En los últimos meses, la crisis en Cuba ha sido objeto de un intenso escrutinio por parte de diversos medios de comunicación, especialmente aquellos radicados en Estados Unidos. Sin embargo, al analizar la situación actual de la isla, es evidente que muchos de estos artículos carecen de una perspectiva objetiva y completa. En lugar de ofrecer una visión equilibrada, estos medios tienden a amplificar las dificultades que enfrentan los cubanos, obviando el contexto crucial del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos durante más de 60 años.
Contexto del bloqueo
La narrativa predominante en muchos de estos medios pinta al gobierno cubano como un sistema insensible y fallido, culpable de la crisis que atraviesa el país. Sin embargo, es fundamental entender que la crisis generada por el bloqueo no solo ha llevado al gobierno a tomar decisiones que no han tenido los resultados esperados, sino que también ha creado en la población una percepción de que el gobierno ya no responde a sus intereses. Esto ha alimentado un clima de inseguridad y desconfianza hacia el gobierno y la revolución, contribuyendo a la desmoralización de la sociedad. Este fenómeno no es accidental; es un objetivo explícito del bloqueo, validado por quienes lo imponen.
Narrativa mediática y su impacto
Allen Dulles, exdirector de la CIA, articuló una estrategia que, aunque dirigida inicialmente contra la Unión Soviética, se aplica en cualquier país que quieran desestabilizar, incluida Cuba. Dulles afirmó: “Nuestra auténtica tarea consiste en mantener esta posición de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional”. Este enfoque se traduce en sembrar el caos y la confusión, debilitando los valores y la cohesión social de la población. La manipulación de la percepción pública, la promoción de la desconfianza y la desmoralización son tácticas deliberadas que buscan erosionar el apoyo al gobierno.
Estrategias de Desestabilización
La falta de recursos y la imposibilidad de acceder a bienes esenciales han naturalizado los errores y han llevado a muchos a aceptar la situación sin cuestionar las deficiencias. En lugar de luchar por transformar estas realidades, se ha instaurado una resignación que ralentiza la búsqueda de soluciones efectivas. Esta estrategia de desmoralización, como Dulles menciona, busca “corromper, desmoralizar y pervertir” a la juventud y a la sociedad en su conjunto, debilitando su capacidad de resistencia.
Es importante destacar que la crisis en Cuba es un fenómeno multifacético que no puede ser entendido plenamente sin considerar el efecto del bloqueo de Estados Unidos. Los medios que amplifican la narrativa de un gobierno fallido, sin abordar este contexto, hacen un flaco favor a la verdad y a la población cubana. Es hora de que la población no sea simplista al analizar la compleja realidad de nuestra vida. Todo lo que enfrentamos, tanto como pueblo como gobierno, tiene sus raíces en el bloqueo y en la guerra infernal que el gobierno de Estados Unidos ha desatado contra nuestra nación. En múltiples ocasiones, han afirmado que su objetivo fundamental es destruir al pueblo cubano y hacer que crea que su sufrimiento es consecuencia de un gobierno fallido. Detrás de nuestras dificultades hay una historia de resistencia y resiliencia que debemos reconocer.
En conclusión, la crisis en Cuba va más allá de las decisiones gubernamentales; la percepción de la población, alimentada por las consecuencias del bloqueo, ha creado un ambiente de desconfianza y resignación que debe ser urgentemente abordado. Los cubanos merecen que se escuche su voz, que se reconozcan sus luchas y que se comprenda la complejidad de su realidad. La manipulación mediática y la falta de contexto solo perpetúan una narrativa que no refleja la verdadera experiencia de la población cubana.
(Razones de Cuba)