El dictador decidió que a continuación de la dictadura, serían los Borbones los jefes de Estado sin necesidad de pasar por las urnas. Así se hizo, se obedeció y se confirmó el «atado y bien atado» poniendo la herencia del fascista en la Constitución.
Pero no solo fue la Jefatura de Estado sino las grandes corporaciones económicas surgidas a la sombra del Generalísimo y los cuerpos represivos que se vanaglorian de servir al país sin descontar (todo lo contrario) los años de obediencia a la dictadura. De esos polvos, estos lodos.