La decisión de Rusia de rechazar el intento de la OTAN de convertir a Ucrania en una avanzadilla atlántica para desestabilizarla, y de aceptar así una confrontación militar impuesta por la negativa de la OTAN a negociar condiciones de seguridad mutua en Europa, han abierto en el mundo nuevos escenarios antes impensables.
El choque entre las pretensiones unipolares e imperialistas del bloque occidental y la resistencia política, económica y militar de Rusia ha reforzado en el mundo las aspiraciones de los pueblos, países y regiones que aspiran a su propia soberanía y autodeterminación y desean liberarse del control colonial y la subyugación de Occidente.También se fortalece el eje ruso-chino en el continente euroasiático y se amplía el área de países de tres continentes que quieren formar parte de los BRICS, hasta la fecha una treintena.
El conflicto entre la OTAN Y RUSIA en Ucrania abre así la puerta a una revolución mundial anticolonial y multipolar que tiene su epicentro en África, particularmente en la zona centroafricana, que está viendo desaparecer uno a uno, el control colonial francés sobre estos países.
Después de la República Centroafricana, Malí, Burkina Faso, etc., el dominio colonial francés está desapareciendo. El último bastión de la presencia francesa, Níger, ha saltado por los aires en los últimos días. Las reacciones de pánico en el establishment occidental dan la medida del cambio de clima en África.
Ya no se teme la reacción punitiva, económica y militar, que podría venir de Francia o de los países que siguen bajo el yugo colonial. Malí, Burkina Faso, Guinea y Argelia están dispuestos a defender a Níger, incluso con las armas, contra una intervención militar exterior. Surge así el orgullo y la dignidad de una joven clase dirigente africana anticolonial que ha recogido el legado de los Lumumba, los Sankara y el socialismo panafricano y está tejiendo relaciones de cooperación económica y comercial con Rusia y China, sin las condiciones caprichosas impuestas por el FMI y el Banco Mundial con la práctica de la usura que crea deuda y más dependencia.
El gesto de Putin de perdonar una deuda de 20.000 millones de dólares a los países africanos y donar cereales a los más necesitados ha provocado reacciones histéricas en los gobiernos occidentales, en las que el ministro italiano Tajani se ha distinguido por su torpeza, pero sobre todo ha despertado entusiasmo y un espíritu de revuelta anticolonial en las poblaciones africanas que llenan las plazas ensalzando a Rusia y a Putin.
Todos los gobiernos, salvo tres, estuvieron presentes en la cumbre ruso-africana de San Petersburgo, demostrando así que África ya no teme los castigos y las reacciones del amo blanco.
Quien ha permanecido desconcertada y muda ante esta oleada de levantamiento anticolonial en África es, sin duda, la izquierda europea en sus diferentes variantes: no sólo la izquierda rusófoba y proatlántica, sino también la llamada izquierda pacifista pero antiputinista [los ni-ni], una izquierda que no entendido nada de la naturaleza del enfrentamiento abierto en Ucrania, y a la que hoy le cuesta aceptar el entusiasmo y la solidaridad africanos con Rusia.
Pero este es un viejo defecto y vicio de origen también del “marxismo” occidental [y sobre todo su variante trotskista], que nunca ha vinculado la lucha anticapitalista a la lucha anticolonial, que tampoco entendió la lección de Lenin de ayer, que no entendió la naturaleza de la revolución china como revolución anticolonial, y que no ha entendido ahora el inicio de un proceso revolucionario mundial multipolar en curso que tiene como fuerza motriz a Rusia y China y su centro en África.
Un proceso que ya ha cambiado el equilibrio geopolítico en Oriente Medio. Occidente ya no es la cuna de la revolución socialista. Quizás nunca lo fue. Como decía Domenico Losurdo, nunca lo fue porque rechazó el encuentro con la revolución anticolonial, vista como separada de la perspectiva socialista. Un error estratégico y teórico que las clases populares europeas siguen pagando.
La Interferenza / observatoriocrisis.com