Hace un par de días estuve en una charla sobre la incompatibilidad entre Islam y feminismo. Se
componía de dos partes: una, donde un ponente exponía las razones de dicha incompatibilidad y
otra, donde una ponente nos exponía las barbaridades que el régimen iraní perpetra a día de hoy
sobre las mujeres iraníes.
En cuanto a la primera parte, es indiscutible la incompatibilidad de cualquier religión con el
feminismo, por tanto, hablar de feminismo islámico supone una contradicción. En cuanto a la
segunda parte, me llamó la atención su extensa documentación a través de fotos. No pongo en duda
la mayoría de las atrocidades a que hizo referencia la ponente, lo que pongo en duda es el objetivo
de la charla, el cual, a mí me pareció denigrar al Islam ensalzando esos valores incompatibles con
él, los cuales suelen repartirse entre feminismo, democracia y aceptación de la homosexualidad. Esa
es la definición de civilización en Occidente, esa es nuestra distinción de los bárbaros. Y, si tal
distinción no hace honor a la verdad, conviene crear una cultura alrededor de lo discutible para
volverlo indiscutible.
En Occidente está permitido ser mala persona, seguro que es porque se metían contigo en el cole, se
puede ser un psicópata, no pasa nada, matar es cool y hay que entender a todos, se puede ser
neurodivergente, la locura no es locura y así no hay que gastar en investigar y curarla, se puede ser
un sinvergüenza, de hecho, es lo mejor que se puede ser; se valora en gran medida saber mentir y
engañar, responder mintiendo y engañando a la mentira y al engaño en una espiral infinita y
llamarlo negociar, la clave de la felicidad. La felicidad no es un estado del ser humano, es el
resultado de una negociación. Tanto en el imaginario, ese imaginario cultural hiperinflado en un
consumo sin fin, como en la realidad, lo peor que podemos hacer es no ser feministas, ni
demócratas o pasar de la homosexualidad. Estas tres cosas son las más recriminadas a los fachas,
quienes, por lo demás, pueden ser democráticamente fascistas mientras continúan hostigando a la
inmigración, pues meterse con los inmigrantes, según ellos, no es racismo, es otra cosa.
Algo se ha de reconocer, no obstante, a favor de Occidente: haber llegado a sociedades laicas, a una
imaginación súperinflada, pero capaz de quedarse en el plano de la fantasía por la fantasía, no en el
de la creencia. Por otro lado, no creo a los artífices cotidianos del neoliberalismo preocupados por el
feminismo, la homosexualidad ni la democracia.
También Oriente Medio podría estar habitado por países laicos, con separación entre Estado y
religión, si bien, se ha de recordar a Occidente la falta de claridad, a menudo, de la separación e
En los años de la descolonización, muchos de los países del Tercer Mundo, es decir, aquellos no
pertenecientes a ninguno de los dos bloques en que quedó dividido el planeta tras la Segunda
Guerra Mundial, eligieron como vía de desarrollo el socialismo, cuando no el comunismo. De esa
forma, desarrollaron sociedades racionales con separación entre religión y Estado.
En la charla no se les escapó señalar que las dictaduras islámicas habían sido orquestadas por las
potencias occidentales, como de pasada, sin ahondar en ello. Se ahondó, sobre todo, en horrorizar a
las asistentes, mostrando la maldad intrínseca del binomio Islam y trato a la mujer. No dudo, repito,
del brutal machismo del régimen teocrático. Lo que me hace tomar distancia fueron las alusiones
implícitas a la relación existente entre maltrato a la mujer, empobrecimiento de la población, y
financiación de grupos terroristas como Hamás y Hezbolá. Relacionar estas tres cosas no pudo dejar
de ser artificial. Me llamó la atención también la repetición del mensaje,sin contextualizar,
señalando el viejo discurso impotente con el cuál es tan fácil identificarnos, pues qué mujer no ha
pensado con rabia muchas veces: de lo que nos pasa a las mujeres nunca se habla porque siempre
hay cosas más importantes.
