Ante el intento en muchos estados de eliminar absolutamente todo lo que huela a ruso en la cultura o el deporte, el presidente Putin ha expresado que «la cultura de la cancelación» está dando paso a la «cancelación de la cultura».
Numerosos ejemplos como el intento de cierre del museo ruso de Málaga, la cancelación de las funciones del Ballet Bolshoi, la exclusión de la delegación rusa del festival de Cannes, la eliminación de compositores rusos de los programas en conciertos de música clásica o el aislamiento sufrido por muchos artistas rusos han llevado a Vladimir Putin a condenar «el ostracismo público, el boicot e, incluso, el silencio total, el olvido de los hechos evidentes, de los libros, de los nombres de las figuras públicas históricas y modernas, de los escritores, simplemente de personas que no encajan, no caben en los patrones modernos, por más absurdos que sean a la hora de la verdad».
Destacó también la «contribución invaluable» de la cultura Rusa a nivel mundial, a pesar de «la discriminación progresiva de todo lo relacionado con Rusia», llevada a cabo o instigada por los gobiernos occidentales, y puso como ejemplo las películas americanas sobre la Segunda Guerra Mundial, donde los EEUU son «los únicos vencedores del nazismo» y «el coraje y el heroísmo, la victoria del Ejército Rojo, que hizo una contribución decisiva, simplemente fueron suprimidos».