El 13 de octubre, Trump convirtió la Knéset en plató: anunció el “fin de la guerra” y celebró la liberación de los últimos rehenes vivos a cambio de miles —entre muchos más miles— de presos y detenidos palestinos, en el marco de una tregua que su equipo vendió como punto de inflexión. El registro factual es testarudo: hubo ovaciones, interrupciones y expulsión de dos diputados que gritaron “¡Genocida!” y exigieron “¡Reconozcan Palestina!”. También hubo guiños a Netanyahu y una glorificación del músculo militar como camino a la paz. Y días después, la misma prensa que coronó “el amanecer de un nuevo Oriente Medio” registró bombardeos israelíes por “violación de la tregua”. Nada nuevo: relanzar relato, replegarse si hace falta y seguir avanzando en el terreno (1).
El punto ciego no está en el protocolo sino en la obscenidad política: Trump pidió indultar a Netanyahu desde el estrado, se burló de la protesta y se autoproclamó arquitecto de una paz edificada sobre dos años de devastación genocida. En el mismo discurso blanqueó el rol de su red personal —Witkoff, Kushner, Rubio— y homenajeó a Miriam Adelson, megadona pro-Israel a la que atribuyó influencia directa en decisiones relativas a Jerusalén y los Altos del Golán. No es rumor: lo dijo él. El “detalle” rebaja a farándula lo que no deja de ser estructura: la política exterior como resultante de dinero organizado y de una alianza impune entre aparato de seguridad, lobby y capital fósil-financiero. Que la prensa lo trate como anécdota es parte del dispositivo (2). Además, el propio Trump se jactó de haber ordenado expulsar de la sala a los diputados que lo increparon, un gesto que condensa el clima de impunidad y debida sumisión del acto (3).
Sin embargo, la vulgaridad no es estilo: es estrategia… o lo intenta. Elevar el tono, despolitizar la materia y convertir la masacre en espectáculo disciplinario: el “matón simpático” que reparte armas, pide paciencia y llama “edad dorada” a una administración colonial sostenida por cercos, asfixia y castigo colectivo. Aun si la primera fase del canje acordado se cumplió, los números y la cronología importan: rehenes liberados (todos), miles de palestinos presos (no todos y muchos en mera detención administrativa) y un cese frágil que Israel revirtió ante la mínima acusación. Este péndulo entre foto de cumbre y castigo inmediato es el modo de gobernanza de la impunidad (4).
Quien mira solo el teatro se pierde la economía política que lo sostiene. Desde hace años venimos documentando un patrón: el imperialismo occidental, en declive material, persigue reordenar su hegemonía por la vía de la guerra y la extorsión económica, con aranceles y sanciones como “diplomacia” y con una Europa abocada a la subordinación creciente al gendarme occidental por excelencia. El trumpismo no inventa eso: lo desnuda y lo hace grosero; efectivamente, incluso contra sus “aliados”, empujándolos a financiar el rearme mientras pierden base industrial y margen político. Ese es el punto de fractura: Washington “forcejea” por estabilizar su desestabilización, y la UE paga la factura. Casi el mismo libreto (pero ya en tercera división) se ensaya en el Sur global: rescates condicionados, compra de deuda y tutela macro a cambio de ajuste —Argentina como caso de manual— mientras se canoniza el “sacrificio” y se convierte el dolor en moral de Estado (5).
La Knéset en pie aplaudiendo al “pacificador” no borra la asimetría estructural ni el nombre de la cosa: genocidio. Tampoco absuelve del todo a quienes se oponen al llamado Occidente colectivo desde otros intereses —Rusia, China, Irán— de sus propias lógicas estatales; pero sí ubica la línea de demarcación real: entre aparato imperial-parasitario y quienes resisten su impunidad. Por eso urge fundir movimiento antiimperialista y movimiento contra la guerra en un programa material: pan, salarios, servicios, derechos, frente a presupuestos de defensa, censura y militarización cotidiana. En Gaza se ve con nitidez de bisturí lo que el doble rasero europeo difumina cuando toca Ucrania: un celo sancionador para enemigos designados y un silencio administrativo para aliados culpables. Esto no es retórica: es régimen (6).