El intento de convencernos de lo dictatorial y excluyente de la religión islámica hacia otras
religiones, como la judía.
Yo le contesto, desde aquí: los judíos son una comunidad asentada en una religión, y, como han
demostrado, más excluyentes que nadie. Hamás y Hezbolá no son organizaciones terroristas, sino
organizaciones en defensa de sus pueblos contra un exterminio llevado a cabo por una entidad
colonialista religiosa, fascista y machista y que la democracia, a la que usted tildó de incompatible
con el Islam, no es ni la única ni la mejor forma de gobierno; es, simplemente, la forma de gobierno
de la burguesía liberal, la forma de gobierno de ese Occidente arrogante, el mismo que impuso en
Oriente Medio un fundamentalismo religioso como forma de dominio sin conseguir, a la larga, el
resultado apetecido y hoy, cínicamente nos intenta convencer de la necesidad de atacarlo para
instaurar democracias, o lo mismo, gobiernos occidentales coloniales de la mano de Israel. Tales
gobiernos, en absoluto eliminarán tiranos ni teocracias.
No pude dejar de pensar que el principal objetivo de mostrarnos todo ese sufrimiento de las
mujeres, consistía en intentar justificar los ataques de una entidad occidental como es Israel a los
países del Eje de la Resistencia en aras de la necesaria eliminación del Islam, enemigo de la
humanidad.
Era necesario leer entre líneas, aunque quizá no tanto; ya no saben qué hacer para convencernos. Ya
no saben qué hacer para para confundirnos, para bloquearnos, para hacernos olvidar la urgencia de
defender algo con firmeza. Ese algo es Palestina. Las mujeres palestinas no sufren por musulmanas,
sufren por los ataques de Israel, con la complicidad del Occidente democrático. a ellas y a sus hijos.
El Sha Reza Pahlavi no fue un monarca maravilloso interesado por el bienestar de su pueblo, como
usted, señora, nos intentó hacer creer hasta el vómito. Reza Phalavi gobernó en connivencia con los
EEUU y Reino Unido, llegando incluso a colaborar con la CIA en el golpe de Estado a su propio
país en 1953, ejecutado para acabar con las políticas de izquierdas de su primer ministro
Mohammad Mosaddeq, ese sí, un gran político, y con el ascenso del comunismo como respuesta a
las desigualdades sociales en las que el caprichoso, regio Sha, mantenía al pueblo. Su valedor
estadounidense no pudo consentir ni el ascenso del comunismo ni la nacionalización del petróleo
llevada a cabo por Mosaddeq. La Revolución Iraní fue una revolución contra un tirano vendido al
extranjero, en ella confluyeron facciones de izquierda con facciones religiosas, sin perder de vista la
existencia de facciones religiosas de izquierdas, tan contradictorias, supongo, como los curas rojos.
Ganó la religión, es cierto; también es cierto que el Ayatolá, además de machista, no era partidario
de la intervención de EEUU en su país. A EEUU no le importa lo que les pase a las mujeres, le
importa la injerencia estratégica militar y económica en los países de otros.
No es la democracia liberal la que llevará la libertad ni la igualdad a ningún sitio. No es el
neocolonialismo quien traerá felicidad a los pueblos. Es la liberación del yugo imperialista. Si Irán
se opone a la imposición de ese yugo, geopolíticamente hay que luchar con Irán. Las mujeres
iraníes no se liberarán de nada por ser convertidas en mujeres colonizadas.
En cuanto a mí, me reconozco mujer infradesarrrollada, mutilada por el machismo, nacida en un
país cuarenta años bajo una dictadura teocrática católico fascista y, a pesar de ello, con la
generosidad suficiente para que, además de las atrocidades sufridas por las mujeres bajo cualquier
estado y religión, se pueda también hablar de otra cosa, como la necesidad de defender a quienes
luchan contra el genocidio en Palestina
