La concesión esta semana del Premio Nobel de la Paz a la empresaria y política ultraderechista venezolana María Corina Machado ha venido provocando protestas en Oslo, la capital de Noruega, desde la antesala misma de la ceremonia oficial celebrada este pasado miércoles. Ya el martes se produjo una concentración ante el Instituto Nobel para rechazar la decisión del comité y denunciar lo tendencioso del galardón.
Para los convocantes, el premio resultaba incompatible con el historial de Machado. En primer lugar señalaron que la dirigente ha respaldado las amenazas del presidente de Estados Unidos Donald Trump, incluida la posibilidad de una intervención militar para forzar la salida del presidente socialista electo, Nicolás Maduro. Por otra parte, los manifestantes reprocharon a Machado su apoyo al genocidio israelí en Gaza, algo que no encaja precisamente con la idea de premiar el «pacifismo».
Esa movilización, que se desarrolló con pancartas y consignas contra la guerra, se sumó al gesto del Consejo Noruego de la Paz, que renunció a su tradicional marcha de antorchas el 10 de diciembre en apoyo al galardonado, al considerar que la premiada no coincide con los valores de su organización. Así, esta edición del Nobel se ha caracterizado por ser una de las más controvertidas de los últimos años, pues no es explicable qué tiene de «pacifista» la ultraderechista premiada, más allá de su servidumbre a Trump y de su oposición a la revolución bolivariana.

