Los dólmenes eran construcciones megalíticas de hace más de 6 mil años que simbolizaban el respeto a los fallecidos. En una época en la que la subsistencia era la única misión y ambición de los seres humanos, existía, seguramente desde los instintos más primitivos y casi animales, ese sentimiento de respeto hacia los seres queridos. Salvajes, incivilizados, pero honrando al compañero o la compañera caída.
En pleno siglo XXI, en este “primer” mundo civilizado donde la educación se ha convertido en un protocolo, en una pose, la dirección de Dragados no ha sido capaz de con dos o, al menos, un día de luto, mostrar respeto a uno de sus trabajadores. Para la empresa somos, seguramente, un número más de tantos que se juegan la vida para que sus grandes proyectos, sus grandes pirámides, salgan adelante sea como sea.
Y mientras, el comité, a lo suyo… aprovechando cada momento para crear “conciencia”. En un alarde de compañerismo, de solidaridad de Clase, como en una oda a la igualdad, al “todos y todas somos Dragados”, al duelo por los fallecidos… fue incapaz de suspender las elecciones.
Pero el viernes, el luto que no fueron capaces de respetar ni la Dirección ni lo que debe de ser la representación de los trabajadores, sí lo supo honrar el conjunto de los trabajadores. Frente a frente, en un lado, los enchaquetados directivos y su sumiso comité y en el otro, los del mono, los salvajes del metal. La voz del amo volvió a oírse sin necesidad de que este saliera al barro: “la Dirección nos ha asegurado que estudiará con el comité un protocolo para cuando fallezca un trabajador…”. O sea, el próximo muerto en Dragados, si no se muere antes de que se estudie el protocolo, puede que tenga su día de luto. “Si hubiera sido un accidente pararíamos seguro pero ha sido muerte natural…”.
En 2008, el soldador Miguel Pérez murió en Crinavis trabajando para Dragados y tampoco existía protocolo para estos casos. Fueron las y los trabajadores quienes hicieron, como este viernes, un paro, mostrándoles su respeto. La Dirección intentó que la muerte se declarara externa a la factoría –y así evitar asumir un fallecimiento en el trabajo– pero los testimonios de sus compañeros consiguieron que la empresa se echara para atrás.
El pasado viernes se perdió una gran oportunidad para el sindicalismo y para que el comité demostrara que es un comité de empresa y no DE LA empresa. Hubiese bastado, por parte del comité, con un reconocimiento a la solidaridad de los compañeros y compañeras por el paro y haber hecho una recolecta para una corona de flores, por ejemplo, o para ayudar a la familia del compañero fallecido.
Con estas líneas, como currante de Astilleros, traslado mi aplauso y agradecimiento a las trabajadoras y trabajadores de Dragados que este viernes 7 de febrero, sin contar con la Dirección y a pesar del comité, tuvieron la vergüenza de parar, a la manera que se hace en la Bahía de Cádiz (sí o sí), y construirle al trabajador fallecido su Dolmen, piedra sobre piedra, compañero a compañero…
Por Andrés Hierro, de la Confluencia Sindical de la Bahía de Cádiz