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Cuatro brigadas ucranianas, con un total de mil hombres, penetraron en la frontera norte con Rusia en la región de Kursk, que, seis días más tardes aún tienen ocupada. Dejó en evidencia una operación largamente preparada, con personal militar altamente calificado, que contó con una coordinación aérea, electrónica y de infantería. Aviones F-16, drones y un hackeo monumental, con millones de intervenciones por segundo en el sistema ruso. Seis días más tarde, Rusia habría frenado esa ofensiva pero sin lograr hacerla retroceder, aunque de acuerdo a algunas fuentes ella habría avanzado “en profundidad” ocupando regiones aledañas. Mientras las autoridades ucranianas aseguran que la operación tomó por sorpresa a sus aliados de la Otan, la realidad es que fue dirigida por la misma Otan, y que descansó fuertemente en la Inteligencia de Estados Unidos y estuvo todo el tiempo bajo el control de la base norteamericana instalada en Ramstein, Alemania. El descartado presidente Biden ha enviado en secreto a Ucrania misiles con un alcance de 250 kilómetros. Los incursores “han tomado el control total de una ciudad que funciona como ‘nodo vial’ cerca de la frontera”.
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