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LA JARDINERA DE LAS 13 ROSAS. El hambre

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LA JARDINERA DE LAS 13 ROSAS. El hambre

El hambre del ser humano no es consecuencia de la carestía. Dadas sus capacidades, no hay razón
alguna por la que el ser humano deba de pasar hambre sobre la Tierra. El hambre humana es un
hecho político.
El hambre puede ser la consecuencia de una acción de guerra, de una decisión gubernamental, de
una firma comercial; el hambre es la crueldad del ser humano sobre el ser humano. El hambre es
historia de la Historia.
El hombre vive en guerra permanente contra el hombre. El hambre, es, por ello, una estrategia de
manipulación de vencedores contra vencidos. Hay coordenadas donde, si posamos la mirada,
encontraremos la bota pulida con sangre de algún tipo de colono ordenando el sometimiento
necesario para el exterminio, en ocasiones, de poblaciones enteras, en ocasiones de su voluntad y su
memoria, habitualmente, de las dos cosas.
El hambre debilita el cuerpo, la mente, limita la movilidad, impide ver más allá del momento exacto
de la inanición, elimina la confianza en el futuro, nos sustrae la capacidad de acción y, con el
tiempo, de reacción. Ya solo reaccionamos al hambre, ni siquiera a la necesidad de supervivencia,
sino a la terrible palabra que nos ha invadido. Así de totalitaria es el hambre, así de absoluta. La
situación ideal de la manipulación.
Hace falta mucha fuerza de voluntad para no dejarse manipular cuando se muere de hambre y
todavía más cuando ves morir a tus hijas e hijos o a cualquiera que te importe. La enfermedad llega
antes que la posibilidad de hacer nada: entonces te sometes a la ayuda humanitaria. Esa ayuda
puede significar un vamos a hacer contigo lo que queramos, pero no tienes otra alternativa, ni
mejor, ni peor, la necesidad de comer ha convertido en un escollo del pensamiento tu capacidad de
decisión: solo hay una elección posible.
Así nos domestican: presionando sobre nuestras necesidades vitales. ¿Podría haber mayor
conciencia de su situación en el subordinado que en el domesticado? Podría. Quizá el domesticado
no tenga ya remedio, quizá el subordinado lo sea en una medida infinitamente mayor de lo que
todos lo somos, mas conserve la memoria y las ganas de deshacerse del yugo impuesto por los amos
de turno del Capital. ¿Cómo distinguirlos cuando, sobreviviendo al hambre, se conviertan en
camareros, en fontaneros, en limpiadores, en barrenderos, en poceros de los resorts a pie de playa
construidos sobre los cadáveres de todos los hambrientos que perecieron? ¿Cómo saber quién
conserva la memoria devastada, cuáles consiguieron sobrevivir al asesinato del recuerdo, del
recuerdo vivo en los músculos del presente, no las imágenes desvaídas de un pasado visitador de
sueños?
Un grupo de humanos desnutridos es víctima en mayor medida del egoísmo, le cuesta mucho
continuar hacia adelante en su lucha cohesionado como grupo. Se necesita ser pueblo para combatir
aguantando la desesperación, por eso, de todo el hambre causada al hombre por el hombre desde el
principio de la humanidad, Palestina es referencia, pues es pueblo donde nadie más lo fue: en la
necesidad absoluta. Palestina, en tanto pueblo, no se deja despojar de su condición humana, incluso
sus huesos siguen mirando de frente nutridos de entereza y es por eso que es ejemplo para todos
cuando día a día nos despojan de nuestros derechos y de nuestra dignidad. No nos dejaremos vencer
por el hambre ni la miseria: es un truco ya muy viejo de quienes detentan el poder. Palestina no es
resiliente, no se adapta, se niega a hablar con ese lenguaje idiota con el cual pretenden que nos
comuniquemos sin decir nunca verdad. Palestina resiste poniendo su inteligencia al servicio del
enfrentamiento y la victoria. En la resistencia de todos los oprimidos alentados por su imagen, vive
la inmortalidad de Palestina.
En contraposición, el hambre de los oprimidos se transforma en la comida del Capital: el beneficio.
Los establecimientos de comida rápida aumentan en proporción al aumento del hambre en el
planeta manteniendo consumidores con distintas variedades de anemia. Los triunfadores de nada
alimentan la anemia de hierro junto a la anemia de ideas, perezosos, vagos, deambulan por los
mapas del consumo pidiendo más con que seguir agotándose en el vacío del insulto al pobre por
pasar hambre auténtica, por no olvidar qué es comer. Ingieren la energía necesaria, basura
descomponiéndose en sus entrañas, para llamar terrorista a todo aquel que presuponga una mínima
amenaza a la producción de bebidas azucaradas por encima de todo y de todos. Ellos son las marcas
que les habitan, sin importar a quien maten para producir.
Me quedo con el hambre, la que le hicieron pasar al pueblo de España los sublevados franquistas a
los pobres intentando evitar volver a ver sus cabezas levantadas. Me quedo con el hambre, tortura
del asedio de quien será liberado por la Historia.

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