La enorme factura a la Unión Europea que está obligada a pagar según el informe elaborado por la Agencia Europea de Reguladores de la Energía (ACER) ya que llenar los almacenes de gas natural ha costado 50.000 millones de euros, ocho veces más que la media histórica.
El temor a problemas de suministro por una interrupción del flujo de gas desde Rusia, la paralización de las centrales nucleares francesas y la sequía han provocado una subida histórica que se ha hecho sentir especialmente en los costes de producción para las industrias -que ya se ha reflejado en su demanda- y en los precios que se pagan por la electricidad.
El acelerón que la Comisión Europea forzó para reducir el peso de las importaciones de gas ruso ha beneficiado notablemente a algunos países exportadores como Estados Unidos o Noruega que han visto como sus ingresos subían de forma considerable.
Los esfuerzos de Europa se han centrado en el acopio de gas para hacer frente a este invierno, pero con la mirada puesta en la verdadera preocupación que se sitúa en el abastecimiento para 2024.
Europa ha acelerado las conversaciones con países como Estados Unidos, Noruega, Azerbaiyán, Israel o Argelia para tratar de ampliar las fuentes de suministro alternativas a Rusia.
La Comisión ha planteado a estos países que ofrezcan precios notablemente más bajos para evitar que puedan seguir aprovechando el impacto de la invasión de Ucrania.
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