Era 20 de diciembre de 1973 cuando a eso de las nueve y media de la mañana se produjo una fuerte explosión. Esto sucedió a la altura del número 104 de la madrileña calle Claudio Coello.
La explosión afectó de lleno al coche en el que viajaba el presidente del gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco, que falleció en el acto. El vehículo, con sus ocupantes dentro, voló literalmente, se elevó más de 20 de metros del suelo (cinco pisos) para acabar aterrizando en una terraza interior al otro lado del edificio de los jesuitas.
Dado que Luis Carrero Blanco era pieza clave en el tablero de juego franquista, se podría decir que nunca antes como aquel día, hace hoy 50 años, se materializó de manera más clara el conocido grito de “Arriba España”.
Hoy, mientras las propuestas revolucionarias son brutalmente perseguidas, los neofranquistas siguen gozando de insultante impunidad. Y todo eso a pesar de que en los últimos años, como les gusta decir sin un atisbo de sonrojo, han gobernado los Ejecutivos «más progresistas de la historia».