Kafr Haris, al noroeste de Salfit, en Cisjordania, al amanecer del jueves, tras arrojar materiales inflamables en la entrada. La intervención de los vecinos evitó que la mezquita se quemara por completo.
El activista de la resistencia de los asentamientos, Nazmi al-Salman, declaró a la agencia de noticias Wafa que los colonos también escribieron eslóganes racistas hostiles hacia los árabes y los musulmanes en las paredes de la mezquita.
El Ministerio de Dotaciones y Asuntos Religiosos condenó el crimen, subrayando que la quema de la mezquita «demuestra claramente la barbarie a la que ha llegado la maquinaria racista de incitación israelí hacia los lugares sagrados islámicos y cristianos en Palestina», y recalcó que este crimen es un «ataque flagrante contra los musulmanes y sus sentimientos».
ministerio explicó que ya no existe un lugar de culto seguro a la luz de los ataques de la ocupación y los colonos, describiendo el ataque como un «nuevo acto provocador de racismo» que se suma a la serie de crímenes contra lugares sagrados.
Añadió que los repetidos ataques de incendios, cierres e impedimentos para la llamada a la oración son «prueba de la magnitud de la brutal barbarie» practicada por la ocupación, señalando que el crimen ha sobrepasado todas las leyes y convenciones internacionales que en este contexto, las fuerzas de ocupación israelíes lanzaron el jueves una campaña de arrestos a gran escala, deteniendo a 18 palestinos durante una redada en la ciudad de Dura, al sur de Hebrón, y deteniendo a otros e interrogándolos sobre el terreno en la región sur.
Las fuerzas de ocupación también arrestaron a 3 jóvenes de la ciudad de Deir al-Ghusun, al norte de Tulkarm, y a 4 palestinos de las ciudades de Beita y Qaryut, al sur de Nablus.