Sobre la reunión Putin–al-Jolani y la confusión de la izquierda occidental
En los últimos días, medios regionales han difundido la supuesta reunión entre Vladímir Putin y Abu Mohammed al-Jolani, antiguo líder del Frente al-Nusra, hoy reconfigurado como “autoridad civil” en el norte de Siria. Aun en caso de ser cierta —pues las únicas fuentes provienen de medios iraníes y portales sin verificación independiente—, la lectura que ciertos sectores de la izquierda occidental han hecho del episodio evidencia un extravío político mayor. Se ha presentado como “traición” o “colaboración con el terrorismo” por parte de Putin, olvidando que Rusia, como toda potencia, no actúa desde una moral abstracta, sino desde una racionalidad de poder y soberanía. Y máxime en el período histórico abierto tras la caída de la Unión Soviética. Hay que partir (y asumir) que no existe antiimperialismo sentimental; y menos a nivel estatal. Hay correlación de fuerzas. Moscú, Pekín o Teherán no son “salvadores”, sino polos de resistencia relativa dentro de un sistema mundial en descomposición.
El error es creer que toda maniobra pragmática invalida la contradicción principal: la del bloque imperial en crisis que usa la guerra, la deuda y la censura para prolongar su dominio. Rusia no es “antiimperialista” en sentido emancipador militante, pero su choque con Occidente acelera la erosión del orden unipolar y abre espacios para la soberanía de otros pueblos. Confundir que partamos de esta convicción con que tengamos que manifestar adhesión ciega —o que exijamos coherencia moral en todo momento desde nuestra “distancia” militante— es no entender la historia: las alianzas se miden por los efectos que producen en la estructura de poder global, no por su pureza retórica. En las actuales circunstancias por las que atraviesa el tablero mundial, la izquierda que se limita a aferrarse a criterios morales y no tiene en cuenta las condiciones materiales repite, sin saberlo, el mismo catecismo liberal que dice combatir. Y en ese espejismo termina legitimando el relato que sostiene al verdadero verdugo (7).
Fuentes
- Discurso y cobertura del 13 de octubre en la Knéset: eldiario.es, “Última hora Israel–Gaza” — https://www.eldiario.es/internacional/ultima-hora-israel-gaza-directo_6_12678319_1116111.html
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Transcripción y referencias a Miriam Adelson: eldiario.es, “Trump dedica parte de su discurso…” — https://www.eldiario.es/internacional/ultima-hora-israel-gaza-directo_6_12678319_1116111.html
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Expulsión de diputados israelíes que interrumpieron el discurso: eldiario.es, “Diputados israelíes interrumpen discurso de Trump en la Knéset” — https://www.eldiario.es/internacional/diputados-israelies-interrumpen-discurso-trump-knesset-grito-terrorista_1_12679362.html
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Detalles del alto al fuego y ruptura de la tregua: El País, BBC Mundo y Al Jazeera, coberturas posteriores al 13/10/2025.
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Análisis del caso Milei y neoliberalismo: BBC Mundo, “El ajuste como religión”; El País, “EEUU negocia con Argentina un rescate de 20.000 millones de dólares” — https://www.bbc.com/mundo/articles/c9d6gx46pd7o, https://elpais.com/argentina/2025-09-24/estados-unidos-negocia-con-argentina-un-rescate-de-20000-millones-de-dolares-y-la-compra-de-deuda.html
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Comparativa con el doble rasero en la “guerra de Ucrania”: La Nación, “Occidente actúa con hipocresía y doble moral…” — https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/guerra-en-medio-oriente-occidente-actua-con-hipocresia-y-doble-moral-rechaza-la-ocupacion-de-rusia-nid19102023/
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Reunión Putin–al-Jolani: Diario Socialista, “Putin y al-Jolani se reúnen en Moscú para redefinir la relación Rusia–Siria” — https://diariosocialista.net/2025/10/16/putin-y-al-jolani-se-reunen-en-moscu-para-redefinir-la-relacion-rusia-siria/
