes, en Bolivia esa rebeldía está personificada en la imagen de Felipe Quispe “El Mallku”, su radicalidad lo marginó de la política oficial, retornó a las bases y desde ahí contribuyó a la recuperación de la democracia (en la que no creía) incluso convocando a votar por el MAS, su rival político.
Hoy le toca al pueblo jujeño, les toca a los Kollas (como se autoidentifican) que con la whip’ala al hombro están resistiendo la dictadura de un pequeño reyezuelo colonial, acostumbrado a obrar por encima de la ley (como buen colonizador) y apoyado en las élites locales con poder económico. Esta resistencia, como en el Perú, ya tiene su cuota de sangre, del sacrificio heroico de los verdaderos hijos de la patria.
En la Argentina no es muy común reconocer la presencia de los pueblos originarios, la eterna lucha de los hermanos Mapuches, es vista como resabio de la historia, hasta Perón tiene en su haber masacres de pueblos originarios como los Pilagá, en ese contexto hoy los jujeños, los pueblos originarios de Jujuy, se encuentran en las carreteras, en las calles, en los enfrentamientos con los temibles señores de la muerte, que con sólo el poder de sus uniformes, castigan fieramente a las gentes por orden del “El encomendero cristiano, que por donación del rey español tiene a su cargo a los indios y las tierras de una comunidad” .
Es Jujuy territorio de resistencia, de lucha, de esperanza, son tiempos de recuperación de la memoria, esa memoria invocada por el Che cuando nos decía: “… para el luchador que persigue lo que hoy se llama quimera, el de un brazo extendido hacia el futuro cuya voz de piedra grita con alcance continental: “ciudadanos de Indoamérica, reconquistad el pasado”.
La violencia es la hermana gemela del poder dictatorial, sólo la violencia mantiene los privilegios de los hijos de encomenderos y sus asociados de rubios cabellos y azules ojos que aún tienen complejos de ser superiores.
Las luchas de liberación no pueden prescindir de dar fin con el racismo, tienen que estar del lado de los condenados de la tierra, de su tierra arrebatada con las triquiñuelas de los poderosos.
Jujuy es la herida abierta descrita por Eduardo Galeano y es que sólo la derrota de los dueños del poder y la emergencia del pueblo como protagonista de su propia historia, por fin, podrán cerrar la herida de 500 años.
(Camilo Katari, Resumen Latinoamericano)
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